No siempre supe lo que involucra el ser un hijo del rey. Aunque tuve una madre cristiana, crecí no creyendo en Dios y toda mi fe estaba en mi propio intelecto. yo no conocía la verdad de Isaías 1:5: "Toda cabeza está enferma", hasta que mi propia cabeza me lo demostró cuando tenia cuarenta y ocho años de edad.
No debo haber tenido mas de diez años cuando leí un libro sobre los principios de la electricidad. Mientras lo leía me sentía fascinado. Yo me di cuenta que el trabajo de mi vida estaría en este campo. Y así fue que decidí ser ingeniero, y elabore un plan de acción para mi vida que incluía varias metas bien definidas. en primer lugar, no seria un ingeniero común y corriente. Seria un ingeniero jefe. Ganaría cientos de dolares a la semana; esa cantidad era fabulosa en aquellos días. Viajaría por todas partes, tendría una hermosa familia, tendría éxito, y por cierto que alcanzaría la felicidad completa.
Al comienzo todo resulto a las mil maravillas. termine mi educación secundaria cuando tenia catorce años; no era un genio pero tenia deseos de terminar luego. Yo sabia lo que quería y podía saltarme algunos cursos de la escuela. Yo no podía esperar a aquellos muchachos lentos de inteligencia, como yo les llamaba, que todavía no sabían si iban a ser bomberos, policías o barrenderos. Yo estaba listo para triunfar en la vida, hacerme millonario y ser feliz.
Alcance mi primera meta, ser ingeniero jefe, a la edad de veintiocho años. A los treinta y dos fui ascendido a vicepresidente ejecutivo. A la edad de treinta y cinco, era director de ingeniera, director de ventas, director de varias corporaciones. Tenia un sueldo excelente, considerablemente mayo del que yo había soñado de centenas de dolares a la semana, mas un diez por ciento de comisión antes de deducir los impuestos. Cuando inició la guerra, nuestras ganancias eran extraordinarias.
Ciertamente que yo era todo un éxito, un éxito vació y miserable.
Nadie me dijo que el éxito podría destruirme. No me dijeron que los ejecutivos tienen su primer ataque al corazón a la edad de cincuenta y dos años. No me dijeron que cuando uno llega a ser vicepresidente de su compañía debe tener psiquiatras añadidos a su lista de pago de servicios, porque su primera depresión nerviosa está a la vuelta de la esquina. No me dijeron que uno pierde todos sus amigos el día que es nombrado director ejecutivo de su compañía, ya que todos lo demás están a la expectativa para robarle su puesto y destruirle. Y cuando es hecho presidente, el tope de molino, uno se convierte en un solitario don nadie, un intocable; es el acabose. Uno no puede confiar en nadie. Todos están tratando de quitarle el puesto. Uno vive temoso y su vida pagana carece totalmente de significado. Así era la mía.
Cierto día estaba sentado en mi lujosa oficina pensando en la vanidad de mi vida. Muy dentro de mi, me dijo : "Tiene que haber algo mejor que esto." Y yo sabia que ese algo mejor no podía encontrarse en mejor éxito. El éxito es engañoso. Cuando yo era ingeniero, había trabajado para una firma británica. Yo habías vivido con éxito, había viajado con la multitud de los Roll Royce, gente escogida, la gente chic. Todos ellos estaban tan enfermos, tan vacíos tan miserables, tan frustrados, yendo y viniendo sin rumbo como yo mismo.
Yo ya estaba convertido en un bebedor consuetudinario, bebiendo con el vano intento de aliviar la frustración del éxito y el aburrimiento que son inevitables a aquel que vive para su propia satisfacción, como yo lo hacia. No tenían verdadero propósito en la vida. ¿Mi hermoso hogar y familia, mi floreciente negocio, mi notable posición profesional? De nada me servían. Que ¿no estaba en las juntas de director de influencia y que participaba en las reuniones correspondientes y pertenencia a los clubes de golf, clubes de campo, clubes de yates, clubes de bridge y clubes de ajedrez de prestigio? Todo igualmente inutil.
muy dentro de mi, donde vivía mi verdadera personalidad, no existía oficina lujosa, ni club elegante, no existía oficina lujosa, ni club elegante, ni dignidad, ni nada valioso. Yo era un miserable, un cadáver sucio, maltrecho y vació, desecho ya a los cuarenta y cinco años de edad.
no quedaba ya nada que hacer excepto declara oficialmente mi calidad de cadáver. Me suicidaría, y entonces podría sepultarme y acabar conmigo. Ese día fatal tomé bastante veneno como para matar a todo al vecindario, lo puse en un vaso grande, lo mezcle con cierta cantidad de whisky, le eché unas pocas gotas de agua para diluirlo un poco, y me bebí todo el vaso.
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Como vivir como un hijo del Rey
SpiritualLos hijos del Rey viven en el mundo natural pero disfrutan del gobierno celestial. Es mas divertido de esta manera. El autor de best-sellers, Harold Hill dice que su vida fue miserable hasta que aprendió: - Como ser exitoso en todas las áreas - Como...