「Prólogo」

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Min Yoongi estaba estresado, eso era algo seguro.

Las noches en vela por más de una semana lo tenían al borde la locura, según él. Solo hacía falta un papeleo más y sería libre, un contrato más y podría regresar a su apartamento para darle un merecido descanso a su cuerpo.

"¿Sr. Min?" la cantarina voz de su asistente se oyó desde el umbral de la puerta.

"Adelante, Hoseok."

"Siento interrumpirlo, señor." se disculpó el pelirrojo. "Recibimos unas llamadas desde Tailandia, el empresario Chanyeol envió un..."

"Lo sé, recibí su correo en la mañana." cortó.

"Oh" la decepción en su rostro no pasó desapercibida por su jefe.

"¿Algo más que deba saber?" cuestionó, sosteniendo el bolígrafo con sus dedos y dejándolo en el aire, a la altura de su mandíbula.

"Déjeme revisar, por favor." pidió el chico, sacando su teléfono celular y deslizando sus largos dedos sobre la pantalla. "Su madre llamó, dejó un recado y espera su llamada de vuelta." informó.

"Gracias, Hoseok. Lo haré enseguida."

El pelirrojo asintió y le avisó a su jefe que estaría en recepción si es que necesitaba algo.

Hoseok era un ángel, no merecía a alguien tan eficiente como éste lo era trabajando más de ocho horas en su empresa.

Sacudió su cabeza, pasando su mano derecha por sus cabellos logrando que éste se despeinara un poco.

Seguramente su madre se reiría de él, igual que Jungkook lo hizo cuando vio de qué color se había teñido su novio.

Jungkook.

El recuerdo de su relación seguía intacto, dolorosamente, pero lo hacía.

Aquel pelinegro de 22 años, ojos grandes y brazos fuertes había sido su perdición. Lamentablemente, y por cosas del destino, su relación terminó hace no más de tres meses. Y para ello había establecido una razón en especial.

Min Yoongi era bueno en casi todo: sabía siete idiomas, se había graduado con honores en tres carreras y era considerado uno de los empresarios más influyentes de Corea del Sur a sus 25 años de edad.

Todos decían que era perfecto.

Él no lo creía así.

¿Por qué? Simple, Min Yoongi y la palabra "relaciones" no iban de la mano, mucho menos debían ser pronunciadas en una misma oración.

Lentamente empezó a divagar entre sus pensamientos más recónditos, dejando su mente volar muy lejos de su oficina.

Pasando la tropósfera, exósfera y llegando hasta lo más alto de la galaxia.

Un pitido fue el encargado de traerlo de nuevo a tierra firme, la gruesa voz de Dua Lipa en su última canción "New Rules" escuchándose por toda la habitación.

Se apresuró en tomar la llamada, luego podría disfrutar de la canción en la comodidad de su hogar.

"¿Diga?" soltó con la voz áspera, sin haber verificado el identificador de llamadas.

"Yoongi, amor." habló la voz de la otra línea y la reconoció al instante.

"Hola, madre."

"Tu buena vibra llega hasta aquí ¿sabes eso?" rio divertida, sin recibir respuesta. "Bien, llamaba por algo."

"Te escucho." respondió, mientras terminaba de firmar un último contrato luego de haberlo leído más de cinco veces.

"¿Viste los recordatorios de tu celular? Estoy segura que le dije a Hoseok que te agendara algo."

A una velocidad inaudita, despegó su celular de su oreja y cerró la llamada para entrar a recordatorios.

22 de Agosto: boda de Irene.

Ahora ya entendía por qué su madre lo estaba llamando. Su prima se casaba en tres días, genial.

"¿Yoongi? ¿Sigues ahí?"

"Lo estoy." respondió, nuevamente pegando su celular a su oreja para escuchar mejor. "No iré a la boda."

"¡Pero qué cosas dices!" exclamó la mujer. "¡Confirmamos nuestra asistencia hace una semana!"

Yoongi bufó.

"Bien, aún sigues decidiendo por mí." se quejó, un sabor agrio llenando su boca al reflexionar bien lo que su madre le informaba. "¿Cuántos pases eran?"

"Tu padre y yo iremos juntos y para ti dieron dos pases." explicó y Yoongi chasqueó la lengua.

"Dime que no usaste los dos pases."

"¿Qué? Creí que irías con Jung..."

"Terminamos hace tres meses, madre ¿en serio no lo recuerdas?" reprochó, cerrando el portafolio negro donde había terminado de guardar los contratos listos hace unos minutos.

"Oh, yo creí..."

"Ya" interrumpió. No tenía ganas de oír una charla motivacional de su madre al enterarse de su último rompimiento. "De todos modos iré solo".

"Claro, sí. El hijo de los Kim también asistirá, quizá puedan congeniar bien." la mujer fue sugerente al hablar.

"No estoy desesperado por alguien."

"Lo sé, hijo." dijo calmada. "Pero tienes 25 años, ¡quiero nietos!"

"Puedo dártelos sin necesidad de tener pareja. Hoseok de seguro conoce algún orfana..."

"¡Sabes perfectamente de lo que hablo, jovencito!" reprochó con voz autoritaria.

"Lo tendré en mente." vio la hora de en su celular y habló. "Debo cortar, te llamaré cuando llegue a mi apartamento."

"Pero, necesi..." colgó antes de que su madre siguiera dándole vueltas al mismo asunto.

¿Acaso era requisito tener pareja para ir a una boda? Él no lo creía así.

Además, eso no afectaba en nada ¿cierto? Él solo iría a pasar el rato allí, saludando a sus familiares más cercanos y entablando conversaciones sobre lo próspera que había resultado la última alianza con algún empresario conspicuo.

Lo usual.

No tendría por qué llevar a alguien, desde luego que no.

Pero ¿qué pasaba si esa elección no estaba en sus manos?

¿Qué pasaría si el destino le ponía en su camino a un chico rubio cuyo encanto fuese tan impactante y sublime que provocara corrientes eléctricas por todo su organismo simplemente brindándole una mirada?

O peor aún.

¿Qué pasaría si se enamoraba en el camino?






















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Paradise [M.yg + P. jm]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora