5. Kirk

402 56 25
                                    



Pasó una semana volando con Lars en casa, aunque parecía que él no era el de siempre: estaba raro y distante, no mostraba mucho interés por las cosas y, lo peor de todo, pasaba bastante de mí. Eso me dolió mucho. Sabía que estaba enamorado de mí, pero yo no podía hacer nada al respecto; un día casi nos besamos, sí, pero fue más por morbo que por otra cosa; en la vida hay que probarlo todo, y a mí me apeteció probar sus labios en ese momento. A lo mejor es mi culpa que ahora no me hable como antes lo hacía, pero ya lo dije, no podía hacer nada.

—Pásame la sal, por favor —pedí con el fin de empezar una conversación mientras comíamos.

—Toma —me alcanzó el bote.

Me fijé en él, estaba allí, comiendo espaguetis con desgana, mirando a la nada. Me dio pena, bastante pena, la vedad.

—Oye, Lars, me he fijado en que últimamente estás como decaído, creía que ya te encontrabas mejor anímicamente...

—Estoy bien —me cortó.

—Yo sólo digo que parece que tú... —no pude terminar la oración porque él me interrumpió.

—Te he dicho que estoy bien, ¿entiendes?

—Lars...

—Déjame en paz —acto seguido se levantó y subió las escaleras.

No entendí el porqué había hecho eso, pero me sentó fatal; tanto que me hizo creer que yo tenía la culpa de su reacción, es algo muy típico de mí el echarme la culpa por cosas en las que yo no tengo ninguna.

Terminé mis espaguetis y recogí la mesa, incluidos el plato y vaso de Lars. Los fregué y le pasé un trapo a la mesa central de madera, que tenía una bonita jarra con flores en el centro. Fui al salón y, desde el teléfono fijo, llamé a James.

—Dígame —saludó desde la otra línea.

—Hola, James.

—Ah, hola Kirk, ¿qué me cuentas? —dijo con un tono agradable.

—En realidad no hay mucho que contar y que no sepas, pero me apetecía hablar un poco.

—Para hablar tienes a Lars —soltó una risita.

—Ya, bueno, digamos que no está él muy dispuesto a hablar...

—¿Qué es lo que le pasa?

—Ni puta idea —suspiré—, pero lo está pagando conmigo y yo no tengo nada que ver.

—Venid a mi casa hoy, y hablamos.

—Vale, le digo al enano..., no sé si querrá ir.

—Tenéis que venir, hay alguien que quiero presentaros.

—¿A las cuatro y media?

—Perfecto, pero no me falléis, es importante.

—¿Qué es tan importante? —inquirí con curiosidad.

—Ya lo veréis esta tarde —esta fue la frase que finalizó la conversación, pues James colgó dejándome con la palabra en la boca.

Subí las escaleras con bastante parsimonia y me metí en mi habitación, donde estaba Lars doblando una camiseta. Le saludé y él soltó un «hola» con voz débil, casi imperceptible.

—¡Lars, deja de evitarme!

—Yo no te evito —dijo con la mirada gacha.

—Claro que no, hombre, me haces mucho caso ahora —reproché con ironía.

—Déjame hacer lo que me dé la gana.

—Oye, conmigo no te pongas así que yo no te he hecho nada.

—No, tú nunca haces nada...

—¿Pero que demonios te pasa a ti, tío? —No entendía una mierda de su comportamiento.

—Pasa de mí.

—Lars, te estás comportando como un adolescente con problemas de hormonas —le espeté con tono de notable enfado.

—Sí, yo solamente soy problemas —dijo con aire de dejadez.

—Vale, como tú digas, sigue así, pero a mí me dejas de atormentar con tu apesadumbre —estaba realmente molesto.

—Sí, eso mismo —rodó los ojos.

(...)

Sentados en el sofá azul de la casa de James, estábamos Lars, él y yo hablando con Jason, un chico que el rubio nos había presentado. Eso era la sorpresa: un chico de nuestra edad, más o menos, flacucho y con la mirada atenta.

—Así que, Jason, estás interesado en formar parte de nuestro grupo... —empezó a hablar Lars, después de que James nos hubiese explicado un poco acerca de Jason.

—Sí, me gustaría...

—Newsted ha traído su bajo y quiere demostrarnos sus habilidades, ¿verdad que sí? —James le dio un codazo amistoso.

—Bueno, yo... —estaba ruborizado y se mordía las uñas.

—Seguro que lo haces genial, venga, muéstranos lo que sabes —pedí yo.

James le tendió su bajo y lo conectó al amplificador, obligándolo a tocar. Jason, con las mejillas rojas y los ojos brillantes afinó un poco su instrumento y dio unas notas sueltas, antes de parar por unos segundos. Lars me miró como diciendo "y este que va a hacer", pero justo entonces el chico comenzó a tocar enserio. Lo hacía verdaderamente bien, y tocaba con púa, algo raro en un bajista; pero realmente sonaba genial lo que interpretó, no era ninguna canción, por lo menos que yo conociese, pero desprendía la fuerza que MetallicA necesitaba.

—Estás contratado —concluyó Lars.

—¡Sabía que os iba a gustar! —Un James muy contento daba saltitos y aplaudía.

—Gracias, gracias... —decía Jason sonriendo tímidamente.

—¡Tío, eso ha estado genial! —choqué mi mano con la suya.

Al final, cenamos todos en casa de James para celebrar nuestro nuevo fichaje. Lars se ocupó, con ayuda del anfitrión, de hacer la cena, unos deliciosos huevos con patatas fritas, un plato muy simple pero siempre sabroso. Hablamos y hablamos hasta que, a las doce, Lars dijo que estaba cansado y nos fuimos a casa.

Me tiré en la cama y el danés se fue a lavar los dientes, lo supe porque cuando llegó el aire se vio invadido de pasta dental sabor menta. Seguí su ejemplo e hice lo mismo, bajé al baño para darme una ducha rápida y cepillarme los dientes. Miré mi cara en el espejo mientras me enjuagaba con flúor, tenía ojeras y la mirada cansada, necesitaba dormir, y echaba de menos los abrazos de Lars, que seguía durmiendo en la misma cama que yo, pero sin mantener contacto alguno. Subí a mi cuarto y encontré a mi amigo durmiendo plácidamente, cosa que decidí imitar, metiéndome en la cama e intentando, sin conseguirlo, dormir plácidamente. Soñé con Lars esa noche, y no fue un sueño para nada alegre. Teníamos que volver a ser como antes, cuanto antes.

No me gustó nada este capítulo, fue una patata total, pero prometo que la historia se pondrá algo más jugosa en el próximo.

Besos y Klars para todxs ❤️

...🐙...

The Struggle Within... [Klars]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora