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59 días antes del reencuentro.

Luego de aquel primer beso, el cual no había pasado a mayores aquel día, Guillermo y Jason habían sufrido algunos cambios en su relación que la habían transformado en algo extraño y lleno de contradicciones, en algo que el psicólogo no estaba del todo dispuesto a llevar. Si bien las cosas estaban relativamente bien entre ellos, el elemental no podía negar que ambos tenían conceptos muy distintos de lo que querían el uno del otro, por lo que sus días desde entonces se habían llenado de cuestionamientos y remordimiento. Jason era cariñoso y abierto en cuanto a lo que quería con y de Guillermo pero este, a pesar de que aceptaba gran parte de aquellos actos cariñosos, no terminaba de procesar que las cosas fluyesen como lo estaban haciendo con el contrario. Lo apreciaba, claro que lo hacía, pero no podía mirarlo con los ojos que él esperaba, y eso comenzaba a ofuscarlo.

-Bueno, es hora de que regrese al consultorio- dijo el de ojos azules mientras tomaba los últimos sorbos de café de su taza ante la mirada atenta de sus dos compañeros –Nos vemos luego, ¿vale?- se puso de pie, tomó su bata del respaldo de la silla para ponérsela, cubriendo con ella sus brazos y hombros, y besó a Guillermo en los labios con velocidad, desorientándolo completamente –See you later- culminó y comenzó a caminar, alejándose de ambos.

Guillermo sonrió por un par de segundos y luego suspiró, sintiéndose terriblemente mal por no poder tener otra reacción que no fuese esa ante los actos cariñosos del más grande. No había aceptado aún una cita con él ni iniciaba los besos cada que se los daba, pero sin embargo disfrutaba de aquellos pequeños roces que el de ojos azules le dedicaba o escucharlo preguntarle si podían salir a comer y pasar la noche juntos a pesar de que él se negaba; le gustaba saber que Jason realmente lo quería y que estaba dispuesto a esperarlo el tiempo que fuese necesario para poder, finalmente, estar juntos... pero no podía con ello. Realmente no podía.

-Veo que no hablaste con él- comentó Daniela mientras se llevaba la taza de té a la boca y miraba con reproche a su compañero.

-No, no lo he hecho- suspiró –No sé qué hacer con esto, Dani.

-Hablamos mucho ya, creo que mi opinión está bastante clara- Guillermo se sintió un niño siendo regañado al ver como su amiga cambiaba de postura y tomaba una más seria –No me gusta lo que estás haciendo con Jason.

El día en el que el psiquiatra llegó al hospital con una sonrisa enorme pintando sus labios y que le contó lo sucedido con Guillermo, Daniela no había podido controlar su emoción y, de hecho, había felicitado a su amigo por el increíble paso que había conseguido dar con el elemental. Pero, sin embargo, cuando vio a Guillermo un par de días después y escuchó su relato tuvo que guardar toda esa emoción nuevamente de donde había salido, suplantándola por una sensación de malestar mezclada con lástima que no le agradaba para nada tener que sentir. Haber estado de ambos lados, escuchado ambas versiones de la misma historia, solo habían provocado en ella un revoltijo de pensamientos que chocaban entre si y que variaban entre el enojo, la tristeza y la compasión. Estaba enojada con Guillermo por no poder ser claro con su amigo y, de hecho, aceptar todas aquellas veces en las que el psiquiatra se mostraba cariñoso sin rechistar, sentía tristeza hacia el de ojos azules por lo ilusionado que estaba con todo el asunto de Guillermo y los pasos que estaba dando solo, ya que el psicólogo no parecía poder cambiar de postura, pero a su vez la compasión y la lástima se instauraban en su pecho cada que escuchaba los suspiros tristes de Guillermo cada que ambos cuerpos se rozaban o cuando este, inconsciente la mayoría de las veces, sonreía con amplitud pero terminaba culminando su sonrisa en una mueca de tristeza e incomodidad. Conocía a Guillermo y sabía que no estaba simplemente jugando con su compañero, que lo que hacía no lo hacía adrede, pero aun así lo estaba haciendo, y eso provocaba no solo caos en él sino también en los pensamientos de la joven. A pesar de todo, Daniela había preferido mantenerse al margen la mayor parte del tiempo y evitar así pelearse con alguno de sus dos amigos, pero luego de más de dos meses siendo cómplice de un cariño no correspondido ya no podía simplemente hacer como si nada ocurriese frente a ella. Y Guillermo era el que salía perdiendo en todas sus disputas mentales.

Entre pensamientos y elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora