「Capítulo 18」

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La frase "Nunca sabes lo que pierdes hasta que lo tienes." se amoldaba a la perfección con su situación. Bueno, él no recordaba la frase con exactitud pero suponía que era algo muy parecido a eso.

Jimin había escuchado sobre el amor desde pequeño. Los "te amo" habían ido y venido en su vida como olas en el mar. Infinitas veces y en ninguna tuvo el problema de devolver las mismas palabras. No porque no las sintiera realmente, sino porque sabía y estaba seguro de que eso era lo correcto.

¿Ahora sucedía lo mismo? ¿Debería actuar según el concepto de la razón o en lugar de ello debía dejar que su parte subjetiva tomara el control?

Él estaba seguro de no haber tenido un sentimiento con tal intensidad nunca. No había necesitado pensar mucho en lo que unas simples palabras podían ocasionar, al menos no hasta Yoongi.

La angustia se lo estaba comiendo vivo y agradeció a cualquier fuerza superior el hecho de que el mayor no estuviera mirándolo a los ojos. Eso solo empeoraría las cosas, si es que todo aún no estaba jodido.

En su lugar, y en contra de todos los pensamientos que arremolinaban en su mente, decidió guardar silencio y, con extrema cautela, retiró su mano de la de Yoongi.

No hubo reacción por parte del otro. No gritos ni reclamos, ni siquiera unas palabras de reproche o algo por el estilo. Lo único que obtuvo fue un suspiro cargado de tristeza y cierto deje de comprensión.

La ceremonia siguió su curso con normalidad. Irene lloró cuando Sung-jae declamó su discurso y besó el dorso de la mano de su amada.

Para cuando el ministro terminó con la ceremonia y Sung-jae tomó en brazos a su esposa, Jimin no se sentía del todo bien.

El cargo en su conciencia era demasiado pesado como para intentar llevarle la contraria o pretender que no estaba allí. Cuando Yoongi se puso de pie, para saludar a los nuevos esposos, y no llamó su nombre para que lo acompañara, Jimin se sintió peor.

Todos los invitados charlaban sobre lo espléndida que había resultado su estadía en el resort Hanwha y luego, dirigidos por personal del mismo, partían rumbo hacia el gran salón para ser partícipes de la fiesta que, Irene aseguraba, sería la mejor del siglo.

Así que Jimin tomó una decisión. Se puso de pie, arreglándose el pantalón de vestir, y se fue sin decir nada. Hoseok lo vio y lo detuvo por la muñeca.

"Hey, ¿todo bien?" Jimin intentó sonreírle.

"Sí, solo creo que algo me cayó mal." Hoseok asintió comprensivo. "¿Me cubres mientras tanto?"

"Cuenta con ello." respondió, en su papel de asistente. "Si te sientes demasiado mal, deberías decirle al señor Min. No estará feliz de saber que te perderás la fiesta."

"Lo haré. Gracias por todo, Hoseok." el rubio le devolvió una sonrisa y se fue. "Nos vemos."

Cuando el pelirrojo vio a Jimin perderse en el camino que iba directo a los dormitorios le llegó un mal presentimiento. No hubo tiempo para torturarse pensando sobre el asunto cuando So Min le pasó la voz y lo llamó para que fueran juntos a la fiesta.

Él no tenía idea de la importancia de las palabras dichas por Jimin cuando se fue al gran salón.















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La música estaba a cargo de un DJ que permanecía en su cabina escondido de todos, la música fuerte con las voces de variados artistas hacían bailar a más de uno en el salón. Jungkook estaba bailando con Lalisa una canción de Rihanna, marcando pasos particulares y agraciados que causaban carcajadas en su hermana menor. Pudo ver a Hoseok y So Min hablar a tres asientos suyo y adivinó fácilmente la batalla que se desataba en la cabeza de su mejor amigo mientras titubeaba sobre si debía sacar a bailar o no a la pelinegra.

Paradise [M.yg + P. jm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora