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364 días antes del reencuentro

Sus pisadas fueron poco firmes y pesadas cuando entró finalmente al hospital donde lo habían dejado, cosa que llamó realmente la atención de las personas que esperaban ser atendidas en la recepción. Cuando escuchó a los uniformados que fueron designados para llevarlo de vuelta a la ciudad decir que lo dejarían en un hospital en el centro de la cuidad, supuso que se trataría de ese; no tenia casa, ya que había sido destruida por Oscar, y no sabía dónde podían llegar a estar sus padres, por lo que aquel lugar parecía ser su único destino claro. Las miradas sobre él eran persistentes pero entendía que se debían a su estado notablemente demacrado y perdido. Sentía los ojos hinchados por la cantidad de lágrimas que había derramado en las últimas horas y cada uno de sus músculos cansado por la angustia que aún recorría su cuerpo, por lo que supuso que su imagen sería lo más parecido a la de un joven perturbado. Y así se sentía; su cabeza estaba tan perdida en el dolor, tan sumida en la tristeza que lo recorría, que no llegaba a comprender correctamente lo que pasaba a su alrededor.

Y todo eso se debía a Samuel.

El morado aún llevaba dando vueltas y aturdiendo sus pensamientos como si tuviese el derecho de hacerlo, causándole verdaderas ganas de llorar a cada instante y un terrible dolor en el pecho por no tener ya más lágrimas que derramar en su nombre. Se sentía vacio, como si le hubiesen arrancado la parte más importante de su vida, y eso se debía a la terrible (por lo menos para Guillermo) decisión que el elemental había tomado sobre su futuro. Y si bien había terminado por aceptarla y se había ido, no podía obligar a sus sentimientos a hacer lo mismo por más que quisiese. Aun quería hablar con Samuel, tener la oportunidad de ser escuchado y que tuviese en cuenta cuanto lo amaba a la hora de tomar la decisión, pero sabía que eso era algo imposible.

Samuel lo había obligado a alejarse y ya no había nada más que hacer.

Dio un par de pasos más, aun con las manos en la espalda por la sensación de llevar las esposas alrededor de sus muñecas, y finalmente logró llamar la atención de alguien más a demás de la de los pacientes que observaban sus movimientos con desconfianza y temor. Un enfermero, el cual frenó se dirigía hacia alguna de las habitaciones, notó su presencia y no dudó en acercarse, reconociendo al joven muchacho al instante a pesar de que este llevaba la cabeza a gachas.

-¿Guillermo Díaz?- preguntó el enfermero luego de acercarse al nombrado con velocidad, sonando más sorprendido que otra cosa.

El joven levantó la vista y lo observó con detenimiento, intentando descifrar de quien se trataba la primera voz que mencionaba su nombre de aquella forma tan preocupada después de tanto tiempo. Los ojos oscuros del muchacho frente a él le sonaban de algún lado al igual que su cuerpo relleno pero alto, pero no lograba definir bien de donde, por lo que no luchó demasiado con darle un nombre al rostro frente a él; estaba tan perdido en sus pensamientos que tampoco podía hacer más que eso. Asintió, aun queriendo avanzar e ignorando que aquella persona quería ayudarlo, y sintió un par de manos que lo tomaron por los hombros para detenerlo, las cuales lo hicieron tambalear por lo brusco que había sido el movimiento para él. Ahora, el joven enfermero se posicionaba frente a él con los brazos estirados y con las manos aún sobre sus hombros, analizándolo detenidamente con varios movimientos de sus ojos sobre su cuerpo.

-¡María!- gritó de repente, logrando alarmar a Guillermo, quien aún no podía sacar las manos de detrás de su espalda, y a todos los presentes. Tras el grito, una chica apareció y se posicionó junto al enfermero, estando esta observando a Guillermo con la misma intensidad que su compañero -Llama a la policía y diles que apareció Guillermo Díaz aquí.

La chica salió disparada por el mismo lugar por donde vino, confundiendo todavía más a Guillermo (si es que eso fuese posible). ¿A caso ya estaba circulando su rostro como el de un criminal por haber desobedecido alguna de las normas de la decisión de Samuel? No, eso tenía que ser imposible; acababa de irse y estaba muchísimo más alejado del morado de lo que le habían ordenado. Entonces, ¿por qué lo buscaba la policía? Quería preguntar, pero el nudo en su garganta no se lo permitió.

Entre pensamientos y elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora