Capitulo 2

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Desperté con la respiración agitada, empapada en sudor, la habitación obscura hacía que todo fuera más abrumador. No era la primera vez que me sucedía y no sería la última. No me había percatado de lo que estaba sucediendo hasta que me calme y mi respiración fue regular. En un inicio pensé que eran los nervios pero no era así. Todos los objetos de mi habitación estaban flotando, congelados y girando sin control, ya era normal que eso pasara con ese sueño en particular. Al encender la luz los objetos cayeron al duro suelo. Fui directo al baño para pasarme agua en el rostro, me fue difícil, ya que con solo tocar el agua la congelaba, aún no lograba controlarlo pero estando nerviosa y con miedo era aun más difícil. No era el miedo porque podrían descubrirme, vivir en una ciudad que destruye alterados no era sencillo si eras uno de ellos pero ese miedo lo había perdido hace tiempo, en este punto me daba igual que hicieran conmigo. El miedo era por el sueño que tenía constantemente.

Después de relajarme y estar en paz fui directo a la cama sin importar que el dormitorio estuviera desordenado. El reloj marcaba las dos de la mañana. Me acomode, me tape y caí en un profundo sueño.

-¡Einer! ¡Einer! ¡Einer!- Me despierta mi madre mientras baja las escaleras de mi habitación, que era el sótano. Un sótano acogedor.

-¿Qué?- Le digo entre bostezos y medio dormida.

-Llegaras tarde, levántate- Luego de darme esa orden salé y cierra la puerta de un portazo.

La alarma no había sonado, marcaba las seis con treinta de la mañana, realmente era tarde, no quería llegar tarde a mi último día de clases. Me levante de la cama en un brinco y fui directo al baño, fue una rápida ducha, la más rápida que había tomado, me cambie y subí a desayunar, o más bien a devorar y guardar parte del desayuno. Tome mi mochila y me despedí con un "Hasta pronto" de la familia que aun estaba en la mesa desayunando.

Corrí a todo pulmón a la escuela para que no me dejaran fuera, un minuto tarde, no entraba a estudiar y posiblemente terminaría limpiando las calles reconstruidas de la ciudad por tal falta. Por cada calle que cruzaba volvía a ver mi reloj, sentía que jamás llegaría. Al doblar la esquina vi la escuela, un viejo edificio que estaba destrozado del techo, que apenas estaba en pie y que lucía demacrado. Me costaba respirar por el frio y el cansancio, pero aun así corrí más rápido. Justamente al cruzar la entrada sono la campana. Me incline para recuperar el aliento, me sentía como si hubiera corrido una maratón. Saqué el botellón de agua y en tres enormes tragos me lo terminé.

-Tarde. ¡De nuevo!- Dice decepcionado, acercándose a mí con su sonrisa de burla y con un botellón de agua que me ofrece.

-Gracias- Le recibo el botellón de agua a Héctor. Él chico pelirrojo, con cabello alborotado, con un par de ojos naranja-verdosos, musculoso y apuesto, con una forma peculiar de vestir.

-¿Te soplo?- Héctor comienza a soplarme con la boca en el rostro. De un solo empujón lo aparto y me enderezo.

-¡Me vas a quemar!- Le digo aun entre jadeos por el cansancio- Nos dejara afuera de clases, otra vez- Sabiendo que la maestra de matemáticas no perdonaba si llegábamos un minuto tarde, y ya habían pasado cinco minutos, así que sería mejor ni aparecer.

-No te preocupes, ella no vino. Así que tenemos un periodo libre- Levanta el puño en celebración.

Ambos caminamos entre pasillos con tranquilidad hasta llegar a nuestros casilleros para sacar los libros de la siguiente clase. Cerré el casillero y me recosté en el, veo hacia todas direcciones y solo habían algunos en ese mismo pasillo que eran de la misma clase de matemáticas, entre una de ellas estaba una chica de cabello castaño que no le despegaba la vista a Héctor.

Crystallize: El Encuentro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora