Jyu-shi.

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Karamatsu se despertó, y lo primero que vió fue una pared blanca. Una pared no sólo blanca, sino muy conocida a sus ojos. Nadie tuvo que decirle donde estaba, no tuvo que mirar a su alrededor para saber donde estaba como mucha gente necesitaría.

Estaba en el hospital, de nuevo.

Sonrió sarcásticamente y se ahorró algún que otro comentario que era mejor no decir. Miró a los doctores, que le sonreían con amabilidad. Aseguraban que su familia estaba esperando fuera para verle. Que los doctores le habían salvado la vida, que era afortunado de haber sobrevivido teniendo en cuenta lo profunda que había sido la herida tanto del brazo como de la cabeza. Se miró a un pequeño espejo y comprobó aquel vendaje que llevaba. También lo llevaba en el incidente de después del secuestro.

Hemos podido salvarte gracias a que te encontraron pronto. Eres un chico afortunado.

Mentira.

Te curarás, tranquilo. Mañana ya podrás irte a casa, ya que no hacen falta operaciones.

Mentira. Puras mentiras. Decían que lo habían salvado. Que se curaría. Que todo iba a estar bien. Que viviría.

¿Cómo podía hacer eso si él ya estaba muerto?

-Hola, Karamatsu. Antes de que tus parientes entren, me gustaría comentar algo contigo. -habló un doctor joven con amabilidad, esperando a que dijese algo. Pero al ver que no hablaba, decidió hacerlo él mismo. -Me tomaré ese silencio como que puedo. Es sobre tus heridas en los brazos. Parecen autolesiones, y al no ser menor no debo contárselo a tus padres. Pero creo que debería hacerlo. -habló, y el azul se alteró al oír que sus hermanos podrían enterarse. Ya había logrado actuar con que todo iba bien.

-Doctor, no lo haga. -respondió, con una mirada suplicante que hizo dudar al chico.

-Sólo quiero ayudar.

-Quiero decírselo yo, cuando lleguemos a casa. En privado y con tranquilidad. Merecen saberlo por mí y no por otras personas. Por favor. -insistió, con mentiras. Actuando de nuevo, usando sus habilidades en el teatro para su beneficio propio.

-Está bien.

-Diga que ha sido un accidente. No se me verán las heridas ya que llevo vendas, no se preocupe. -dijo, y el joven doctor sonrió al chico, dirigiéndose de nuevo a la puerta para salir de su habitación.

-Ahora los llamo para que pasen, pues.

Y ahora, él era el mentiroso.

[...]

-¿Familia de Karamatsu Matsuno? -preguntó el enfermero, y no hizo falta nada más para que la familia del chico se levantase de los asientos rápidamente y empezaran a seguir al chico que les guiaría hacia el azul. -Ha tenido mucha suerte de sobrevivir. Es alguien afortunado, ya que su familia al completo ha venido.

-Sí... Afortunado. -murmuró Ichimatsu, irónico por la situación y el oír como decía aquello imaginándose como debía sentirse su hermano en aquel momento. Los Matsuno pararon junto al enfermero que señalaba la habitación con una sonrisa.

-Esta es su habitación. Les dejaré tiempo a solas con él. -abrió la puerta y una vez pasaron salió de allí para dejarles con el chico. Karamatsu miró a su familia con una débil sonrisa, y ésta le miraba con tristeza y lágrimas acumulados en sus ojos.

-¡Karamatsu! -exclamaron los cinco hermanos antes de abrazar al sujeto en cuestión. Lo abrazaban con fuerza, temiendo que volviese a irse. Que volviese a pasar alguna otra desgracia. El azul sonrió como pudo y acarició el cabello de sus hermanos que ahora lloraban encima de él.

Happy Pills. | Osomatsu-san. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora