–¡Karamatsu! –exclamó Osomatsu, alterado al ver como estaba sentado en el suelo y con lágrimas en su rostro, agarrando el bote de pastillas anti depresivas con una sola mano. El ojiazul se sorprendió al ver a sus hermanos entrar por la puerta del baño, pues debían estar en casa, durmiendo y sin saber nada.
–¿Osomatsu nii-chan? ¿Choromatsu e Ichimatsu? ¿Qué hacéis aquí? –cuestionó, y el verde suspiró aliviado al ver que todavía no había metido las pastillas en su boca.
–Dios, que alivio que estés bien... –comentó, sintiendo como si tuviese un peso menos en su pecho.
–¿De qué hablas? –preguntó, mostrando sus dotes de teatro que había aprendido durante su infancia en el club de la escuela, pretendiendo estar confuso cuando estaba nervioso.
–Karamatsu... Saben lo de las pastillas. –habló Osomatsu, y la expresión del segundo ya no era de confusión, sino de miedo. Ya no podía ni tan sólo fingir que no tenía ni idea.
–¿Qué?
–Tranquilo, no vamos a decirte nada sobre eso. Sólo veníamos a evitar una desgracia. –habló Choromatsu, y Karamatsu apretó con fuerza el recipiente de plástico que sostenía en su mano derecha. Su ceño levemente fruncido expresaba una profunda tristeza, ya que al verlos allí, tan asustados, las cosas se dificultaban.
–No podéis evitar ninguna desgracia. Sólo yo puedo, acabando con todo. –su voz rota, lágrimas nuevas saliendo y su sonrisa completamente llena de dolor podían notarse al pronunciar tales palabras.
–¡No lo hagas! –oyó, y vió como los dos más pequeños también habían llegado para impedir que hiciera, como ellos llamaban, una desgracia.
–Totty, Jyushimatsu... –murmuró, dolido al ver como todos sus hermanos se encontraban allí, delante de sus ojos. Su cuerpo cada vez se sentía más pesado, más lleno de dolor y culpa.
–¡Por favor, no lo hagas! –suplicó Jyushimatsu, quien agarraba de la mano a Totty para evitar derrumbarse.
–¿Hacer el qué? ¿Morir? –cuestionó, pues aunque fuera evidente, quería asegurarse. Ninguno de los cinco podía reaccionar ante la palabra tabú para aquella situación.
–Eso mismo. –dijo Osomatsu, irrumpiendo el silencio.
–Siempre pensé en morir como algo lejano y temeroso. Pero ahora... Sólo puedo ver la mía como algo bueno para los demás. –confesó, aún con aquel hilo de voz que le dificultaba el habla y con esa sonrisa que estaba perturbando a sus hermanos. En situaciones así no se sonreía.
–¿Pero de qué estás hablando? –preguntó Ichimatsu, siendo el primero en procesar las palabras y en ni tan sólo pensar en lo que iba a decir.
–Cuando estaba sólo, reflexionaba a diario sobre mi vida, mis logros y amistades, mi papel en esta vida. Mis talentos y habilidades... –hizo una pequeña pausa para respirar hondo. –Mis ganas de seguir. Y todo acababa en cero. Era como una operación matemática que, por muy diferente que fuera la fórmula, acababa dando el mismo resultado. Mi vida en general es un fracaso. No he logrado nada. –dijo, arrugando las cejas y mordiendo su labio inferior. Dolía oírlo. Dolía pensarlo. Dolía sentirlo.
–Si mueres ahora tampoco podrás cambiar eso. –argumentó Osomatsu, y el azul no podía quitarle la razón. Pero tampoco podía decir que eso fuera cierto para él.
–Si muero ahora dejaré de sentir dolor. –habló, sonando demasiado convencido como para sacarle aquella idea tan horrible de la cabeza. El verde miró al de rojo, quien reflexionaba sobre aquel dolor del que hablaba. Sobre que era realmente lo que le sucedía.
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Happy Pills. | Osomatsu-san.
FanfictionTodos conocen a Karamatsu Matsuno como el segundo de los sixtillizos, alguien narcisista y despreocupado pero amable y bondadoso. Alguien vergonzoso y doloroso. Una persona que recibe desprecios a diario. Y él, empezará a cansarse de ello. De ser él...