2. Lars

518 55 38
                                    


Ya han pasado tres días desde la última visita de Kirk, que me animó bastante, por cierto. Ya no me acompaña esa aura de pesimismo allá a donde voy, aunque sigo bastante decaído; bueno, algo es algo. Al que tengo ganas de ver es al rubio, nada más me vino a visitar dos veces y, sinceramente, parecía él el enfermo (aunque yo NO estoy enfermo). Creo que James necesita apoyo moral o un hombro en el que llorar, si no, acabará debajo de un puente, sin dientes, con el pelo sucio y el cerebro atrofiado. Por eso creí que llamarlo para que viniese a pasar la tarde conmigo no era una mala idea, así que cogí el teléfono fijo, marqué su número y esperé a que cogiese.

—Hola, ¿quién es?

—Hola, James, soy yo.

—¡Lars! ¿Qué tal estás?

—Bueno, mejor, sí, estoy bastante mejor. ¿Y tú?

—Voy tirando... —oí el sonido de una lata al abrirse al otro lado de la línea telefónica.

—Oye, ¿no crees que es todavía pronto como para empezar a beber?

—Lars, no me mandes —soltó una especie de bufido.

—No, no, yo solo digo que...

—¡Pues no digas nada y cállate la puta boca de una maldita vez! —Me interrumpió. Acto seguido, colgó el teléfono y me dejó con la palabra en la boca, me sentí mal, para ser sincero, yo no había dicho nada malo.

Rebusqué en una caja con cintas y vinilos para poner algo de música y, por lo menos, distraerme un poco. Entre tanta música vi primero el disco 'London Calling', que no dudé en poner, y segundo, una foto de Kirk. Me perdí en sus ojos y en sus preciosos y definidos rizos durante un buen rato, ignorando las canciones que sonaban de fondo. Lo que siento por él es muy difícil de explicar, lo quiero como amigo, pero me encantaría besarlo, besarlo y no dejar de hacerlo. Le dije que le amaba cuando estaba borracho, exageré un poco la borrachera, para que pensase que fueron sólo efectos del alcohol, pero había mucha verdad en esas palabras. Necesito recuperarme y salir de aquí para decírselo, si es que me atrevo.

The Clash ya me empezaba a aburrir, así que quité el vinilo del tocadiscos y puse uno de Motörhead, que tuve que quitar porque estaba rallado, joder, ¡todo es una mierda! No podía tocar la batería porque hacía ruido, no podía escuchar Iron Maiden en alto porque los demás se molestarían, ¡no podía hacer nada!; bueno, sí, podía pensar, pero solamente el moreno guitarrista se me pasaba por la cabeza.

Dos días más tarde llegaron Kirk y James para hacerme compañía, me trajeron un dibujo bastante bonito, lo habían comprado en un puesto callejero, pero era de muy buena calidad. Se lo agradecí.

—Lars, tío, te necesito en casa, ya —habló James sentándose en la hierba del jardín que tenía el centro.

—Tengo una buena noticia —me apresuré a decir—, ¡salgo de aquí este viernes! —Pude ver sus caras radiantes de felicidad al escuchar eso.

—¡Joder!, ¡que bien! —James empezó a saltar—. ¡JODEEER, JODEEEEEEER!

Kirk corrió a abrazarme y se tiró encima mío, por lo que quedé totalmente inmovilizado con la espalda apoyada en la hierba húmeda y recién cortada. Empezó a jugar con mi pelo y a decirme: «Uhh, Lars, menos mal que sales, he estado mucho tiempo sin follar...» o «Ahora podremos vivir nuestra historia de amor sin tapujos ni centros para drogatas en medio...», ya le vale al tío; joder, si por mi fuese, me lo follaba aquí mismo y delante de James, pero va a ser que no.

—Eso, Lars, Kirk anda muy necesitado de sexo últimamente —dijo con cara de pervertido Hetfield.

—¡Oh sí, fóllame, Lars! —Hoy el Negris estaba gracioso.

—Venga, callaos ya... —pedí mientras estallaba en carcajadas.

—Por lo menos te hacemos reír, enano danés.

—Sí, James tiene razón, ¿acaso no te diviertes? —Me miro insinuador y divertido.

—Contigo siempre, ricitos de chocolate... —le dediqué una mirada pastelosa y todos empezamos a reír estruendosamente otra vez.

—A propósito —salté diciendo cuando las risas fueron en descenso—, tenéis que traerme dulces o snaks, la máquina expendedora de aquí me roba toda la pasta.

—Como usted mande, señor adicto a la comida basura —ya empezaba Kirk con su saludable comida.

—Deja al pobre gnomo comer en paz, que tiene que crecer —a Kirk le pareció gracioso el comentario, y yo fingí enfadarme con ellos dos, pero en realidad no me afectó en absoluto. A estas alturas, no me importaba un pimiento mi estatura, la verdad. Era el batería de MetallicA, ¿de verdad me iba a rebajar tanto?

—Lars, que tal si vamos dentro, aquí ya empieza a refrescar —sugirió el dueño de mis pensamientos.

—Vale, vamos.

Nos levantamos del suelo y sacudimos nuestros pantalones que, después de ese "festival en la hierba", iban a quedar con una gran mancha de verdín. Entramos en el sombrío edificio y nos sentamos en una de las salas comunes a charlar un poco, no fue una conversación muy profunda, que se dijese, fue más bien trivial.

James y Kirk se fueron y me dejaron allí, con el cuadro que antes me habían dado y con una pequeña satisfacción, la de haber compartido momentos felices con ellos dos. A los pocos minutos me encontraba haciendo las maletas y empaquetando cosas que llevar para casa, tenía unas ganas inmensas de largarme de esa mierda de lugar. Metí toda la ropa, menos la necesaria para los cuatro, que iban a ser eternos, días que me quedaban de sufrimiento. Esa misma tarde, a eso de las ocho, tuvimos una terapia colectiva, eso sí que daba pena, había muchos drogadictos, de estos que ya no saben ni como se llaman, había muchos heroinómanos y cocainómanos, por no hablar de los motorheads*; mi adición no era comparable con la de ellos, sin duda, pero he de decir, para ser honesto, que aún sigo teniendo a ansiedad de sentir el vigorizante efecto de ese polvo blanco tan preciado, o despreciado. Esa era, probablemente, una de las últimas charlas que tendría en ese maldito hospital acerca de los estupefacientes.

Me fui a la cama pensando en Cliff, sintiendo una conexión entre mi mundo y su cielo, lloré mucho esa noche, sin duda. De todos modos, el Dios del bajo me envió una vibra positiva que pude notar, por lo que, cuando el llanto cesó, pude conciliar el sueño. Soñé con Kirk, por cierto.


*Motorhead: persona adicta (no necesariamente) a las anfetaminas, o que las usa con frecuencia.

Espero que guste, el final es un poco aburrido, pero lo siento, no se me ocurrió nada más interesante.

Besos y Klars para todxs 💕

The Struggle Within... [Klars]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora