21. Lars

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Me da demasiada pereza escribir, pero esa no es la excusa para mi tardanza (aunque sé que no os importa que tarde o no). Resulta que estuve de excursión ahh.

Y volé descubriendo "terrenos" inhóspitos y desconocidos para mí durante varios días. Era la hostia, me evadía de tal manera... exploré nuevos mundos en poco tiempo y, sí, me hizo sentir bien.

Jason me acompañó en todos ellos, hasta que decidió parar de hacerlo por el mes. Debía tener algún tipo de régimen para no volverse loco así, al estilo Syd Barrett. Y por lo tanto, yo también me decanté por no experimentar más, porque algo de miedo tenía, no quería que me pasara algo malo en la cabeza.

— — • — —

Cogí una toalla y me metí en la ducha, era temprano y sentir el agua resbalar por mi cuerpo era una idea incitante. Activé la llave del agua y dejé que esta misma cayera sobre mí con delicadeza. Me llevó un cuarto de hora, pero la pérdida de agua valió la pena al servir para aclarar mi mente. Que no es que estuviera mal, ni nada por el estilo... simplemente quería relajarme y pensar. Y la bañera era un lugar perfecto para ello.

Salí, me sequé y me puse cualquier ropa del armario de James. Mientras me abrochaba las zapatillas, se me pasó la idea de tocar la batería por la cabeza, al oír el sonido de una obra que se hacía en la casa de enfrente. Cogí un vinilo del estante de los discos, inspiré hondo, y me adentré en la sala de música.

Era un habitáculo de mediano tamaño, con las paredes blancas recubiertas de cartones de huevos, por lo tanto se veía marrón, el color de estas. Se supone que se emplean a la hora de aislar el sonido, y para tocar dentro viene bien. En una esquina había un gran mueble alto, repleto de papeles y cosas relacionadas con la banda, y otra estantería en la esquina paralela; en esa había púas, cuerdas, baquetas, escobillas, un desgastado wah wah, cables... y todo tipo de complementos para nuestros instrumentos. Y al fondo, sujetadas a la pared, las guitarras de James y Kirk y uno de los bajos de Jase. Siempre me atrajeron los instrumentos de cuerda, pero realmente se me dan muy mal, soy pésimo. La habitación no tenía mucho más, solamente mi batería y una pequeña mesa de grabación, que nunca usábamos, puesto que esas cosas las hacíamos en el estudio "oficial".

Pero como lo que me interesaba era mi doble bombo, procedí a poner un disco de Rush a sonar para poder tocar acompañado la bonita melodía. Todo estaba genial, y de mi boca se escapaban tarareos que se acompasaban con la canción.

Sin darme cuenta, ya habían pasado dos horas cuando el teléfono sonó e interrumpió mi práctica. Me erguí y descolgué, no sin antes fijarme en la postal que el moreno me había enviado; una foto de él y Rebecca en el Big Ben, en la que por detrás ponía:

Por aquí todo bien, Rebe anda mejor y yo me lo paso bastante guay. Espero que tú también estés ok, cuídate mucho y no comas demasiado chocolate. Te echo fe menos, y no me he enamorado de ninguna londinense (todavía).
Besos, Kirk. :)

Una carta sencilla, pero agradable a la vista.

—¿Hola?

—Hey, ¿Rebecca? —Pregunté, parecía ella en la voz.

—Sí, soy yo... —parecía algo triste en la forma de hablar, a mi parecer.

—¿Qué pasó?

—Oye, Lars... te digo esto porque me importas. Eres muy amigo de Kirk, más que amigo, mejor dicho, y creo que esto te afecta —no entendía, me estaba poniendo nervioso—. Resulta que —se le quebró la voz, y sonó descorazonada.

—Resulta que... —hice una mueca para mí.

—Kirk está con otra chica —se hizo un silencio abismal en cero coma un segundos.

—No puede ser cierto —salté, molesto.

—No mentiría con algo así. Lo digo de verdad, pero me parece que es mejor que lo sepas... a mí también me duele, supongo que a ti más.

—¿Pero cómo? —Necesitaba comprender mejor.

—A ver, Lars, no me hagas hablar más, que sabes que me afectan mucho estas cosas —entendí que la pobre mujer estaba empezando a hiperventilar, así que tomé aire para sonar lo más calmado posible—. Pero él anda ahora con otra, y parecen estar muy contentos juntos... —todo se empezó a derrumbar dentro de mí— el idiota se cree que no me doy cuenta.

Se hizo un extraño e incómodo silencio, pero lo cortó con lo siguiente:

—Lars, no creas que te estoy mintiendo o que lo hago para joderte la vida... simplemente me importas, y quiero que te la pases siendo feliz y no preocupándote por un imbécil como él —un cúmulo de agua se cayó de mi lagrimal. No podía creer lo que estaba oyendo. Siempre fui mucho de dejarme llevar por las emociones, aunque a veces estas me cegaran.

(...)

Sentado en el sofá, llorando desconsoladamente. Así me encontró Jason cuando regresó a casa. Se sentó a mi lado y me abrazó, intentando darme consuelo. Yo no escuchaba realmente sus palabras, sólo podía pensar en que me sentía estúpido y engañado; me encontraba mal, mal de verdad. Creo que nunca antes experimenté un dolor y un sentimiento de traición tan fuertes en el corazón.

—Vamos, Lars... no llores —Jase me abrazó fuertemente, mas no logró que conciliase paz alguna.

—Vamos, la vida es así... Te llevas muchos golpes, tienes que levantarte —su voz sonaba suave—. Sé que esto ha quedado muy cursi, pero es cierto —yo continuaba llorando más aún.

—Siento como si nadie me quisiera... —le dije, entre sollozos.

—Boh, qué tontería. No digas eso, hay mucha gente que te quiere: tu familia, James, Kirk, tus amigos de la infancia, Ron..., incluso Dave —me cogió los hombros y me miró a los ojos—. Yo te quiero, Lars. O sea que no puedes decir semejante atrocidad —me hizo gracia la manera en la que dijo lo último, así que solté una especie de bufido con sonrisa tímida.

Me perdí en su mirada durante un segundo, y arrimé mi cuerpo al suyo lentamente. Con un mar de lágrimas en la cara, me aproximé más a sus labios y, comprobando que no era rechazado, le besé. Él me siguió el juego, y pronto nuestras bocas se abrieron para dejar que las lenguas juguetearan entre sí. Fui aumentando la intensidad, buscando desesperadamente una deseada atención por parte del otro. Necesitaba... olvidar. Sí, era esa la palabra.

—Eh, esto... —Jason paró el acto en seco— yo no puedo —me miró apenado—. Lo siento, no puedo. No.

Me separé de inmediato y experimenté mentalmente cómo miles de personas abofeteaban mi cara, dejándome bajo tierra. Ciertamente yo era tonto... ya me valía. No puedo expresar con palabras lo mal que me sentía. Dejé que el bajista se levantase y fuese con una cara de vergüenza total y me hice una bola en el sofá, dispuesto a continuar con el llanto en esa postura, pero con mayor intensidad.

No sé cómo, ni cuándo, pero de una vez me levanté y decidí ir a por una cosa que sabía que no me hacía ningún bien. Cosa que me cambiaría la vida.

Weno weno weno, sorry por la estructura de mierda de este capítulo.

Espero que os vaya gustando... meh.

Mi futuro como escritora está peor que el futuro de Lars en este libro.

Cjau.

Besos y Klars para todxs ❤️

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The Struggle Within... [Klars]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora