escenas un poco "fuertes", trate de tocar este tema de la manera más suave posible sin que se pierda el contexto de la misma.
El arrepentimiento no tardó tanto en llegar, esa misma tarde, después de su discusión con cierta pelirroja, Astrid no dejaba de caminar por la sala de su casa reconsiderando todos los últimos sucesos que habían pasado en su vida y siempre llegaba a la misma conclusión: era una cobarde.
Una miedosa.
Una insensible.
Una tonta, por no decir algo peor.
En más de una ocasión sus pies la dirigen a la puerta con la intención de salir en búsqueda de la chica de ojos azules que tanto le gustaba, pero se arrepentía casi al instante cuando su mano tomaba la manija de su puerta. Toda la situación la sobrepasó, no entendía nada y no podía dejar de pensar en los ojitos tristes de aquella chica que siempre la había visto con alegría y cariño, esa mirada no salía de su cabeza y la torturaba constantemente. Sentada en su sofá con la mente dispersa y con el teléfono en la mano, tentada de marcar aquel número, llamaron a su puerta fuerte, aquello la sorprendió y una parte de ella se ilusionó al creer que era Azul, rápidamente camino una vez más hacía la puerta y la abrió sin siquiera preguntar quien era la persona que se encontraba del otro lado.
—¿Podemos hablar?—una voz gruesa se hizo presente y el corazón de Astrid se encogió en la decepción de ver quien era la visita.
—Hola Teo.
—¿Podemos hablar?—volvió a preguntar el castaño, con la mirada endurecida y los brazos cruzados, enojado.
—¿Qué pasa?—preguntó sin ganas la morena. —No estoy de humor.
—Si, lo supongo.
—¿Ya te contó?—aquella pregunta era innecesaria, pero aun así la hizo y no necesito una respuesta verbal, pues Teo pasó por su lado y entró a la casa de la morena aun con su semblante de enojo. —Supongo que sí.
—Hazel me llamó hace un rato, quería que fuera a su casa porque Azul había llegado con un ataque de ansiedad.
Aquello fue una puñalada directa a su corazón, de solo imaginar aquella escena se le helaba la piel.
—¿Está bien?—preguntó rápidamente, sin disimular un solo segundo.
—¿Te importa?
—Claro que me importa, eso ni me lo deberías cuestionar.
—¿Entonces por qué la dejaste?—la pregunta salió de entre sus labios y el silencio fue su compañía. —¿Por qué? ¿No era que la querías? ¡¿Para que la obligaste a confesar lo que sentía por tí si la ibas a dejar así?!
—Teo...
—No lo entiendo y si yo no lo puedo entender, menos ella.
—Es que es...
—¿Complicado?
—Si.
Ambos se quedaron en silencio, con la mirada puesta en el otro, con las respiraciones agitadas y fue aquel momento el punto de quiebre de la morena, lloró, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y por primera vez en días, solo lo dejó salir.
—Y-yo no que-quería.
—Astrid, oye...
—Pero, es que—comenzó a balbucear mientras Teo se acercaba a ella para poder contenerla, porque aunque estaba enojado por romperle el corazón a su mejor amiga, Astrid también era su amiga, no lo podía evitar. —Ese que es el esposo, no se que vio o si, si sé y luego dijo esas cosas y yo no lo pude creer, entonces lo-lo hice.
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Siempre a tu lado.
Teen FictionCOMPLETADA Libro 1 | Siempre Azul siempre ha vivido bajo la demanda de su familia, moldeándose a ella misma para encajar siempre y no perder a los suyos, pero a sus 20 años, el conocer un nuevo mundo y una manera distinta de sentir es demasiada ten...