Mi padre rápidamente se ofreció a colocar su americana en el perchero, Matt le brindó a mi padre una botella de un vino, reserva, según mi padre, de los más buenos. Mi hermano fue quien menos atención le estaba prestando, como si fuera uno más.
Nos sentamos en la mesa, mientras mi padre ponía en marcha uno de sus mejores discos. Mi madre servía los platos y Matt se ofreció a servir la bebida.
Intrigado, se acercó a mi oreja y con voz tenue me preguntó que era lo que estaba sirviendo. No pude remediar soltar una carcajada, y entre risas aclararle que era sangría de cava, y que la había hecho yo.
Matt puso cara de sorprendido.
Cuando ya todos estaban en la mesa Matt propuso un brindis por mi, al que todos aceptaron alzando sus copas.
Mi madre sirvió la comida y mi padre aprovechó para ir conociendo un poco más a Matt. Me sentía cómoda, me gustó ver a mi familia tan pendientes de Matt, nunca antes les había presentado un chico a mis padres de manera tan oficial y no podría estar saliendo mejor.
A Matt le encantó la cena y se le veía encantado con la compañía.
Mientras los hombres hablaban de deportes, mi madre y yo nos retiramos a recoger los platos sucios y a dejar espacio en la mesa para los postres.
Mi madre, como la ocasión especial lo requería, nos había preparado una de sus mejores delicias, pizza de nutella.
Mientras terminábamos de cenar Matt iba contándole a mi padre y a mi hermano sus batallas en el trabajo. Entre batalla y batalla Matt me miraba como si estuviera pidiéndome permiso para poder contarla. A lo que yo, instintivamente respondía que si con una leve sonrisa.
Mientras seguían charlando, me acerqué un poco más a Matt con la intención de alcanzar una porción de mi postre favorito, Matt se ofreció y me acercó uno de los trozos. Cuando me lo dio, sus dedos quedaron impregnados de nutella y de manera espontánea y natural, se los acercó a la boca y lamió la nutella de sus dedos.
Mientras yo saboreaba mi deliciosa porción de pizza, Matt dejo caer su mano sobre mi pierna por debajo de la mesa. De manera sigilosa metió la mano bajo mi vestido floreado y lentamente acariciaba mi pierna. Al dar por finalizada su anécdota, Matt se acercó y me dio un beso suave en la frente.
Mi padre se levantó y salió al jardín a fumarse un cigarrillo, mi madre lo acompañó con una copa de vino. Mi hermano se acercó a darme un beso de buenas noches, se despidió de Matt y se encerró en su habitación.
Hacía varios días que no tenía cerca tan cerca a Matt, y tenía unas fuertes ganas de besarle.
Interrumpí el beso, fui hacia el armario, saqué dos copas, y una botella de vino blanco de la nevera. Y con una mirada pícara le pedí a Matt que me siguiera por el pasillo hasta mi habitación, Matt sonriendo, con pasos cortos pero firmes, me seguía, a mitad del pasillo afloja el nudo de la corbata roja que traía.
Entramos en mi habitación y Matt se ofrece a abrir la botella de vino. Mientras lo hace, me acercó al ordenador y pongo un poco de música jazz, muy suave. Matt se acerca a mi con una copa de vino en cada mano, me ofrece una, la cojo y me adelanto y le ofrezco un brindis, un brindis por esta noche. A lo que él responde chocando nuestras copas, dándole un breve sorbo, y acto seguido se acerca y a pocos centímetros de mi boca susurra; por esta noche, para que sea eterna.
Un curioso cosquilleo me recorre el cuerpo. Sentía como lentamente se iba erizando mi piel.
No pude resistir ni remediar mi ganas y le quité su copa de la mano y dejé las copas en el escritorio. Acto seguido me acerqué a él con el único propósito de comerle a besos.
A pocos centímetros de su boca sentía su respiración inquieta, ansiosa, ansiando recibir un beso por mi parte. Lentamente nuestros labios se acercaron, mis ojos se cerraron y sentía estar como en una especie de nube de la que no quería bajar.
Con lentitud y delicadeza nos dejamos caer sobre la cama, y casi sin darnos cuenta estábamos desnudándonos el uno al otro, de una manera delicada y suave íbamos perdiendo la ropa y los papeles.
Sentía sus cálidas caricias recorriendo mi cuerpo y mi piel.
Entre nosotros había fuego, sentía una sensación de calor en mi cuerpo debido a la excitación que me provocaba tenerle cerca.
Me sentía más excitada que la vez anterior. Empezaba a sentir cosas por Matt, aunque a veces me lo planteara cuando Ale se dejaba caer por mi vida.
Matt y yo terminamos revolviéndonos en la cama, dejando que nuestras pieles se fundiesen lentamente en el fuego del deseo.
Matt me preguntó si me molestaba que se quedara a dormir a lo que respondí con la cabeza que no. Me abracé fuerte a él, hasta que me quedé dormida.
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AGARRA EL TIMÓN
Teen FictionJóvenes con historia, historias de jóvenes, jóvenes historias. Qué dice más? La verdad o la mentira?