Ichi.

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El chico pelinegro deambulaba por las oscuras calles tras, de nuevo, haber salido del hospital. Se dirigía a casa a tantas horas de la noche, sólo y olvidado como de costumbre.

Caminaba en silencio, de manera lenta, sin llamar la atención contradiciendo su propia personalidad llamativa y extrovertida que solía tener. No sabía que hacía mal para ser rechazado y marginado por sus cinco hermanos. Ninguno, ni uno sólo, mostraba algún tipo de interés por él.

Ni uno, de los cinco que eran.

Él se mostraba siempre amable y atento con sus hermanos, a pesar de no ser tratado igual. No solía importarle aquellos comentarios grotescos o aquellas burlas que hacían frente a él sobre su forma de ser o de vestir. Seguía sonriendo para ellos, no importaba qué. Seguía siendo el tonto y amable Karamatsu Matsuno que conocían.

Pero las personas amables y de buen corazón también sienten la tristeza, la pena y el dolor, tanto físico como psicológico. Y el ser la broma de la familia y fingir que todo iba bien no era sano para el susodicho. Empezaba a cansarse de sonreír y ser feliz a todo momento.

El chico abrió la puerta de la casa, tratando de no hacer ningún ruido que pudiese despertar a su familia. Suspiró al ver como las cosas se dificultaban al tener un brazo escayolado y tener la vista algo borrosa también.

Se las ingenió para subir las escaleras tras cerrar la puerta y dirigirse a su respectiva habitación que compartía con todos, teniendo una pequeña esperanza de que, como mínimo, hubiesen esperado despiertos a que llegase a casa y le preguntasen por lo sucedido. En cuanto abrió la puerta de la habitación, su esperanza no pudo desvanecerse de manera más rápida y menos cruel.

Ahí estaban, sus queridos hermanos a quienes amaba y admiraba con sinceridad, durmiendo plácidamente sin ni tan sólo notar su ausencia. Karamatsu bajó la mirada, clavándola en el suelo para procesar aquella situación que estaba viviendo.

Se mordió el labio inferior con fuerza, ignorando el hecho de que pudiese hacerse una herida y parpadeó para almacenar de nuevo aquellas lágrimas que intentaban salir. El chico respiró hondo y se puso el pijama, tratando de incorporarse con los demás para al menos encontrar algo de paz durmiendo. Pero debía enfrentarse a un problema...

No podía dormir.

[...]

Al día siguiente, los cinco chicos bajaron las escaleras somnolientos para desayunar como la rutina indicaba. El de amarillo ya estaba tan animado por la mañana como siempre, cosa que sino lo hiciera, algo grave estaría pasando.

El de verde arrastraba al de rojo para que bajara a desayunar mientras los dos restantes ya se sentaban y devoraban la comida que estaba en la mesa. Osomatsu bajó junto a Choromatsu, quienes se fijaron en el de azul, que se había sentado en un rincón apartado de los demás y tenía unas grandes ojeras debajo de sus ojos.

-Karamatsu nii-san... ¿Te encuentras bien? -preguntó el de la sudadera verde, algo confuso por verlo tan decaído y callado, cosa que era extraña en él. El nombrado alzó la vista hacia su hermano menor, que se alteró al ver sus ojeras más detenidamente. Esbozó una débil sonrisa para los dos hermanos y asintió con la cabeza.

-Estoy perfectamente. -aseguró, mostrando una faceta despreocupada que trataba de actuar como el Karamatsu normal que siempre veían. Osomatsu lo observó atento, de arriba a abajo, sin estar seguro de su afirmación.

-No pareces tú... Estás raro. -comentó con ambas manos en su cintura, mirándole fijamente desde arriba y llamando la atención de los demás hermanos. El morado miró de reojo al azul mientras acariciaba a su mejor amigo y mascota, esbozando una sonrisa burlona.

-Shittymatsu siempre es raro. -dijo con cierto desprecio, haciendo que el azul bajara la cabeza al oír esas palabras tan crueles que tantas veces había escuchado pero que ahora había empezado a entender.

-Oye, no te pases. Sólo es extravagante. -trató de corregir Choromatsu, aunque el tono de pregunta añadido al final no era de gran ayuda.

-Doloroso de mirar. -intervino ahora, el menor de todos, Todomatsu quien junto a Ichimatsu era quien más se burlaba de Karamatsu el cual notó aquellas palabras como una flecha que acababa de clavarse en sus entrañas.

-Y de oír. -añadió Ichimatsu, ampliando aquella malvada sonrisa y sacando la risa de los cuatro hermanos, excepto de Choromatsu, el cual miraba al de azul con pena por como parecía encontrarse. Karamatsu se levantó del suelo y sonrió a sus hermanos.

-Vosotros siempre tan bromistas, my brothers. -dijo, con una enorme sonrisa que por mucho que te fijases no tenía ninguna pinta de ser falsa. Lo de ser actor se le daba tremendamente bien.

-No deberías tomártelo tan bien, Karamatsu nii-san... -dijo Choromatsu, viendo como sus hermanos murmuraban cosas y reían a las espaldas del chico.

-No te preocupes, Choromatsu. Sé que lo dicen a broma. -dijo, tratando de convencerle y de paso, a él mismo, de lo que decía.

-Si eso quieres creer... -murmuró Ichimatsu, quien realmente no bromeaba diciendo aquellas cosas tan hirientes a su hermano mayor. Pero al azul no le importaba. O eso creía. Eso deseaba. En ningún momento Karamatsu dejó de sonreír para el morado, el cual sólo rodó los ojos con una mueca de asco por su actitud de chico amable que solía tener.

-Bueno, Ichimatsu... No deberías meterte con él teniendo en cuenta que tú eres igual de raro. -comentó el rosa de nuevo, robando la atención del morado que le miraba con desprecio por tales palabras. Se acercó a él tras levantarse del suelo y le agarró del cuello de la sudadera.

-Repite eso. -pidió amenazante, y Totty se dedicó a dedicar una de sus adorables e inocentes sonrisas que detrás escondían la de un demonio cruel y sin corazón. Choromatsu trató de separarles para evitar conflictos, pero de nada sirvió su gesto.

-¡Oye, Osomatsu nii-san! ¡Necesitamos un poco de ayuda por aquí, hermano mayor! -exclamó algo sarcástico el verde, recibiendo como respuesta un suspiro pesado del mayor. Karamatsu los veía discutir, por lo que no tardó en decidir intervenir en aquel estúpido conflicto.

-¡Oye, ya basta! ¿Por qué no simplemente apreciáis que los dos sois geniales cada uno a su manera? -cuestionó, intentando separar a Ichimatsu de Todomatsu lo antes posible. Como respuesta casi inmediata, el morado soltó un segundo al rosa alegrando al azul, pero poco le duró esa alegría y satisfacción cuando su hermano menor lo golpeó con todas sus fuerzas en el mentón, haciendo que sangrara de nuevo.

Karamatsu cayó al suelo después del impacto y se llevó una mano a la boca, viendo como sangraba. Miró a sus hermanos, los cuales ni tan sólo habían notado que había intentado intervenir.

Al final, Choromatsu, con ayuda de Osomatsu y Jyushimatsu, calmaron al morado y lo separaron del rosa como pudieron. El azul no se molestó en tener el detalle de sorprenderse. Ya había vivido esta situación demasiadas veces.

[...]

Hola! , que primero debería acabar otros fics antes de publicar otros. Pero que se le va a hacer :)

En cuanto vi Osomatsu-san y todo el angst del bello Karamatsu, no pude evitar (como buena amante de lo sad que soy) escribir un fic con él. Para el título me basé en la canción "Happy Pills", de la cual se han hecho muchos "memes" animados.

Y bueno, poco más que añadir. Gracias por leer~

Happy Pills. | Osomatsu-san. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora