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184 días antes del reencuentro.

La noche había caído y cubierto las calles de Londres con rapidez, dando por finalizado un nuevo y peculiar día en la cambiante vida de Guillermo. Suspiró con tranquilidad cuando tomó la última caja del coche de su amigo y cerró la puerta trasera de este con un movimiento de su pie, alegre y feliz de estar frente a lo que, posiblemente y luego de un par de pagos más, sería su nuevo hogar.

-¿Todo listo?- preguntó Jason con otra caja en sus manos, sosteniendo las llaves del auto.

Guillermo asintió con una sonrisa en los labios y el psiquiatra presionó el botón que le ponía seguro a las puertas del coche, indicando así que habían terminado finalmente de hacer la mudanza. Las horas extra y las noches sin dormir por estar en el hospital habían valido totalmente la pena y comenzaban a dar sus frutos, cosa que no podía hacer más feliz al joven psicólogo.

Al fin había dejado los departamentos del hospital para poder tener su lugar propio.

El de ojos azules sonrió junto con su compañero y giró sobre sus talones para entrar a la casa, teniendo que maniobrar con la caja que llevaba. Tanto él como Daniela habían ofrecido su ayuda para la mudanza, por lo que los tres pasaron todo su día libre viajando de una punta a la otra de la ciudad buscando los muebles y electrodomésticos que Guillermo había comprado y las cosas de su antiguo departamento, que si bien eran relativamente pocas habían obligado a los amigos a viajar de un lado al otro varias veces. Guillermo caminó con dificultad a causa del dolor que lo venía atormentando desde hacía tiempo en una de sus piernas y subió el par de escalones que había antes de llegar al portal de la puerta principal, procurando dar el último paso con el pie derecho, entrando así a su nuevo hogar. Una vez dentro, y estando en la sala, contempló con entusiasmo el par de muebles que ya comenzaban a ocupar su lugar y las cajas que se apilaban en varios sectores de la habitación, realmente emocionado por todo lo que eso significaba.

-Creo que esto ya está- dijo Daniela saliendo de debajo de la mesita ratona que había entre el sofá y la chimenea –Espero no haber dejado ningún tornillo por ahí.

-Nos daremos cuenta si se cae, ¿no crees?- comentó el psiquiatra mientras, de nueva cuenta, Guillermo cerraba la puerta con su pie.

Dejó la caja a un costado de la puerta, tomó una gran bocanada de aire y suspiró ampliando su sonrisa. Sus ojos no podían dejar de moverse de un lugar al otro contemplando todo el ambiente, realmente ansiosos por ver como el lugar tomaba su toque. Ya tenía prácticamente definido como iba a ubicar cada mueble y decoración, como también que fotos pondría en la parte inferior de la casa y cuales en la superior. Estaba ansioso por ponerse a desarmar cajas y comenzar a instalarse finalmente, pero más lo estaba por sentir la satisfacción de estar en un lugar que sintiera como propio por primera vez desde que dejó su país natal. El departamento que le había otorgado el hospital para sus primeros meses había estado bien pero nada se comparaba a tener una casa, mucho menos si iba a ser propia luego de un par de transferencias bancarias.

-No se va a caer, tonto de ojos azules- el nombrado rio y dejó su caja junto con la del futuro dueño de casa –Ey, Guille- el psicólogo salió de su ensoñación y miró a la rubia –Bienvenido a casa- los tres sonrieron, Guillermo con mayor intensidad.

Por fin las cosas comenzaban a salir como debían.

Dio un par de pasos más y se alejó de la puerta principal para dejar caer su cuerpo en el centro del sofá, siendo segundado por Daniela quien cayó a su derecha. Jason, atraído por la posibilidad de estar cerca del psicólogo, imitó a su compañera y se dejó caer a la izquierda del chico, estando los tres sobre el sofá. El psicólogo estiró su cuerpo y apoyó los pies sobre la mesita ratona frente a los tres, suspirando nuevamente.

Entre pensamientos y elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora