Era algo místico, como dos piezas que encajaban perfectamente en el rompecabezas de la vida, se miraban como si conocieran los mayores secretos del otro; sonreían como niños, sus ojos estaban clavados por imanes de alta precisión que brillaban como estrellas en un cielo despejado.
Se inclinó un poco subiendo sus manos desde su cintura hasta dejarlas rodeando sus mejillas sonrojadas por el frío y la vergüenza que él le hacía sentir, se acercó aún más a ese terreno que creía prohibido cruzar para alguien sin dirección como él. Ni siquiera estaba seguro si era posible besarla en las condiciones en las que ambos vivían, si es que él vivía.
Ella estaba segura de lo que estaba tratando de hacer y le siguió la corriente porque, en el fondo, ella también quería que sucediera; cerró sus ojos y, aún teniendo sus brazos alrededor de su cuello, dejó caer sus manos sin querer hasta dejarlas sobre su pecho.
A un segundo de distancia de ser testigos de esa magia, todo se puso negro. Escuchaba su voz a la distancia, pero no podía alcanzarlo; clamaba su nombre repetidas veces, mientras el misterio de sus labios quedaba plegado en ella con remordimiento.
Su teléfono comenzó a sonar una y otra vez, intentó ignorar a la persona que trataba de contactarla, pero era tanta la insistencia que estiró su brazo fuera de la cama para ver quién había interrumpido el único tipo de encuentro que todavía podía tener con Víctor.
Sostuvo su teléfono a un segundo de apagarlo hasta que se reincorporó en la cama al notar que era Adela llamando. ¿Qué querría con ella? Ya le había mencionado sobre dejar a Víctor en paz y por eso había tomado la decisión de quedarse con sus tíos en el hotel hasta que se llevase a cabo el juicio.
― Buenos días Abigail, no quise despertarte, pero...
― Creí haber sido clara con usted.
― El Dr. Cuevas quiere hablar conmigo y temo que algo malo haya pasado ―Permaneció un momento en silencio, lo que parecía ser en serio-. No quiero ir sola.
Suspiró. Luego, colgó después de aceptar.
A pesar de toda la situación que los envolvía, ella nunca iba a dejar de estar interesada en todo lo relacionado a él. Quedaron en reunirse afuera del Consultorio del doctor para entrar juntas, y así fue.
Una vez dentro, el doctor se les quedó viendo recordando que le había pedido ir sola, pero al final optó por no comentar nada al respecto.Comenzó a explicarles sobre el accidente que tuvo la noche anterior y cómo las enfermeras lo encontraron en el suelo sin ser capaz de ponerse de pie, esto último lo dejó con gran intriga así que estuvo desde temprano realizándole pruebas y al final llegó a la misma conclusión que cuando lo revisó por primera vez. Presentaba síntomas de un tipo de parálisis llamado paraplejia a causa del accidente, aunque no todo estaba perdido para él porque todavía tenía esperanza de recuperarse si seguía rigurosamente un plan de terapia al que él llamaba "para despertar los músculos". Por este motivo había solicitado hablar con ella, ya que Víctor se había rehusado al tratamiento.
Ambas quedaron confundidas al escuchar tanta información en tan poco tiempo, les explicó lo que conllevaba la terapia, las dificultades que tendría y siempre haciéndole énfasis en la importancia de convencerlo para que pueda iniciar lo más pronto posible.
Las dos se retiraron de la oficina, Adela iría directo a hablar con su nieto para hacerlo entrar en razón e invitó a Abigail para que lo hicieran juntas.― Si me ve, puede que empeore las cosas.
― Él sólo actúa así por el estrés del juicio, pero está muy asustado. Ya verás cómo mejorará todo.
― Pero él se niega a cooperar en todo.
― Puede que sólo necesite un "empujón" de una cara amistosa.
Abigail sintió como esas palabras encendieron un pequeño bombillo atascado en su mente y prefirió dejarla sola porque tenía algo más importante de que encargarse. La Sra. Adela le habló de esa forma para que la ayudase a convencerlo de la terapia, pero al verla irse con tal prisa creyó que había logrado lo contrario. De pie frente a la puerta nota un guardia de seguridad vigilando la puerta de su nieto: Está esperando a que le den la orden para poder llevárselo a una celda. Seguir viendo este tipo de cosas innecesarias eran como un trago amargo para ella.
Retomó su tarea principal, en lugar de pedirle que no se fuera. Se saludaron como de costumbre, pero sí notaba que su nieto que no quería hablar sobre su situación con sus piernas; un detalle que el doctor había olvidado comentar era que se había lastimado la mano, la tenía vendada y tuvieron que ponerle la esposa en la otra mano. Le preguntó cómo se había hecho eso y él se quedó mirando la esposa para que ella entendiese a simple vista la respuesta.
Pasaron horas en ese cuarto sin llegar a ningún acuerdo. Hablaron un buen rato sobre la terapia sin conseguir ningún comentario positivo de su parte. Ella no pensaba salir de esa habitación sin antes escucharlo aceptar el tratamiento, aunque tuviese que irse en la madrugada. Lo notaba pensativo, distraído, había algo más que lo incomodaba y por esto, tomó la iniciativa de decírselo a ella.
― No dejes que nadie se entere sobre lo que ocurrió anoche.
― ¿Te refieres a Abigail?
Sus miradas se cruzaron y eso fue suficiente para saber que estaba en lo correcto.
Por medio de excusas le pidió que la convenciera de irse con sus tíos porque era inútil seguir en este lugar, aferrarse a algo que ya no está no era la manera en que él quería verla vivir; prefería que se fuera lejos muy lejos de él para que pudiese ser feliz y olvidase todo lo que alguna vez pudo haber imaginado. Sin importar cuánto lo negase, ella tenía la sospecha de que estaba mintiendo.
Justo en el momento en el que iba a cuestionarle sobre sus ideas, el guardia pidió permiso para entrar y se les acercó a ambos con una ligera risa en su rostro, diciendo: "Es un muchacho con suerte." Los dos se le quedaron viendo un poco confundidos y continuó: "Me acaban de notificar que alguien dejó un vídeo de una fuente anónimo en la Comisaría donde el otro chico, Michael, admite ser el verdadero culpable".
La Señora Adela se fue poniendo de pie lentamente, pero tuvo que sentarse otra vez porque no podía mantenerse a sí misma, estaba descubriendo una verdad muy desgarradora; después de todo este tiempo creyendo que su nieto había sido culpable de un accidente tan terrible no tenía palabras para describir lo avergonzada que se sentía por haber dudado de él. El guardia se retiró del lugar dejándolos solos. El silencio podía cortarse con un cuchillo. En cambio, Víctor se sentó en la cama con las manos cubriendo su rostro mientras pasaba por distintas emociones.
― Víctor, yo...
Antes de dejarla decir algo, comenzó a exaltarse pidiendo que lo dejasen ir con motivo de suma importancia. Empezó a gritarle para que buscase a Abigail lo más rápido posible porque su vida corría peligro. Estaba seguro de la clase de persona que era Michael y de lo que era capaz de hacer así que no estaría tranquilo hasta que ella estuviese a salvo y lejos de este lugar. Ella está perpleja mientras lo escucha hablar, este es no es el mismo Víctor que despertó hace unos días; lucía preocupado, su mirada cambiaba cuando hablaba sobre ella al culparla por no haberle hecho caso desde el inicio cuando le pidió que se largase.
Preocupado por la seguridad de ella, olvida que su abuela no sabía nada sobre su inocencia y sólo se percata de eso cuando la ve recostarse de la silla con los ojos a punto de salir de su rostro; pidió ayuda y una enfermera entró para calmarla, darle unas pastillas y revisar su presión.
― Víctor...¿Siempre lo supiste? Pero no pudiste decirme la verdad.
― No importa lo que yo supiera porque eso no me hace menos culpable que él.
― ¿Y sobre ella? ¿También mentiste sobre eso?
―Sólo trato de protegerla. Promete que no le dirás nada, te lo ruego.
― ¿De quién quieres protegerla? ¿De Michael?
― De mí.
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DEAD IN LOVE
Teen FictionNo poder distinguir entre lo real y la fantasía, no saber si tu único amigo en verdad existe. Los sueños se apoderan de esta historia llena de esperanza y amor.