Ilusiones

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¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho? Las cosas no debieron salir de esta manera, ¿por qué no responde?

Mi cabeza duele como si hubiese sido golpeada con algo provocando que todo se vea borroso, busco señales de vida para que alguien me explique lo que está sucediendo, pero todo está tan callado. El sonido del agua correr llama mi atención, algo me dice que ya no me encuentro en Pamplona.

¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Alguien que me ayude! No despierta y creo que no está respirando, todo esto es mi culpa.

Me pongo de pie a medida que mi visión se va estabilizando, ahora me encontraba a orillas de una quebrada rocosa dentro de un inmenso bosque cubierto de nieve.
Su capa blanca era impresionante, esculpida a mano copo por copo y extendida con ternura sobre miles de acres en los que parecía estar metida.

Nada en mí había cambiado, seguía con el mismo atuendo con el que fui a visitar a Víctor así que me desprendí de la mayoría para caminar en medio del río sin tanto peso.
El agua me hacia cosquillas entre los dedos con cada paso que daba sin ser afectada por la baja temperatura, parecía acostumbrada sin entender porqué si nunca había estado en la nieve hasta este momento. Seguí caminando dejando llevar mis pasos por la corriente que lucía disturbada, espero que mi repentina llegada no la haya puesto de esta manera al menos que tratase de decirme algo.

Fue cuando descubrí lo que estaba sucediendo, tardé tanto en saberlo.

De alguna forma había regresado al lugar que compartía con Víctor, esa clase de limbo del cual ninguno sabía con exactitud lo que era. Algo tuvo que suceder para haber regresado a este lugar, aunque lo único que recuerdo fue cuando quedé inconsciente en su habitación. ¿Qué pudo haber provocado eso?

Miré mi reflejo en el agua y detuve mis pasos. Otra vez lo había entendido muy tarde. Esto tuvo que haber sido obra de la señora Adela cuando fue muy insistente en que tomase ese té, fue la única persona en haberme propuesto regresar a este lugar. Quise enojarme tanto por haber confiado ciegamente en ella sin siquiera conocerla, pero ya el daño estaba hecho. Era este el momento de encontrar una forma de volver, pero antes tenía que comprobar si este viaje había valido la pena.

Tenemos una joven inconsciente en la habitación, necesitamos una camilla. ¿Ella tiene familiares a quién llamar?
Sé que antes vivía con sus tíos, pero no tengo el número de ellos.

En medio del camino detuve mis pasos en seco, fijé la mirada cuando noté aquello que yacía a orillas del río: Era él. Empecé a gritar su nombre con fuerzas para que se reincorporase antes de que la corriente se lo llevase, lucía débil y casi no podía moverse; mientras corría, resbalada con las piedras, llegué a caer más de una vez, pero nada de eso me impidió llegar a su lado.

Lo miré de reojo antes de arrojarme encima suyo: Sus ojos me miraron pausadamente, le costaba recuperar el aliento y sus brazos temblaban al tratar de sentarse

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Lo miré de reojo antes de arrojarme encima suyo: Sus ojos me miraron pausadamente, le costaba recuperar el aliento y sus brazos temblaban al tratar de sentarse.
Lo ayudé a sentarse colocando su brazo encima de mis hombros para que pudiese mantenerse.

DEAD IN LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora