Capítulo 53

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Lees el acertijo y notas, por desgracia, que el descanso que te dieron anoche no solo no te ayudó sino que ahora estás más agotado. Tu cabeza es incapaz de establecer su orden habitual. Te hallas aturdido, y por alguna razón las voces del parlante no salen de tu mente.

Lo vuelves a leer, que el británico, que el alemán, y que el resto de los malditos países. Todo por un maldito pez. Todo por esa mascota que nunca transmite nada.

Anotas todo, pero sientes que te faltan datos. Recuerdas al hermanito de Julieta, debes salvarla. No solo porque es una vida y es tu compañera, sino por el pobre pequeño con deficiencias del que ella cuida. 

Anotas lo que puedes, pero el tiempo se te acaba. Secas el sudor de tu frente y respondes, desconfías de ti mismo, pero esperas que suceda lo mejor. 

Volteas la hoja y escribes: opción A, el pececito es del Noruego.

Un suspiro largo se lleva casi todas tus fuerzas. Aún así, no tienes más remedio que seguir adelante.

Enseñas tu solución a las cámaras.

El tiempo pasa, se hace casi eterno, pero nada te dice sí está bien o si está mal.

El receptor está apagado y las luces encendidas. Sin embargo no ha sonado el altavoz diciendo nada. Ni para bien, ni para mal.

Sospechas que esto no puede estar bien.

Agachas la cabeza sobre la mesa y la cubres con tus manos en señal de desesperación. Esto no puede estar sucediendo.

Un ruido de interferencias te interrumpe. La luz no se ha cortado, han aprovechado tu distracción para llevarse a Julieta, que ahora, está del otro lado de la pantalla.

Atada de pies y manos a una silla junto a un hombre completamente vestido de negro con una mascara de cebra cubriendo su cara.  En la mano derecha de este, un vaso con líquido.

El sujeto te señala y luego señala el vaso, por alguna razón esto te trae viles recuerdos de lo que aprendiste cuando estabas en biología. Comprendes al instante.

"La muerte por cianuro es una muerte muy dolorosa. Sólo 50 miligramos de este potente veneno produce parálisis respiratoria al actuar sobre el aparato respiratorio. El diafragma se agita sin control produciendo convulsiones y a la víctima se le dilatan las pupilas justo antes de sentir un paro cardíaco." 

Son las palabras exactas que tu profesor dictaba mientras daba la clase que tanto adorabas y que tan poco te ha servido.

"Paro cardíaco", la imagen del hospital infantil con un niño que muere por deficiencias en el corazón, te aterra. Las probabilidades te asustan todavía más.

Te enfocas en Julieta, como el tipo le abre la boca y le da de beber.

Casi al momento, en menos de un minuto, tu compañera comienza a convulsionar. Observas sus muñecas y sus tobillos que, maniatados, luchan por escapar. Finalmente la cámara se detiene en sus pupilas dilatadas, pausada junto con el corazón de Julieta.

Julieta ha muerto. A Julieta la has matado, al igual que su hermanito. No lloras, no puedes. El shock te lo impide. Tu piel es casi un papel, las bolsas de tus ojos caen hasta tus pómulos.

El parlante habla una vez más: puedes abrir tu último acertijo.

Ve al capítulo 61.

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