Capítulo 6, Parte 4

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Con la televisión de la habitación encendida padre e hijo disfrutaban de un partido de béisbol, luego de ver unas cuantas entradas del juego Tyrone miró el reloj con forma cuadrada y calculó que ya Carmen estaría en la pensión, se despidió de su padre Ernesto y éste le dijo que se cuidara en el camino y le dio algo de dinero para el transporte. Al cabo de unos minutos ya iba en un autobús caminos a ver a su novia.

En un abrir y cerrar de ojos él ya estaba allí.

—¿Cómo te fue con tu padre luego de yo tuviera que irme? —preguntó ella con la pijama puesta.

—Muy bien pero hay algo extraño en él.

A la luz de la luna que estaba muy bonita con todas las estrellas a su alrededor, ellos dos estaban en el balcón de la pensión sentados en un mueble muy pegados uno del otro.

—¿Qué de extraño en tu padre, corazón?

Al hacer la pregunta Carmen arqueó un poco un de sus cejas.

—Dijo que me iba a contar pero que sería después.

—No diría que está extraño por eso, quizás es un tema delicado y no ha querido tocarlo para no arruinar el encuentro.

—Amor lo digo porque primero me ha contado sobre la muerte de mi tía Carmela que era su hermana mayor.

—Lo siento Ty.

Hubo un silencio.

—Pero no desesperes porque eso es peor.

Él la miró y le dio un beso en la mejilla.

—Tienes razón mi cielo.

Sacó la tarjeta que su padre le había entregado.

—Mi papá me ha facilitado una habitación para quedarme unos días ¿te animas a ir conmigo mañana?

—Contigo todo mi amor, tendré que pasar por aquí antes y llevarme unas cuantas cosas y creo que tú tendrías que hacer lo mismo.

—Sí cariño, pasaré mañana en la tarde a buscar unas cuantas cosas que podré necesitar y espero que Marcus no haya quemado todo.

El resto del tiempo se la pasaron hablando de cómo les fue a cada uno en su primer día de clase en el nuevo cuatrimestres de la universidad que recién empezaba. Luego de unos minutos Carmen le pidió a Tyrone que se marchara antes de los autobús se escasearan a esas horas de la noche, despidieron con un beso y un fuerte abrazo que nunca quisieron que terminara.

En la parada donde él tomaría el bus para volver al hotel una noche de una espectacular luna y una gran gala de estrellas lo acompañaba, el viento no soplaba pero la temperatura no estaba muy alta y era bastante agradable pero pese a esto el banquillo de metal de la parada estaba frío sin razón aparente. La noche que aquel lunes aún seguía despierta y muy activa, muchos vehículos pasaron por delante de él además también de muchas personas que desfilaron a pie por la acera con un destino indeterminado siendo éstos en su mayoría empleados que trabajan horas extras y que se perdían por la oscuridad de la noche de camino a sus casas para ir a dormir y tener que volver a enfrentar una ardua tanda laboral de nuevo luego del sol salir. El bus hizo su presencia y Tyrone lo abordó.

Dentro de la maquinaria transportadora habían personas más mayores que Tyrone, de seguro padres de familia pensó él, con unos ojos apagados y muestras de cansancio incrustadas en sus caras. Caminó por el pasillo del bus mientras el mismo iba a la marcha y nadie de los que estaban sentados le prestó atención y Tyrone se fue a sentar en fondo donde no había ni una sola persona allí sentada.

Mientras el bus hacía su recorrido por la carretera Tyrone se puso a reflexionar acerca de lo que su padre le quería contar y si la memoria no le fallaba él nunca vivió o pasó por algo semejante con su progenitor por lo que por su mente muchas conjeturas y teorías se iban tomando muy en cuenta a la hora se saber el porqué su padre había actuado de una manera tan inusual en su persona.

Se bajó del autobús en la parada más cercana al hotel y el tramo que faltaba para llegar allí lo recorrió a pie, llegó al hotel y vio el lobby totalmente desierto de personas que no formaran parte del personal del mismo como la recepcionista quién no era misma pelirroja que había atendido a su padre o los botones con sus peculiares uniformes que en el caso de los de ese hotel eran de color púrpura. Cruzó el lobby saludando a todos con mucha decencia, tomó un ascensor y cuando subió a la habitación de su padre se encontró con la sorpresa de que se había dormido, sacó la tarjeta que éste le había dado y notó que la habitación a la que se podía acceder estaba en la planta superior con respecto a la que él estaba.

Bajó de planta, fue a la habitación y cuando llegó se acostó en la cama para dormirse de inmediato.

Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora