3. Cómo dejar de embriagarse

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Habiendo triunfado en todas las otras cosas que había aprendido, como suicida resulté un fracaso. Posiblemente fue el agua el que me hizo vomitar aquel veneno.
Unos días mas tarde, o puede que hayan sido unas pocas semana, no estoy muy seguro del tiempo, debido a que todo estuvo envuelto en una roja neblina de alcohol, llegué a mi casa alrededor de la cuatro de la madrugada con mi acostumbrando relajador de los viernes, varias copas de wisky. Estando hastiado de la vida hasta en extremo de desear morir, y habiendo fracasado en mi primer intento de suicido, había decidido dar fin a mi vida de una forma mas lenta, aunque menos dramática, bebiendo hasta morirme tan si  dolor, aunque me dolía todo el cuerpo. Ese Viernes Santo de 1951 por la noche, sufría de tal manera que clamé: ¡Dios, ayúdame!
Y Él lo hizo.
La semana siguiente me envió a una reunión de Alcohólicos Anónimos. Mire a mi alrededor y admirando dije:"¿Qué estoy haciendo en este lugar? Ciertamente yo no pertenezco aquí. ¿Para qué? Si me asocio con esta gente me voy a echar a perder mas todavía."  Pero para gran sorpresa mía, a medida que avanzaba la tarde, por primera vez en mi vida, vi gente con la algo que yo deseaba; una paz, algo que parecía un gozo verdadero.
Me aseguraron que si mi necesidad era suficientemente grande y que si yo me daba cuenta cabal de ella, Dios podría ayudarme. Me alentaron en el sentido de que no tratara de comprender a Dios, sino simplemente aceptarle como Él dice que es. Me dijeron que Él se me revelaría en su Palabra y que se haría cargo de mi vida al yo entregársela a El. Llegaría a ser con su ayuda lo que yo era incapaz de ser por mi mismo. Él sería mi  administrador, si yo dejaba que fuera.

Un administrador era exactamente lo que yo necesitaba. Esa noche , le pedí a DIos que se hiciera cargo de mi vida en un aspecto de ella, mi ebriedad. Al comienzo, tenía dudas de como pdia hacerlo. Parecía algo imposible.

Los miembros de Alcohólicos Anónimos me preguntaron: "¿Puede estar un día sin beber?" yo les aseguré que no podía. 

No había caso. 

"¿Puede estar una hora sin beber?" 

"Lo dudo". Contesté. Yo era sincero al decirlo porque sabia que así era, y una hora es un largo tiempo en uno que es un adicto como yo lo era.

Pero ellos no parceían desalentarse ni listos a darse por vencidos. "Y cinco minutos. ¿Puede permanecer cinto minutos sin beber?". 

"Creo que sí"

"Muy bien, entonces", dijeron. "Este será su programa, solamente cinco minutos a l vez. no beba por cinco minutos."

Cuando los estremecimientos y otros síntomas causados por la abstención de la bebida comenzaron a afectarme como a las cinco de la  tarde del día siguiente, trate de postergar los cinco primeros minutos, y llegué a casa sobrio, un resultado instantáneo por medio medio del programa con Dios  de Alcohólicos Anónimos. Había experimentado, de primera mano el poder de Dios, sin siquiera saber que su primer nombre es Jesús, Eso vino más tarde. 

Y por la gracia de Dios, un dia a la vez, durante los últimos veintitrés años, no me había sido necesario un trago.

El dejar de beber fue relativamente simple, pero después de todo, mi embriaguez era un problema pequeño, el síntoma de un problema mayor, el problema total de mi yo. Ese permanecía, aumentado, porque no estaba listo a confiar en que Dios manejara mi yo yo en mi lugar.

Durante los próximos dos años, el problema de mi yo, mi sobrio y frío yo, siguió de mal en peor. Y ni siquiera podía retomar un traguito para viajar a la inconsciencia de cuando en cuando, con el fin de olvidar. Tenia que enfrentar el problema de mi yo, día tras día en interminable sucesión.

Mientras tanto , yo observaba a uno de los hombres que vi a menudo en las reuniones de los Alcohólicos Anónimos. No podía entender su comportamiento. Yo lo clasifiqué como un campesino,  porque ra un simple ingeniero que trabaja en una fabrica de acero, y yo tenia mi propia empresa. Pero había un halo alredor de él. Tenía una esposa muy parlanchina, pero él ni se inmutaba. Tenía mas hijos que yo, pero se impacientaba muchos menos que yo.

yo sabia que el hombre tenia problemas, pero nunca se veía como si lo angustiara en su fuero interno. En realidad, después de dos años, si hermosa serenidad hacia tal contraste con mi terrible miseria, que estaba por enloquecerme.

Y así fue que, a la una de la mañana, dos años después de haberle conocido llamé a su puerta principal de la casa de Ed. Cuando él abrió, yo le dije: "Ed, cualquiera sea la cosa que tu tienes, yo quiero recibirla." Finalmente había llegado a reconocer dentro de mi que él tenia esa realidad que yo necesitaba.

Como vivir como un hijo del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora