Capítulo 3, Parte 6

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Al otro día se despertó temprano, más temprano que el día anterior.

Hizo todo lo habitual y aún le sobró tiempo, cuarenta y cinco minutos cuando justamente recordó que podría tomar ese tiempo e ir a buscar a Tyrone a la facultad de medicina, en el ala norte. Salió como un cohete de su habitación, bajó las escaleras y en cuestión de segundos ya esperaba el bus que la llevaría a la universidad. Durante el camino a la universidad reflexionó sobre la definición que leyó de la psicología, si la misma es un estudio sobre el alma entonces todo era una falsa porque sólo un ser supremo como Dios podía estudiar un alma, pero, quizá la definición era algo escéptica o meramente escéptica y tomaba la palabra alma como una metáfora para pensamiento o la mente, todo era la posible tratándose de un tema tan humano como la psicología.

Llegando a la universidad no vaciló en ir al ala norte de la facultad de medicina. No conocía estos lugares, nunca los había recorrido antes pero en ese lugar todo era distinto porque en los estudiantes de esta sección ya no se le notaba la incertidumbre de los estudiantes del área de primer cuatrimestre de medicina. Ya con cuatro meses ininterrumpidos de conceptos y términos médicos los estudiantes estaban familiarizados con que lo se venía en esta nueva etapa, el conocer y saber que los deberes de ahora en adelante eran más exigentes y precisos mataba en ellos esa cualidad de estar más que preparados en todas y cada una de las clases que se impartirían a lo largo de los próximos cuatro meses, la fase de acondicionamiento como estudiante de medicina ya había pasado y ya estaban por empezar la primera batalla de una larga guerra.

Pudo ver a muchos estudiantes que fueron sus compañeros cuando ella estudiaba medicina pero no la reconocían, nadie. Preguntó a muchos de ellos por Tyrone, para algunos López y se asombraban porque una completa desconocida le preguntaba por él. En esos breves encuentros pudo saber que aula le tocaba a Tyrone, a donde él tenía que asistir a formarse cada día más como doctor, en las afueras del aula que estaba vacía vio su reloj puesto en su muñeca derecha y se temió que volvería a llegar tarde de nuevo, dos días seguidos llegando tarde no era la mejor manera de arrancar el nuevo cuatrimestre. No pudo esperar más y se fue corriendo hasta el aula que a ella le correspondía, faltando siete minutos pudo ver de reojo que dejaba atrás la biblioteca, su cabello revoleteaba más rápido de que ella pudo correr. Con la frente brillante por el sudor y su pelo todo desaliñado sabía muy bien que no llegó con mucha elegancia pero al menos el maestro no estaba presente al momento de ella aparecerse, casi moría cuando vio la puerta cerrada pero el milagro había ocurrido. Maruja desde la fila más cercana al escritorio le hizo unos gestos con los brazos que no fueron casi tan ridículos como los de la biblioteca, esta vez movía los brazos invitándola a tomar asiento detrás de ella.

—¿Haces ejercicios mientras vienes a la universidad?

—Sí, es un método muy efectivo pero no sé lo cuentes a nadie porque es un secreto.

Minutos después aparece el profesor.

—Mis disculpas, ha pasado algo en con un maestro de la universidad y nos ha dejado aturdido a todos los maestros de aquí, comencemos jóvenes porque el tiempo es valioso.

Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora