II-17

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Han Yeonhee estaba quedándose ciega. Las cataratas ya no eran sus favoritas desde que le dijeron que de eso padecía, del Niágara fue a visitarlas cada vez que podía, pero ya no iba a verlas y admirarlas como siempre lo hacia.

Ese fue el diagnóstico del doctor, pero Eunwha creía que había algo por hacer, su madre ya no estaba joven y saludable y aunque se cuidó en su adultez, el doctor le dijo que no podía evitar, en la vejez, lo inevitable.

Lloro como nunca, era su querida madre. Yeonhee lo sabía, sabía que esas caídas en pleno día y esos derrames de jugo tan tontos no eran porque fuera despistada, eran por eso y lo admitió con recelo «Ya no puedes ver, Yeonhee» ella misma se decía. Ahora el dilema era como decírselo a Yoongi, como hacer para que esto no contribuyera a su enfermedad, pensó en no decirle nada pero era peor y lo sabía, su madre se ofreció a darle la noticia, pero Eunwha se negó. «Deja que vea a mi nieto antes de quedarme completamente ciega» fueron las palabras que la convencieron de aceptar.

Pero Eunwha se había tardado en decirle a Yoongi por no estar segura. Cometió el error de no hablar con Seungyoon sobre en que momento sería correcto avisarle sobre su abuela, pero irónicamente, había decidido marcar en el momento indicado. Yeonhee lograba verlo borroso, pero hubiera anhelado ver por última vez sus hermosos ojos.

-Abuela...

El suspiro entrecortado de Yoongi hizo que Seungyoon se diera la vuelta por unos segundos, tapo su boca y contó hasta 10 para estabilizarse de nuevo. Pero no volvió a entrar, espero afuera a un lado de la puerta principal, necesitaba darle a Yoongi un momento de privacidad con su ser más amado.

-¿Cómo has estado, Suga? ¿Hace cuánto no te he visto? ¿Que llevas haciendo todo este tiempo?

Suga, la única que le decía de esa manera era ella. Tan blanco como la nieve, tan dulce como el azúcar.

-Yo no importó abuela, quién me importa eres tú, ¿Cómo has estado? ¿Que ha sucedido durante todo este tiempo en el que no te he visitado?

Tomó sus manos con desesperación, sabía lo que había sucedido sin necesidad de ser un genio, pero quería que le hablara y le dijera que todo estaría bien. Para así no sentirse mal por su estado, para así poder sobrellevar esa enfermedad como si nada hubiese pasado.

-Ya no puedo ver con claridad, Yoongi.

Ella sonrió al borde de lágrimas.

-Ya no puedo ver tus ojos, tu sonrisa, tu cabello. Ya no puedo ver tu pálida piel, ni como mejoro tu caligrafía-agarró su rostro con ayuda de él- Pero...¿Sabes? eso es basura.

Yoongi rió.

-Eso no importa. Eso se queda en mi memoria, no te veo mi Suga, pero si puedo escucharte, puedo escuchar tu voz, puedo escucharte suspirar, puedo concentrarme en cada pequeña cosa que aun con mi vista no lograba percibir como se debía, podré oír esas hermosas melodías que puliste con el tiempo y podrás leerme todas las profundas letras de tus canciones.-sonrió- No quiero que te sientas mal por lo que me sucede, mi niño, estaré bien siempre y cuando tú lo estés.

Yoongi agachó su cabeza, escondiendo sus lágrimas en silencio.

-Lo siento...- le dijo- siento haberte hecho esperar tantos años para verme y que cuando por fin lo hagas, pase esto. Lo siento, abuela tengo muchas cosas que contarte y muchas que agradecerte, pero esta vez solo te pido que me perdones por todo el sufrimiento que pasaste por mi culpa.- suspiro- No sabes lo difícil que fue para mí alejarte, pasé mucho tiempo deseando volver a verte pero nunca me atreví a llamarte...lo lamento abuela.

-Cariño, ¿Por qué lo lamentas tanto? Si no me has hecho nada.-sonrió- Yoongi sé muy bien por lo que estás pasando y creeme que oro por ti cada noche, mi enfermedad se hizo a un lado para mantener la tuya en cada una de mis plegarias. Te amo, Suga, nunca cuestioné tu decisión, te extrañe demasiado, pero nunca fui capaz de odiar a mi único nieto.

Three Weeks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora