Décima Tercera División: Renovación

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Demeter había despertado de aquel profundo y extraño encuentro totalmente desorientado y con unas frescas lágrimas decorando sus mejillas, no supo dónde estaba cuando sus párpados se separaron en un movimiento brusco y repentino sintiéndolos enrojecidos. El oscuro y silencioso ambiente reinaba en el salón, más no podía entender qué había sucedido, se sentía como un león en cautiverio, limitado a su libertad en un lugar tan cerrado.

Trató de recomponerse en un ilusorio acto de sentarse sobre la cama que inclinaba por obligación de su espalda, ante la inexperiencia de dormir así se sentía adolorido, pero el mareo repentino que le llevó a quejarse fue más fuerte cuando su intento falló, haciéndole soltar un chillido de dolor. La punzada que atacaba cerca de su sien lo hacía caer de vuelta a su posición inerte, como si un enorme demonio lo empujara al colchón, dejándolo afligido y débil, mientras que un taladro carcomía de su cerebro y de su sien herida que palpitaba inflamada.

Resignado y con los ojos abiertos observaba el oscuro techo iluminado por un casi inexistente rayo de luz que escapaba por sobre la cortina de una ventana desconocida, olía a hospital, eso lo supo apenas despertó del sueño que lo dejo volando en medio de las dudas, las cuales pudo recomponer cuando sintió las vendas rodear su cráneo cual veterano de guerra, junto a la ligera camisa que cubría su desnudez.

Demeter se daba vuelta sobre el colchón cansado pero sin poder pegar pestaña, como no podía conciliar el sueño, comenzó a pensar, a pensar sobre todo lo que había ocurrido, en pensar dónde estaba su madre, o Argos, y no pasaba desapercibida su curiosidad por Ernesto a quien lo creía prófugo sobre el pueblo de Stuttgart, puesto que era un hombre cobarde, desde que peleaba con su madre, desde que la amenazaba con golpearla, desde que escapó de una conversación racional atacando a su víctima con el arma más cobarde que puede haber entre dos hombres pensantes, la violencia.

No era justo, casi nada lo era en la vida, el abuelo se lo había dicho como también se lo había recalcado, esto tenía que ocurrirle una vez en su carrera, el destino le traería hechos que lo harían dudar de su propia existencia producto a la enorme traición por parte de alguien a quien consideraba digno, un hecho qué, como una pelea entre dos especies carnívoras acabara siendo liderada por quien rugía más fuerte, Demeter fue la víctima, fue el inferior, en una mente violenta y llena de ira, los golpes y las amenazas eran una forma de consolarse a sí mismo y mantenerse en su muro de piedra que simulaba ser el orgullo, mientras que detrás se escondía una persona cobarde y sin labia para conversar como civilizados, pero, por lógica Demeter había cumplido su promesa y se había mantenido erguido como un hombre de palabra, cuidando la confianza de su madre además de cumplir el compromiso de no utilizar la violencia para no decepcionarla.

Sintió satisfacción en su alma, como persona y como ser, se sintió una persona nueva y llena de energía por conocer una nueva parte de sí mismo que lo enriquecía de sabiduría ante la experiencia que estaba recibiendo, fue tanto su placer que hasta olvidaba y daba por desinterés la saturación que llevaba en su sien vendada de extremo a extremo con una gaza manchada de sangre oscura, el castaño esbozaba una sonrisa contenta, acurrucado sobre las cobijas y disfrutando esa sensación materialista de una manta suave y tibia ante el calor de su cuerpo.

Había estado tan distraído durante media hora plácido en sus reflexiones que caía en un profundo sueño ante su cansancio de tanto pensar, recordando buenos momentos, como también analizando los malos o que consideraba incómodos, tensos de hablar para ser discutidos. Demeter esta vez soñó en negro, no hubo nada que perturbara en su cerebro, en medio de esa madrugada solitaria en una clínica donde olía la anestesia perfumar la habitación, no sabía exactamente si eso era, pero desde pequeño decía que había un olor muy particular que compartían todos los hospitales, clínicas o consultorios, ahí estaba, después de todo.

El Banquete de los Dioses existencialistas  [Homoerotica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora