Encrucijada

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Sus miradas siguieron cruzándose por varios instantes, mientras sus labios callaban todo aquello que sus mentes gritaban. Miró detenidamente los moretones que Michael le había dejado después de tal golpiza, levantó su mano levemente con el deseo de descansarla sobre el rostro de él, pero dejó de sentirse confiada después de escuchar su desgarradora pregunta. Afirmaba no conocerla. Era algo que ella se esperaba, todo lo sucedido antes de llegar a España podría ser considerado como producto de su imaginación; estaba consciente de ese riesgo, pero eso no la detuvo de intentar estar a su lado.
No supo cómo responderle y prefirió salir de la habitación con lágrimas en sus ojos, corrió por los pasillos evitando a todos y decidió encerrarse en el cuarto de aseo para ahogarse en su llanto.

¿Qué debía hacer ahora?

Si no la recordaba, estaría perdiendo el tiempo al continuar en ese lugar. Su lado lógico le decía que continuase con su vida y dejase esta etapa atrás, pero su corazón le pedía que no se diese por vencida tan rápido. Recordó cómo la miró cuando estuvo a punto de arrojar a Michael por el puente. Él la reconoció en ese momento, ¿no?

Salió del cuarto limpiando sus lágrimas, su voz estaba un poco ronca y sentía su cuerpo caer; se quedó en el jardín hasta que la señora Adela la acompañó después de un rato.

― ¿Pudo hablar con su nieto?

― Preguntó por ti.

Su mirada alzó con la esperanza de que algo pudiese haber cambiado en ese tiempo que estuvo fuera.

― ¿Y qué dijo?

― Quería saber si te encontrabas bien porque te vio muy afectada cuando te fuiste de la habitación. Me preguntó si eras una enfermera.

― Él no tiene idea de quién soy.

Dejó a un lado sus diferencias con Adela porque ella era la única que estaba cerca para poder desahogarse, le contó sobre sus miedos y no pudo evitar derramar una que otra lágrima, trató de ser fuerte pidiendo su ayuda sobre qué hacer.

― No te rindas, por favor. 

― ¿Entonces qué debo hacer?

Ambas se miraron sabiendo la respuesta. Con temor a ser juzgada, decidió regresar a su habitación para explicarle poco a poco sobre quién era ella y la historia que tenían juntos, en su cartera guardó el diario que había hecho sobre ellos para poder verlo juntos una vez recuperase sus recu.erdos. Ella se asomó antes de entrar para saber qué estaba haciendo: Miraba por la ventana con el mismo tono apagado con el que lo vio la primera vez en el hospital.

El rechinar de la puerta provocó que él notase su presencia, la miró confundido, pero tampoco le pidió que se fuera.

Sin pedirle permiso, se sentó en la esquina de la cama esperando que preguntase algo para entonces buscar la forma de iniciar la conversación; trataba de mirar el suelo porque moría de ganas de mirarlo, apreciar cada rasgo de su rostro que por mucho tiempo extrañó y que ahora sabía que era real, quería mirar sus ojos para recordar el color miel que la había envuelto hace mucho tiempo. Antes que él dijese algo, ella lo miró impulsivamente y comenzó a hablar: La mayoría eran incoherencias o frases sin terminar, necesitaba hablarle, pero no sabía cómo.

― Detente― Exclamó al interrumpirla, ambos se miraron por unos segundos, al inicio parecía entender lo que ella trataba de hacer, pero en cuestión de segundos su mirada se tornaba diferente y volvía a mirarla como una extraña ―. No es necesario que te esfuerces, sé lo que está pasando: Lo más probable es que me hayas visto en algún lugar y tal vez te gusté, pero eso es todo. No te conozco.

― Eso no es cierto. Puede que no lo recuerdes ahora, pero...

Volvió a interrumpirla, pero esta vez fue más cortante. Le dijo una cantidad de cosas que ella no se esperaba como no saber de ella ni estar interesado en conocerla porque parecía una más del montón y no quería aburrirse tan rápido, también le explicó que tenía muchas cosas que ordenar en su vida como para ocuparse por problemas amorosos. Intentó insistirle que no era esa clase de persona y tampoco estaba interesada en hacerle las cosas más díficiles, pero parecía estar cegado por otra cosa que se negaba a escucharla.

DEAD IN LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora