"El odio, uno de los sentimientos más aislados y ambiguos del mundo humano, tan lejos, pero a la vez tan cerca de su similitud con el amor. Sentimiento que predomina como sentido rey en cada mente humana, que separa y rompe los lazos entre un ser y otro, un ser y una idea, un ser y una interrogante.
El odio puede ejercer una fuerza dominante, puede actuar personificandose, haciendo perder el control, misteriosamente igual que la capacidad de amar.
El odio y el amor están a un paso, también en viceversa, es curioso, magnífico y misterioso."
Demeter había estado escribiendo sobre las hojas del cuaderno, plasmando una pequeña reflexión filosófica sobre dos temas tan controversiales como el odio y el amor. Lamentablemente tuvo que dejarlo a medias, no pudo escribir con sobriedad, ni conjugar muy bien las palabras, estaba agotado, pero no por haber hecho actividad física, si no porque su cabeza seguía doliendo y las puntadas contra su sien cesaban incansable, añadiendo además que sus pensamientos estaban por las nubes y su alma clamaba por atención pensando en Argos, tanto así que Demeter optó por cerrar el cuaderno y dejar la pluma encima.
Por otro lado, Argos disfrutaba una relajante ducha en el baño de la casa Von Woffgan, analizando sobre sus pensamientos lo sucedido, lo drástico que había cambiado el destino, junto a los violentos hechos que le tomaron por sorpresa que aún así, se felicitaba así mismo por haber mantenido la calma, por haber confiado en Demeter y que justamente los planes hubieran funcionado, agradecía, con un brazo apoyado sobre la cerámica en la que deslizaba el agua, cada detalle resultante contra un día tan extravagante, desde haberse escondido de Ernesto, desde que tomó el teléfono móvil y marcó a emergencias, desde que confío en Lizbeth y un sin fin de acciones que culminaron en tal horrenda escena de cólera por parte de Ernesto contra su pareja, pero que gracias a haber prevenido más problemas, consiguió quizá que Demeter no hubiese muerto, porque, la picardía de Ernesto iba a aumentar con su propia presencia.
Suspiró agotado de tanta presión mental y apoyó la frente contra su brazo bajo la regadera elegante, una sensación de vacío lo heló por completo en una mueca de tristeza.
-Demeter...- Susurró entonces para si mismo, lo extrañaba, estaba claro, pero más se negaba a saber qué estaba tan lejos, en un hospital en el cual, lamentablemente debían irse caminando junto a Lizbeth por la ausencia de conductor, ya que el único era Ernesto y obviamente él no estaría para ellos.
¿Qué tenía que pensar en ese entonces? Solo esperar y visitarlo, llevarle un amor honesto con el que podía recordarle que siempre iba a estar para él, dejar las preocupaciones a un lado y llenarse de buenas vibras para recibirlo con la felicidad de una familia que parecía haberse deshecho. Argos tenía la responsabilidad de cuidar a Lizbeth, una mujer sensible y débil ante las malas emociones sobre todo en un momento como estos.
Pasaba a ser una cara más de la familia y entonces aceptaba de pique continuar con ellos.
Mientras tanto, cerró la llave del agua y abrió la cortina impermeable para tomar la toalla que reposaba sobre un diván, secó de su cabello y de su cuerpo desnudo, extrañando las caricias de Demeter.
Era un poco extraño caminar por el pasillo de los Von Woffgan viendo todo oscuro, entrando a la habitación de Demeter sin que él estuviera, eso hacia que su estómago se tensara en falsas sensaciones de que ya no estaba.Argos le temía a quedar solo y por eso su mente le jugaba tantas malas pasadas.
Con la toalla rodeando su cintura buscó entre las puertas del clóset ropa nueva y de su pareja -Obviamente-, familiarizando el suave y delicioso aroma que siempre traía Demeter en sus camisas. Argos tomó una de sus prendas de merina rebuscando entre los percheros y la lanzó a la cama para continuar averiguando algo con qué combinar.
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El Banquete de los Dioses existencialistas [Homoerotica]
RomanceLa filosofía es un estilo de vida, un motivo de sabiduria, de reflexión y protesta, hay que entender que el pensar se extiende de manera ambigua con el paso del tiempo, de pequeño nos acompaña la inocencia, la capacidad del descuido y la curiosidad...