Espejismo

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El avión aterrizó. Era una turista en aprietos. No sabía por dónde iniciar su travesía, no tenía nada planeado. Ni siquiera sabía dónde iba a dormir. No supo como planear el viaje de su vida.

Aterrizó en Madrid, le preguntó a algunas personas cómo llegar a Pamplona (la ciudad donde él vivía) y la trataron como si fuese ignorante. Finalmente, una pareja se apiadó de ella y le explicó que tardaba más en llegar de lo que ella creía.

Le dieron la dirección a la estación de trenes para que pudiese marcharse enseguida, en vez de esperar un vuelo; el viaje duraba seis horas.
No sabía qué hacer con tanto tiempo libre. Es por esto que, dio inicio a un pequeño proyecto que tenía en mente.
Usó sus horas en el tren para escribir un diario, con dibujos y anotaciones, sobre su amistad con Víctor: Desde el momento en que se vieron por primera vez hasta su llegada a España. Dio lujo de detalles sin omitir nada, incluyendo todo lo que había pasado en el hospital. Se dijo a sí misma que una vez terminado, lo seguiría actualizando a medida que pasase el tiempo porque estaba segura que la historia de ellos iba a continuar.

Cuando llegase el momento indicado, se lo obsequiaría.

El tiempo transcurrió y finalmente llegaron, la noche llegó a su mismo paso; sin importar la hora, lo primero que quiso hacer fue irse con su maleta hacia el hospital donde él se encontraba, tomó un taxi y le entregó la dirección al conductor. Arribó al Complejo Hospitalario junto a su maleta de ruedas y su mochila de espalda, no quiso llevar muchas cosas consigo porque no estaba segura si encontraría un lugar donde quedarse puesto que el viaje se realizó de forma repentina sin darle tiempo de investigar sobre algún hotel disponible.

El lugar era inmenso para ella y no tenía idea a quién pedirle ayuda. Su estomago estaba inquieto, tenía horas sin comer. Ahora le resultaba imposible pasar un período de tiempo sin comer algo. Se guió por los letreros y llegó a la cafetería, dada la hora, solamente habían refrescos y snacks, pero para ella era suficiente porque, a pesar de tener hambre, su cuerpo todavía no se acostumbraba a comer más seguido y sólo podía digerir pequeñas cantidades de comida.

En una mesa vio a una señora de edad avanzada tomando una taza de café mientras miraba por la ventana, sintió nostalgia al verla porque ella nunca pudo conocer a sus abuelos, ellos ya se habían marchado cuando era demasiado joven como para recordarlo; fue la excusa perfecta para acercarse a la señora, conocer un poco sobre el lugar y quizás, si tenía suerte, pudiese recomendarle algún lugar donde pudiese pasar la noche hasta encontrar un hotel en plena luz del día. Se acercó y la saludó amablemente, la señora también le regresó el saludo.

― ¿Le molesta si tomo asiento?

La señora se quedó viendo fijamente sus maletas y le pidió que se sentase.

― Disculpe, sé que debe ser raro que una persona extraña le hable de esta manera, pero es que acabo de llegar y no conozco a nadie.

― ¿Acaso perteneces al piso de Psiquiatría? Si es así, llamaré a las enfermeras.

― Casi, pero no―. Se echó a reír esperando que la señora dejase de pensar que está loca― No soy paciente, vengo de visita.

― ¿Tienes algún familiar enfermo?

― Un amigo.

La conversación se volvió más cálida y pudieron hablar con mayor comodidad, le explicó de donde venía y lo especial que era esa persona para ella.

― Esa persona debe ser muy importante para ti si te hizo viajar de tan lejos.

― Sí, lo es. Sin importar que no tenga mucho tiempo de conocerlo, aunque sepa pocas cosas de él, me ha ayudado mucho y me ha brindado su ayuda en varias ocasiones, quisiera hacer un esfuerzo para ser yo quién lo ayude ahora.

DEAD IN LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora