Capítulo 2.

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No podía dormir sin pensar en aquel chico que me espiaba, era escalofriante, a pesar de que aún no lo veía frente a frente me daba miedo el saber que podía entrar en mi casa sin importar nada.
Estaba tirado en la cama cuando siento un ruido y cierro los ojos con fuerza, ese sonido se hacia constante por lo que me levanté levemente caminando de puntitas, volví a sentir aquel ruido y como no estaba con mi padre me metí de un solo salto a la cama y me cubrí hasta la cabeza; me quedé dormido por tanto temor que tenía, sabría que por lo menos mañana mi padre estaría y sentiría que me cuidaría.

Al otro día me desperté y fuí hacía el baño todo parecía normal aunque no había ningún ruido. Me bañé lentamente, cada gota de agua que caía en mi cabeza y bajaba por mi cuerpo me hacía recordar cada borde de su fuerte cuerpo, tenía miedo, era bajo, débil e incluso hasta torpe lo que me hacía caer en desventaja a cualquier situación. Terminé de bañarme y fuí hasta mi habitación y me vestí de escolar, arreglé los últimos toques de mi camisa, de mi corbata y de mi saco y caminé hasta el salón, mientras bajaba veía que cada escalón se hacía más sucio. Levanté mi cabeza y estaba todo destrozado, la cocina, la sala, las paredes e incluso diría que hasta el baño del primer piso, mi boca se abrió completamente y tapé esta con mi mano, dejando caer mi mochila bajé lentamente con algunas lágrimas de temor en mis ojos, puse mi mano en la pared que une la sala con la cocina y está estaba húmeda. Veo mi mano y estaba roja al igual que la pared. Podía ser pintura, podía ser salsa, podía ser incluso hasta mermelada; seguí caminando y estaba todo rojo, un largo camino de esta mancha roja me dirigió hasta el baño, grité fuertemente cuando ví a mi padre ahí.
Él baño estaba completo de él, literalmente, era como una decoración, cerré mis ojos fuertemente al ver uno de sus ojos colgado en el techo junto a su lengua, nariz y brazo, mi padre había sido asesinado, salí corriendo de mi casa con manchas en mi ropa y traumatizado llamé primero a la policía, necesitaba despejarme, necesitaba a mis amigos por lo que luego fuí al colegio, sabía que había ropa extra en mi casillero, entré al llegar a este, mis pies se arrastraban como si unas pesas llevaba encadenadas, mis ojos estaban rojos de tanto llorar, mis manos estaban cubiertas de sangre al igual que mi parte baja de mi camisa y gran parte de mi pantalón, pequeñas gotas de sangre estaban en mi rostro, por un momento fuí el centro de atención de todo el colegio, llegué a mi casillero y ahí primero limpié mis manos para no manchar esa ropa, fuí al baño con la misma velocidad lenta con la que caminé hasta mi casillero, pasé por muchos salones de clases y estos estaban repletos de gente que me miraba independiente del grado, yo solo miraba un punto fijo del suelo y lloraba silenciosamente.
Al llegar al baño saqué mi ropa y me dí una pequeña ducha rápida, no paraba de llorar y comencé a vestirme con mi cuerpo aún mojado, estaba apunto de salir del baño cuando Scott y Evan, mis amigos entraron, sus rostros estaban pálidos al parecer ellos solo se enteraron, no sabía quién me había visto en ese estado ya que casi ni parpadeaba, mordí mi labio inferior con fuerza y me lancé hacía ellos a llorar con todas mis fuerzas, esas fuerzas con las que antes no podía desahogarme, ellos solo me abrazaron fuertemente y se escondieron en mi cuello, yo hice lo mismo con el de ellos, cuando me calme los miré y tapé mi boca sintiendo lo húmedo de mis labios además esas pequeñas lágrimas que rozaban por el borde de mi mano para luego escabullirse por mi muñeca hasta caer al suelo, el timbre ya había sonado pero a ninguno nos importó, me dejé caer en un asiento, me dolió la verdad pero eso no me importaba, ellos se sentaron con más cuidado a mi lado y comenzamos a hablar de aquello que me pasó, sus expresiones eran casi iguales a las mías cuando ví a mi padre en ese estado, las palabras difícilmente salían de mi boca, mis labios gruesos y rosados temblaban y mi voz se ahogaba de nuevo por lo que me obligó a detenerme, respiré profundo y continúe hasta terminar, ellos me dieron su apoyo y pésame, pero eso no bastaba, quería saber quien fue el asesino de mi padre y hacerle lo mismo a él.
Él rencor invadía mi cuerpo poco a poco lo que me llevó a levantarme rápidamente y golpear la puerta de el baño, cuando esta se devolvió mi puño quedo marcado y mi mano quedó roja, no me importo nada y tomé mi mochila y caminé con ellos hasta el salón, mi momento de pena había pasado y ahora de mi se había apoderado la rabia, descubriría quien le había hecho eso a mi padre sin importar lo que tenga que hacer, mi maestra se nos quedó mirando y yo solo entré mientras que mis amigos se disculpaban seguido con ella, me senté en el último puesto y mi gorra cubrió mi cabeza y una sombra se hizo presente en mis ojos lo que se les hacía difícil a los demás verme a los ojos, escribí todo ya que mi padre sin importar como era le gustaría que yo siguiera mi vida, él era un mal papá, maltratador, abusador, estafador, todo lo que se pueda decir o pensar pero no merecía eso, depronto un sonido peculiar se hizo presente en el salón, era el timbre de mi teléfono, lo saqué sin importar nada y era del desconocido, no había pensado en él antes, la pena estaba apoderada de mi y no me dejaba pensar, lo abrí curioso y un poco molesto, esperé a que cargará y a penas leí aquel mensaje lancé mi mesón lejos y salí del salón enfadado, mi celular había caido cerca de Scott con la pantalla encendida, él lo tomó y abrió su boca ampliamente al ver el mensaje, su rostro estaba pálido mientras que dirigía su mirada a Evan.

- "¿Te gustó tu sorpresa matutina hermoso?"

Él DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora