29.- Una eternidad juntos

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Aparecimos frente a un gran templo en medio de una especie de isla rodeada por el lago de fuego, una de las secciones en la tierra de los muertos. La sala del juicio era completamente negra con antorchas encendidas a los costados de un largo camino del que no se podía ver mucho a pesar de la iluminación

- ¿Lista? - Anubis habló apretando mi mano y voltee a verle encontrándole con una vestimenta distinta a la de hace un rato

Ya no tenía las ropas de lino blanco, sino que una especie de túnica negra cubriéndole por completo, con una significativa diferencia, y esa era la alianza dorada que traía en su mano izquierda. Sonreí aun con su mano entre la mía y asentí.

- No planeo soltar tu mano en todo el camino - miré hacía el pasadizo oscuro - porque la verdad es que yo no veo más que oscuridad - reí

- Por eso no te preocupes, te llevaré en mi lomo - dijo haciéndome fruncir el ceño en confusión

Soltó nuestras manos y en segundos tenía un chacal negro a mi lado

Era casi tan alto como yo, con las orejas en punta y ojos como el chocolate. Miré hacía su pata izquierda, notando que aún conservaba la alianza, así como la cadena de oro en su cuello.

- Te estás tomando muy en serio lo de ser un perro - reí al verle sentarse a la espera de que suba a su lomo - realmente podría caminar

Soltó una especie de gruñido parecido a un regaño y se sentó frente a mí en espera

Suspiré viendo que no se daría por vencido y me subí con cuidado de no hacerle cargar todo el peso, aunque no parecía tener problema con ello. Justo cuando recordé las maletas, al girarme estas ya no estaban, así que supuse que la magia en este sitio las había llevado a algún lugar dentro de la sala del juicio.

Anubis comenzó a galopar sin problemas a través de la oscuridad, solo podía ver las antorchas durante todo el camino.

Al llegar al centro el templo había una gran cámara circular que se dividía en dos, en un lado se encontraba una balanza de hierro negro con cuerdas unidas a dos platillos dorados, cada uno lo bastante grande para soportar a una persona, no tuve que ver mucho más para saber que esa era la balanza donde pesaban los corazones. Fue entonces que, debajo de ella, vi a una criatura súper extraña y pequeña, tenía la cabeza de cocodrilo, pero con melena de león, la parte delantera de su cuerpo era de león, pero la trasera era brillante y marrón, como la de un hipopótamo.

Antes de que pudiera preguntar que era, Anubis se detuvo volviendo a sentarse y bajé de su lomo posicionándome a su lado y viéndole volver a su forma normal.

- Me alegra que hayan tenido un viaje seguro de regreso - la voz procedía del otro lado de la cámara

Miré hacía allí, donde solo había un brasero llameante junto con un trono ocupado por el dueño de la voz, el mismísimo Osiris.

Nos miraba fijo desde su trono, su aspecto también estaba dividido en dos mundos debido a que hospedaba a Julius Kane en él. Su figura titilaba con un brillo. Por un momento, podía verle usando un abrigo largo color marrón encima de un traje arrugado y botas llenas de polvo. Luego, en la duat, era más alto y más fuerte, vestido con una túnica y joyas de faraón egipcio. Su piel era de un azul oscuro.

- Nunca me había sentido más feliz de volver - Anubis fue el primero en hablar volviendo a tomar mi mano y caminando conmigo hasta estar más cerca del dios - te presento a Jane, mi esposa - sonrió con entusiasmo

El secreto de Anubis (Anubis y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora