1. Kirk

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Cada vez que le iba a visitar al centro psiquiátrico, menos ganas tenía de ver a Lars. Quiero decir, es mi mejor amigo y le quiero mucho, pero me cuesta demasiado verle en estas condiciones. No puedo olvidar lo que me dijo aquel día, 26-9-86, aunque estuviese borracho, se acercó a mí y me dijo "te amo" de la manera más sincera posible.
No supe cómo contestarle.

Ahora, con Cliff muerto, James bebiendo cerveza como si fuese agua y Lars en un manicomio, mi vida no puede ir peor. Necesito que todo vuelva a la normalidad, tienen que recuperarse, sí, Cliff ya no vive, hay que asumirlo, no podemos estar sumidos en una depresión constante. No de esta manera, por lo menos. Parece que de todos los integrantes del grupo, yo soy el que mejor va, pero es mentira, no puedo evitar romper a llorar en cuanto pienso en un bajo, en un anillo con forma de calavera o en The Misfits, el recuerdo de Burton me persigue todo el día, y toda la noche. Le echo muchísimo de menos, pero por lo menos yo sé que hay que tirar para delante.

—¿Cuánto hace que no vas a hacerle una visita? —me preguntó Rebecca.

—Una semana, tampoco es para tanto...

—Kirk, es tu amigo, te necesita, y más ahora después de lo que ha pasado. —me miró a los ojos, como diciendo "tienes que ir ya".

—Ya lo sé, pero es que, me cuesta, no sé que decirle, o cómo reaccionará.

—No seas egoísta, hazlo por él, no por ti, ya te lo he dicho, te necesita. Eres su mejor amigo, y probablemente la persona más importante para él en estos momentos —resoplé y me mordí el labio inferior.

—Vale, ya voy, hoy a la tarde —se acercó y me dio un tierno abrazo, acompañado de un suave beso en la boca.

—¿Cuándo le darán el alta médica?

—Cuando esté recuperado del todo. Tiene que desengancharse de la cocaína.

—Kirk.

—¡¿Qué?! —exclamé molesto.

—Tú también.

—No, yo no estoy enganchado, yo sé controlarme.

—Lars también se sabía controlar y míralo ahora. Lleva ya casi un mes en rehabilitación. Y, en cierto modo, por tu culpa —suspiró ella.

—¡¿Cómo te atreves a decir eso?! —me estaba empezando a enfadar de verdad.

—Kirk, ya sabes a lo que me refiero. No te hagas el ofendido y vete a hablar con él, que es lo que deberías haber hecho ya —reprochó, cruzándose de brazos.

—Mira, Rebecca... no me digas lo que tengo que hacer, ¿vale?

—Kirk, te veo muy nublado, mejor yo me voy a mi casa, si quieres mañana nos vemos, pero ya he tenido suficiente por hoy —se levantó del sofá en el que los dos estábamos sentados—. Si no me quieres hacer caso, es tu problema, pero recuerda, Lars sólo hay uno.

—Pues sí, vete ya, necesito descansar y me estás petando la puta cabeza —al segundo de decir eso, un sentimiento de culpa inundó mi ser, odio discutir y ser borde con la gente, pero ya era tarde.

—Eres un puto miserable, Kirk Hammett, últimamente ni te reconozco.

—Perdón —susurré con un hilo de voz, pero no pudo oírme, ya se había marchado.

Acto seguido, comencé a llorar desconsoladamente en el sofá, me abracé a un cojín y sollocé todo lo que pude. Me sentía fatal por lo que le había hecho a Rebecca, y también por no ser un buen amigo para Lars. Dejé caer hasta la última lágrima y, cuando ya no me salía ninguna y me dolía la cabeza por el llanto, me tumbé en el sofá boca arriba y me perdí mentalmente mirando para un punto en el techo. Nada más conseguí cinco míseros minutos para relajarme y abstraerme de este mundo cruel, pues enseguida comencé a pensar en lo mal que me estaba portando. Nada más me quedaba una opción, y era coger un vinilo de Pink Floyd y perderme en la psicodélica música durante un tiempo, el necesario como para reflexionar y meditar acerca de lo que debía hacer. Justo cuando Wish You Were Here empezó a sonar, decidí que tenía que subir a mi habitación, ducharme, ponerme "guapo" e ir a visitar a mi enano preferido.

(...)

—Kirk, tienes que sacarme de aquí, esto parece un manicomio —me rogó Lars mientras comía un bombón de la caja que días atrás le había regalado.

—Es que es un manicomio... —la verdad, sonó muy brusco.

—CENTRO DE REHABILITACIÓN —recalcó—. No digas manicomio, son cosas distintas, yo no estoy loco.

—Eso habría que verlo —dije mientras una sonrisa se me dibujaba en el rostro.

—Oh, Kirk, creo que estoy viendo un ovni... espera, ¡cuidado!, los extraterrestres vienen a por ti —por lo menos estaba un poco más animado.

—¡No, no! —le seguí el rollo, a veces, Lars y yo parecemos niños pequeños haciendo este tipo de cosas, pero creo que son una de las razones por las que nos entendemos tan bien.

—Esto... Lars, ¿cuánto tiempo te queda para salir?

—Poder puedo salir cuando quiera, pero el centro es privado y no me devolverían el dinero. Además, quiero desintoxicarme, la cocaína es la peor mierda que me ha podido pasar.

—No sabes cuanto deseo que salgas —nos miramos a los ojos y nos sonreímos, lo cierto es que tenemos un lenguaje visual muy interesante, cualquier palabra la podemos expresar mirándonos a los ojos.

—Por cierto, ¿sabes algo de James?

—Sí, está en casa, muy deprimido, a veces llega a la mía, borracho y en medio de la noche, a decirme que deberíamos extinguirnos —suspiré y miré el rostro de preocupación del danés.

—Espero que se le pase, quiero salir de aquí y que todo vuelva a ser cómo antes.

—Yo también.

Miré mi reloj, ya era tarde, por lo que decidí que me tenía que marchar. En casa había cosas que hacer y mi guitarra pedía a gritos que la tocara, llevaba casi dos semanas aparcada en una esquina.

—Bueno, Lars, me tengo que ir.

—Hasta el próximo día —se despidió mientras me abrazaba.

Pensé en decirle "te quiero", pero después me acordé del "te amo" que me dijo él aquel día y me callé, no quería hacerle ilusiones.

Bueno, he aquí el primer capítulo de esta historia. Espero que os guste, de verdad. Lo hago con tol jart para vosotrxs (o sea, para los cuatro gatos que la leerán).

Besos y Klars para todxs ❤️

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The Struggle Within... [Klars]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora