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245 días antes del reencuentro

Con el correr del tiempo, y visto que no existían más amenazas por parte de los malignos, la Organización pasó a ser más un centro de investigación que de entrenamiento, albergando cada vez más cantidad de científicos y futuros profesionales que viajaban de todas partes del mundo puramente para capacitarse y formar parte de las investigaciones más grandes e importantes de los últimos tiempos en la historia de la institución. La costumbre de ver jóvenes con marcas en su brazo derecho y ojos de colores estaba siendo lentamente suplantada por la de las personas con batas blancas y con aires de grandeza por el lugar al que se estaban adentrando, pero aun así no se dejaban de ver caras nuevas de elementales listos para ser entrenados y capacitados; seguirían apareciendo generaciones y generaciones de elementales que necesitarían ayuda y contención con sus habilidades, por lo que la Organización siempre tendría las puertas abiertas para ellos. A demás, siempre había que estar preparados para un futuro ataque si es que los malignos llegaban a resurgir de entre sus cenizas por lo que los entrenamientos nunca estaban de más.

Samuel caminaba por los pasillos del hospital con rumbo al cuarto piso acompañado de sus compañeros de pelotón mientras planeaba como dirigir al nuevo grupo en su primer entrenamiento como entrenador, anotando mentalmente que ejercicios quería aplicar con cada elemental y como iba a efectuarlos. Un nuevo grupo élite debía formarse y él, como parte del que estaba disolviéndose, había aceptado tomar el cargo de entrenador y forjar a los nuevos integrantes de tal forma que estos estuviesen preparados para cualquier inconveniente que pudiese llegar a presentarse, aunque realmente lo veía como algo lejano (por no decir imposible).

-¿Crees que los nuevos sean tan buenos como nosotros?- preguntó Alex cuando llegaron al cuarto piso, soltando una pequeña risa tras sus palabras –Corrección, ¿existe alguien tan bueno como nosotros?- todos rieron menos Samuel.

-Creo que la respuesta es más que evidente- acotó Rubén antes de pasar uno de sus brazos por sobre los hombro del azul –No hay como nosotros- volvieron a reír.

El morado negó y suspiró ante los comentarios de sus compañeros, desilusionado por la tranquilidad y diversión con la que se estaban tomando el tema de su inminente y veloz desvinculación con la Organización. Estaban a unos cuantos pasos de conocer a los cuatro elementales que los reemplazarían en sus obligaciones y que, de una forma u otra, terminarían de quitarles funciones dentro de la institución, ¿y se lo tomaban tan tranquilamente? No cabía en su cabeza que eso pudiese llegar a ocurrir; a Samuel siempre lo habían ascendido en puestos, brindándole cada vez más poder dentro de los grupos de entrenamiento hasta llegar a formar parte del élite, por lo que ahora, que prácticamente lo estaban desplazando, no podía hacer otra cosa más que sentirse todavía más ofuscado de lo que naturalmente se sentía.

Aunque, en realidad, se sentía así porque su vida se resumía en eso... y estaban amenazando con quitárselo.

Alejandro, Frank, Rubén y Miguel, por su parte, tenían otras opciones, otras prioridades además de la Organización, los entrenamientos y los grupos de combate, personas que llenarían el hueco que la disolución del grupo podía llegar a causar. Ellos contaban con un plan B, algo que hacer ahora que sus días de entrenar parecían estar contados, pero Samuel no... él no tenía absolutamente nada más allá de la Organización. Y quizás era por eso que le molestaba tanto la felicidad y tranquilidad de sus compañeros, porque sabía que era el único que de verdad estaba sufriendo con todo eso; de hecho, por eso mismo se había apuntado para ser entrenador del nuevo grupo y que planeaba formar parte de ellos en un futuro, porque no podía desligarse completamente de lo único que lo mantenía distraído.

Entre pensamientos y elementos [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora