El secreto de Anubis (Anubis y tu)

Epílogo

J

A

N

E

- ¿Me dejarás sola con perturbador toda la mañana? - hice una mueca en lo que Anubis me ayudaba con el cierre de mi vestido

- No tardaré demasiado, solo debo ir a ver a Shezmu para dejarle unas indicaciones de Osiris y estaré de regreso

Resoplé sin que me gustase menos la idea y le sentí besarme detrás de cuello antes de subir el cierre por completo. Suspiré y volteé a verle ya que no estaba enfadada con él realmente.

- Luces hermosa - besó mejilla - como siempre

- Eso no mejorará el hecho de que tendré que soportar a Perturbador - negué con la cabeza haciéndole reír un poco

- Estaré de regreso en poco tiempo - me tomó de la cintura - te llevaría conmigo si no tuvieras obligaciones también

- Habría terminado para esta hora si alguien no me hubiese distraído - le empujé en juego

- No parecía molestarte hace un rato - besó la parte baja de mi cuello - por el contrario, me pedías más - dijo consiguiendo que le golpeara en lo que el sonrojo llegaba a ms mejillas y él se separó riendo

Me senté al borde de la cama observándole vestirse y detesté que fuese tan guapo, así no podía negarme a perder el tiempo a su lado en vez de cumplir con mis obligaciones diarias. Por suerte Osiris estaba fuera del templo hasta más tarde, así que aún me quedaba tiempo.

Dos años luego de que me casara con Anubis y mudase a la tierra de los muertos, ya estaba bien adaptada a la vida dentro de la sala del juicio. A veces resultaba bastante divertido con todo el tipo de almas que llegaban, cada era diferente a su manera. También había llegado a conocer a la mamá de Sadie, quién era un espíritu recurrente aquí por ser la esposa de Julius Kane.

Tal como dijo el dios, poco a poco fui tomándoles más confianza y ahora también les consideraba como familia, aunque siempre había un trato respetuoso delante de los demonios serpiente o perturbador, el encargado de juzgar las almas en cada Juicio y quién siempre parecía renegar por todo, sobre todo cuando acariciaba a Ammit. La pequeña devoradora, como le llamaba, era más amistosa de lo que dejaba ver.

Y es exactamente lo que pasó en cuanto terminé mis deberes y se apareció justo cuando tomé a Ammit en brazos

- ¿Cuantas veces debo repetirlo?, Ammit la devoradora no es un peluche, mucho menos una mascota a lo que acariciar - habló entre dientes al verme con ella en brazos

Hoy me tocaba poner la balanza en orden, por lo que había sacado a un lado a Ammit y, ahora que había terminado, decidí darle algo de cariño ya que su amo estaba ocupado en alguna otra parte.

- Ah, pero si se adapta muy bien - sonreí a modo de juego mientras rascaba las orejas de león que tenía - además, está aburrida, el próximo juicio no es hasta dentro de dos horas

- Escucha, niña...

- Su nombre es Jane, perturbador - la voz de Anubis resonó en cuanto llegó a la sala - recuerda que es mi esposa - le sonrió amablemente al dios, quién solo resopló ante ello

- Pues dile que deje de tratar a la devoradora de almas como a un chucho, creo que para eso te tiene a ti - salió de ahí en cuanto lo dijo, probablemente por la mirada que Anubis le envió al escucharle