Capítulo 8, Parte 10

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Miércoles a las nueve y veinte de la mañana el médico encargado de la operación, el Dr. Castro, estaba preparándose para el proceso. Dos horas antes Tyrone se fue a la cafetería con Maruja para contarle que el hígado donado era el de él. Maruja se sorprendió y en parte se molestó con él por no haberle contado a Carmen.

—Ella se opondría rotundamente y la amo, la amo demasiado.

Maruja se quedó en silencio.

—Maruja la amo y al hijo que vamos a tener también.

—¿Qué dijiste? —El asombro de Maruja fue grande.

—Ella está embarazada y por eso no está conectada a las máquinas para ganar más tiempo.

Maruja le dijo que comprendía todo y le pidió disculpas por cómo había reaccionado hacía unos minutos, Tyrone le afirmó que no era nada.

Un par de horas después en la sala de espera los segundos pasaban lentamente y Maruja no veía la hora en que el Dr. Castro saliera con la noticia de que el trasplante había sido un éxito. Fue a las once y cincuenta y tres cuando el médico salió quitándose el tapabocas y los guantes.

—Doctor ¿cómo fue todo?¿cómo está Carmen?

Con la boca y sus manos al descubierto el Dr. Castro respondió sus preguntas con total serenidad.

—Fue todo un éxito y ella está muy bien.

El médico la invitó a sentarse cuando ella lo hizo él se sentó a su lado.

—En las próximas horas estaremos atentos ante cualquier novedad pero dudo que responda de manera adversa al trasplante.

Se paró con una sonrisa y esfumó del pasillo. Luego de una hora Carmen fue trasladada de nuevo a su habitación. Ella dormía pero su rostro era otro, se veía más vivo y lleno de energía.

Cuando despertó el Dr. Herbert se encontraba en la habitación en esos momentos. El doctor le hizo unas cuantas preguntas, luego le contó cómo fue todo el proceso y además le dijo que todo su organismo estaba funcionando de manera plena. Ella escuchaba las palabras del médico y a la vez buscaba en todos los lados la presencia de Tyrone pero nunca pudo dar con él y mientras seguía en su búsqueda vio otra camilla a su derecha, muy cerca de la de ella, y el rostro de la persona que la ocupaba no le era visible.

Interrumpió al Dr. Herbert.

—¿Quién es esa persona? —Preguntó Carmen algo confundida.

El Dr. Herbert miró la otra camilla y volvió a fijar su mirada en Carmen.

—Esa persona fue quien te donó el hígado.

Maruja se acercó con un ramo de flores y los dejó a los pie de Carmen.

—Es Tyrone, él te donó su hígado.

Carmen puso un cara de asombro total y rápidamente el Dr. Herbert le dijo que Tyrone estaría bien y que sólo necesitaría una parte de un hígado sano para poder vivir como una persona normal con la única excepción de consumir alimentos con muy poca grasa y alejarse del alcohol. Además el doctor le explicó que Tyrone duraría como máximo dos semanas conectado a las máquinas ya que encontrar lo que él necesitaba le resultaría mucho más fácil que conseguir un hígado completo debido a que la mayoría de las personas que estaban a la espera de conseguir ese órgano lo necesitaban completo y no la mitad como en su caso.

—Una persona puede conseguir el hígado de alguien que falleció por causas naturales pero en la mayoría de veces solo se puede obtener una parte del mismo. Usted tranquila que todo volverá a la normalidad en la vida de ambos.

Tyrone dormía debido a los efectos de la anestesia. El Dr. Herbert tomó la presión arterial de ambos y también revisó la sutura de los dos para luego marcharse.


Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora