Capítulo 5, Parte 9

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El amor es una fórmula imposible de resolver y que nunca será resuelta, pero también el amor es aquel instrumento que no sabemos tocar pero con el que hacemos el intento para que suene de una manera decente y consumible. De forma súbita dos corazones completamente desconocidos se unen involuntariamente para que haya una disputa a muerte entre la mente y el corazón donde el asociado de la mente llamado opiniones llega para afectar directa y fuertemente al el socio del corazón llamado deseo, pero si ese amor existente es tan fuerte como el deseo aunque sea muy poco el que haya por más discordia que exista la unión será posible. Quizás alguna vez Tyrone y Carmen sintieron todo eso por caminos separados.

La primera semana en el rancho había culminado de manera lenta por las continuas lluvias provocados por la tormenta pero ellos se las arreglaron para que el aburrimiento no reinara siempre. Diferentes tipos de juegos divertidos de cartas donde todos podían jugar por varios ratos sin aburrirse, acertijos, trucos de magia que aunque fallidos los divertían mucho y otras actividades más que ellos realizaron durante esa semana en la que no pudieron disfrutar del exterior. A causa de todas esas horas encerrados en alguna de las tres habitaciones el alimento escaseó aún cuando tenían otra semana por delante y la comida se había acabado el miércoles de la primera semana, poniendo algo más del dinero ya calculado los cincos podrían comprar más alimento para el resto de la semana en curso.

De camino al lugar donde harían la compra de los productos para el sustento, comenzó llover.

Esos cincos jóvenes brincaban gritando de la felicidad con el agua que caía del cielo deslizándose sobre sus cuerpos de menos de tres décadas, una agua fría y sin maldad, fresca y liberadora como la inocencia. Imitando las costumbres de los indígenas hicieron una ronda en la cantaron varios fragmentos de diferentes canciones pero el fragmento que cantaron con más entusiasmo y fuerza fue el de una canción llamada "Mi risa".

"Porque por mi risa vuelan las aves,

porque por mi risa sale el sol,

porque por mi risa soy feliz."

Ese momento sin dudas sería un recuerdo que ellos nunca olvidarán porque en esos instantes se sintieron libres, en esos instantes entendieron que la vida aunque sea la mayor parte de ella un desastre vale la pena vivirla para poder llegar a disfrutar de esos pequeños detalles que llenan vacíos tan grandes y profundos. Fue con cada salto donde ellos sentían que se libraban de una pesada carga y que sus alas de la libertad le empezaban a nacer.

Una vez terminaron de cantar y brincar se fueron a comprar la comida. Allí compraron casi la misma cantidad de comida que habían adquirido días antes cuando llegaron al rancho el sábado. De regreso al rancho recorrieron y pasaron en silencio por el lugar donde hacía unos minutos ellos estaban como locos, pero en la mente de cada uno de ellos las imágenes del baile y el canto bajo la lluvia fría eran momentos ya sagrados y no estaban seguros de que si habría un antes y un después en sus vidas luego aquella experiencia que aunque muy común para ellos había sido liberadora pero de lo que si estaban seguros fue de que entre ellos hubo una conexión, como si los cincos serían grandes amigos por siempre o por largo tiempo.

Llegaron al rancho y las bolsas de la compra los chicos se la llevaron para que todos pudieran quitarse la ropa húmeda de encima y no duraran más tiempo con ellas puestas no vaya a ser que contraigan un refriado. Las chicas ya estaban en su habitación con una ropa seca y secándose sus cabellos con una toalla, sentadas en la cama con las piernas cruzadas.

—Ha sido muy bonito lo que ha pasado hoy. —dijo Maruja colocándose la toalla en el cuello.

Las prendas de vestir que ellas se habían quitado y que estaban húmedas, estaban en una esquina al lado de la puerta de la habitación. Ellas habían utilizado dos toallas, una para secar su cuerpo y la otra para secar sus cabellos.

—Algo muy bonito. —replicó Carmen sonriéndole y secando su cabellos aún.

Durante el resto del día no volvió a llover.

Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora