[Omegaverse] Mi nombre no tiene tanta importancia, aunque ahora me encuentre en la élite de los omegas más cotizados, nunca podré olvidar de donde provengo. La razón por la que me he animado a relatar esta historia, es para que otros omegas no se s...
—Si no guardas silencio, mataré a tu preciosa mami en cuanto llegue.
—No, por favor...
—Entonces sé un buen niño y obedece lo que te digo.
No quiero que lastime a mi mami así que... debo obedecer.
—Está bien... ¡¡¡agh!!!
En lo único que puedo pensar es en ti y en el ardor que siento.
—Mi Yuuri, ayúdame... ¡AHH!
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La inocencia puede ser un arma de doble filo, peligrosa para las almas inconscientes, pensar que la vida es justa y divertida, ya que nuestra inocencia es una venda de seguridad que nubla nuestra visión, la visión de un mundo en el que no todos los ángeles son virtuosos.
Mi inocencia terminó 1 año después de tu partida, me sentía solo recordando tu dulce aroma a chocolate, siempre llevé conmigo el hermoso collar que me regalaste antes de tu partida. Era el amuleto que siempre me recordaba a ti, incluso el aroma a chocolate se había quedado impregnado.
Puedo recordarlo, alto, voluptuoso, piel morena, ojos obscuros y amarillentos, cabello corto y una sonrisa descarada, que hasta la fecha, me causa repulsión de solo recordarla. Su nombre era Angelo y era extranjero, por lo que, aunque su físico fuera diferente y nada atractivo, siempre cargaba una sonrisa y estaba lleno de carisma que encantaba a las personas que siempre se encontraban a su alrededor. Era nuestro vecino, un beta común y corriente, que no sé por qué razón, encantó a mi bella madre cuando lo conoció. Mi madre era hermosa y única entre los omegas de todo el vecindario, pero las mentiras y engaños de aquel ser pudieron tocar su dulce corazón, tal vez la soledad la había hecho ceder, ya que recuerdo que la conquista de Angelo no había demorado mucho.
Recuerdo que me encontraba sumamente feliz por mi madre, ella necesitaba tener un alfa que la amara tanto como se lo merecía, pero nunca creí que un beta como ese hombre conquistara su corazón... sí, debió de haber sido su intolerancia a la soledad.
Mi madre se esforzaba día con día para traer comida a la mesa, pues cuando ella decidió salirse de la casa de mis abuelos, mi abuelo Iván no siguió apoyando económicamente a mi madre, únicamente el apoyo se iba a mi educación y mis necesidades, él deseaba poder persuadir a mi madre de regresar o dejarme con ellos en el peor de los casos, pero mi madre era demasiado necia y nadie podría persuadirla de aquella manera.