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 La graduación estuvo buena pero no recuerdo mucho de ella, hice demasiadas cosas y todo transcurrió muy rápido, como si fuera a una velocidad mayor que mis ojos

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 La graduación estuvo buena pero no recuerdo mucho de ella, hice demasiadas cosas y todo transcurrió muy rápido, como si fuera a una velocidad mayor que mis ojos. Supongo que fue a causa de la relatividad del tiempo o de que estuve todo el tiempo hablando con Bianca y Eddie.

 Nada impidió que me divirtiera.

 Había sido en el campo de fútbol americano del colegio, había filas paralelas de sillas y colores resplandecientes de miles de jóvenes. Todos contentos o asustados, pero brillando. Alicia y Pat se sostuvieron la mano y se sentaron juntos. Estuvimos caminando en círculos y para calmar los nervios de nuestro amigo nos subimos al escenario y fingimos que dábamos un concierto.

 La idea había salido de Bianca cuando dijo:

 —¿También es tu graduación o no? ¡Sube y da un discurso!

—Pero yo...

—Vamos, hijo falso.

Entonces subí los escalones mientras entregaban diplomas, me planté delante del micrófono y empecé a decir chistes o inventar rumores de los profesores. Luego, se me ocurrió la idea de no desperdiciar un escenario y cantar las únicas canciones que no me había olvidado, las mayorías de comerciales.

Bianca era genial imitando el sonido de instrumentos, Eddie y yo no tanto. Pat fue el único alumno que tuvo que contener la risa cuando todos los demás vieron un emotivo discurso de despedida. Alicia lo observaba confundida mientras él apretaba los labios.

—¡Gracias y buenas noches! —grité levantándome del suelo después de un intenso solo de guitarra.

Vi la silueta de Pat en la distancia que sonreía y negaba con la cabeza como diciendo «No puedo creerlo, viejo»

—¡Eh Pat! —gritó Eddie desde el escenario—. ¡Quiero que está noche seas un galán! ¡Con todos!

Él asintió en su asiento, su gorro azul y su mancha del mismo color destacaban en la marea de cabezas y sombreros. Luego cada uno se fue a celebrar con su familia.

Quedamos con Pat de salir al día siguiente para festejar a nuestra manera. Iríamos al río.

Faltaban unas horas para que saliera el sol, estaba caminando en la calle con Bianca y Eddie. Todo el mundo dormía. Ellos se dirigían a ver el nacimiento del sol sobre un puente, decían que, con suerte, veríamos la pelea de algunos borrachos, que siempre iniciaban pleitos a esa hora.

Me invitaron y les dije que luego los alcanzaría.

Primero quería ir a un lugar.       

Los colores del chico invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora