10. Lars

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Antes de nada, mirad que beio aparece Lars en la multimedia (parece una barbie xd).

—¡Jason! ¡Es la habitación de Jason! —Gritó James al tiempo que se levantaba para ir hacia la habitación de nuestro amigo.

Kirk y yo nos pusimos también en pie y corrimos detrás de James, dispuestos a intervenir en la habitación en la que, cada vez más médicos, entraban disparados. Me estaba empezando a marear con todo el agobio sobre mi cabeza, e intuí que los otros no estarían mejor. James abrió la puerta, pero una mujer con traje azul le dijo que no entrara y cerró la puerta con llave, de modo que no pudimos entrar; aún así, él no se rendía y se puso a patear y golpear la puerta, pero nadie abrió. James empezó a llorar desconsoladamente y Kirk fue a consolarlo, pero tampoco él fue quién de retener las gotas saladas que empezaron a caer a trompicones de sus lagrimales.

—¿S-se va a morir? —dijo James desconsolado, con una voz débil y quebrada.

—¡No! ¡No! ¡Me niego! —Se indignó el otro, que sujetaba a James con las manos a los lados de la cara—. No digas eso.

Yo no sabía cómo actuar, nuca se me dio bien consolar a la gente y, para ser sinceros, no tenía ya mucha esperanza en la vida de Jason, tenéis que comprender, después de todo lo que le pasó a Cliff...

Los médicos salieron de la habitación rápido, con Jason en una camilla y hablando agitadamente entre ellos. James hizo el impulso de salir detrás, pero Kirk, que estaba antes abrazándolo, le agarró e impidió que saliera tras ellos.

—¡James, escucha! —Gritó el moreno haciendo el intento de retenerlo—. ¡James! No le va a pasar nada, ¿entiendes?

Justo en ese momento, James se zafó de su agarre dándole un puñetazo en la nariz y tirándolo en el suelo con un fuerte empujón. Acto seguido, como un niño haciendo una pillería, se sonrojó y salió pitando hacia la puerta por la que antes salieron los médicos. Yo me quedé para ayudar a Kirk a levantarse, pero con las ganas de perseguir a James y devolverle el golpe; me fijé en que tirado en el suelo, mientras se lamentaba y quejaba, mi amigo tenía la nariz y la boca sangrientas. Alguna gente miraba de fondo, pero nadie hizo ademán de ayudarnos o llamar a un/a enfermero/a, menudos gilipollas.

—Ay, Lars, ayúdame a levantarme —pidió extendiendo la mano, que cogí para que se pusiera en pie más fácilmente.

—Ven, vamos al baño, tus narices no tienen muy buena pinta...

—Eso ya lo sé yo, joder, que fuerza tiene el animal —le abracé por la cintura, para que se apoyara en mí.

—Cuando venga le voy a reventar a palos —una sed de venganza se apoderó de mí, e hizo que apretara el puño que tenía libre.

—Calla, no lo hizo queriendo...

—Ya, ahora la gente da puñetazos sin querer, porque se les escapan —ironicé yo, indignado—. No me jodas.

—En esta situación es diferente.

—Eso mismo, tú déjate pegar, eh.

Abrimos la puerta de los servicios y, aparentemente, no había nadie dentro. Kirk se miró al espejo y puso una cara de fastidio, a la vez que expresiones de dolor y muecas no muy agradables se dibujaban en su rostro. Con cuidado fui pasando un pañuelo, que previamente había mojado con agua del lavabo, por sus carnosos labios y limpié su nariz, que no paraba de sangrar.

The Struggle Within... [Klars]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora