El sonido de gotas de lluvia salpicando contra el firme suelo se dejaba oír con claridad, pues esta había empezado hace unos segundos apenas y Yoongi maldijo el momento en el que había decidido usar el traje azul marino entallado a su figura que Jungkook había mandado a hacer especialmente para su último aniversario.
Porque sí, Yoongi a veces se sentía tan miserable que recurría a esconderse en gratos recuerdos de su pasado para eludir el presente. Usaba la ropa que Jungkook le dio porque le hacía recordarlo y eso se sentía bien, incluso si no fuera correcto.
Había recibido un mensaje de su madre hace unos minutos, luego de la llamada que tuvo y en la que dejó a su madre hablar sola, indicándole sobre la cena imprevista que había surgido cuando unos familiares de Japón habían tocado la puerta de su casa, invitándolos a una cena formal en un restaurante de lujo del cual Yoongi no tenía idea.
No era muy fanático de la comida Japonesa y no solía ir a restaurantes de ese tipo muy seguido.
Sin embargo, y como siempre, no pudo rechazar la invitación que le había sido dada y tuvo que confirmar su asistencia.
Por fortuna había aparcado su auto cerca a la salida del gran edificio y no tuvo que caminar mucho para adentrarse en este, la calidez y comodidad llenándolo por completo cuando cerró la puerta del conductor.
Había gastado una suma considerable de dinero en su auto, por lo que éste era su orgullo, su pequeño bebé.
Encendió la calefacción, subiendo las lunas polarizadas. Insertó la llave del auto y le dio vuelta, el rugido del motor al empezar a funcionar se oyó con fuerza.
Pisó el acelerador sin ningún problema, manos en el volante y arrancó. Nada más que su respiración calmada en el ambiente, no pensó en la posibilidad de encender la radio ni por un segundo, eso lo desconcentraba al momento de conducir y no quería sufrir de ningún accidente a sus cortos 25 años.
Sus cinco sentidos tenían que estar alerta cuando manejaba, eso lo sabía de memoria, no le apetecía ver que su nombre se uniese a la lista de personas que fallecieron por accidentes automovilísticos.
Por eso manejaba a menos velocidad de la normal, había recibido quejas por su manera de conducir desde que había aprobado el examen para obtener su licencia de conducir, incluso podía escuchar la voz de Jungkook decirle divertido.
"Si andas tan lento un día te detendrán por la excesiva baja velocidad."
Rio con pesadez, aumentando el agarre en el volante, ¿por qué todo lo que hacía estaba ligado a cualquier recuerdo que había compartido con el menor?
No había avanzando mucho cuando se percató que aún no había encendido el GPS para que pudiera guiarlo hasta el dichoso restaurante, se reprendió por ser tan despistado y se dispuso a presionar el botón de encendido; sin embargo, cuando lo hizo, la melodiosa voz de Angelina Jolie, que era el tono que había configurado para su GPS, no se oyó.
Yoongi siguió avanzando, presionando dos veces el mismo botón pero sin lograr ningún resultado. No había necesidad de frenar para notar que la batería se había agotado y que no tenía otra opción más que cancelar la cena con su familia.
Bajó la velocidad al encontrarse con el semáforo en rojo y sacó su celular para llamar a su madre.
Presionó repetidas veces el botón de desbloqueo y la pantalla seguía en negro a pesar de sus esfuerzos.
Mala noticia: la batería de su teléfono también se había acabado.
No tenía idea de qué hacer en ese momento. Debió haber sabido con anticipación que esto sucedería, Hoseok se lo repitió más de tres veces.
"Sr. Min, no olvide cargar la pila de su celular, uno no sabe cuándo tendrá una emergencia."
Maldito él y su afán por nunca oír los consejos de un buen amigo.
El semáforo cambió a verde y pisó nuevamente el acelerador, andando de frente.
Bajó la luna del conductor para observar en dónde se encontraba. Las calles pintorescas de aquel barrio eran desconocidas para él, bares con letreros fosforescentes habían por cantidad y el repiqueteo de vasos chocando entre sí podían oírse desde el interior.
¿En qué momento había llegado a esa parte de su ciudad?
Algo temeroso, siguió su camino, avanzando recto y sin detenerse a girar en ninguna curva.
El miedo llegó cuando vio un grupo de chicos con aspecto desaliñado y sospechoso por el retrovisor, todos sentados en sus respectivas motos. Su vista de halcón le permitió observar los rastros de ambición y deseo con la que aquellos muchachos observaban su auto. Como si de un ave carroñera y su presa se tratasen.
Aumentó ligeramente la velocidad y miró al frente, buscando alguna solución o lugar de escape.
Su mirada recayó en una persona en específico, un chico parado en la siguiente esquina y algo desgarbado en su opinión.
No se detuvo ni un momento en su recorrido, aumentando la velocidad y cada vez estando más cerca del chico.
Unos metros más y pudo distinguir las ropas del contrario. Apreció sus facciones, barriendo su rostro con la mirada mientras frenaba frente a él.
No le ponía más de 22 años, quizá hasta menos. Era un chico delgado, no muy alto y de hebras rubias. Llevaba el cabello un poco largo, aunque demasiado para el gusto de Yoongi.
Sus piernas eran pequeñas y parecían no caber dentro de los apegados pantalones negros que traía puesto. Llevaba también un polo blanco translúcido, exponiendo su cuerpo y dejando a plena vista sus pequeños y rosados pezones, tan solo cubiertos ligeramente por la chaqueta que traía y que, suponía, se había movido para deleitar a su vista ante esa imagen.
Perdido en sus pensamientos, no notó cuando el chico misterioso había avanzado a zancadas hasta su ventana para mirarlo con una sonrisa en sus labios.
Santa mierda.
Piel blanca como la nieve, ningún rastro de imperfección en su bello rostro. Yoongi apostaba a que debía usar alguna crema en especial para tener una cara así de cuidada y perfecta.
Sus ojos entrecerrados en una fina línea al estar sonriendo, nariz perfilada y mejillas ahuecadas.
Jodidamente perfecto.
Siguió bajando su vista hasta llegar a lo que, calificó, sería su próxima perdición.
Labios regordetes, afelpados y tan rojos como pudieras imaginar. El chico notó la intensa mirada que le era dirigida y pasó lentamente su lengua sobre su belfo, dejando un rastro de saliva que Yoongi no pudo evitar notar.
Las comisuras de los labios del extraño elevándose, formando una sonrisa pícara.
Entonces habló, una simple oración y Yoongi supo que estaba perdido.
"Eres guapo, así que te haré una oferta." relamió su labio, tentando la cordura del mayor. "¿90 dólares la hora te parece bien? Te aseguro que valdrá la pena." terminó con un guiño.
Yoongi entendió a lo que se refería.
Aquel ángel que apenas había conocido era nada más y nada menos que un chico de compañía. Menuda suerte la suya.
No tenía nada en contra de ellos, desde luego, él no era el tipo de persona que se escandalizaba al ver un prostituto. Cada persona tiene sus razones para hacer lo que quiera con su vida, si aquel chico había decidido llevar ese estilo de vida era su problema, no el suyo.
Lo que sí parecía ser un problema era la insinuación para nada indirecta que le había sido propuesta.
Y otro aún más grande era que Yoongi, en una minúscula parte de su cerebro, donde estaban retenidos sus fantasías y deseos secretos, estaba más que tentado a aceptarlo.
Oh Yoongi, Yoongi ¿en qué lío te metiste ahora?
itsjeonjimin
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Paradise [M.yg + P. jm]
FanfictionYoongi sabe que está en aprietos cuando no tiene con quién ir a la boda de su prima. Hasta que conoce a Jimin. Una boda, dos chicos, una mentira. ¿Qué podría salir mal? "Porque besarte es como estar en el paraíso y el no poder tenerte se siente como...