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-Vestirse no era tan complicado cuando tenías 7 años, cariño.

El pelinegro le sonrió, mientras se acomodaba el cinturón.

-Solo quiero verme bien o, por lo menos tratar de hacerlo.

-No sabes cuanto me alegra verte así- La señora Min se acercó.

-Madre, no comiences con esto de nuevo.

-Lo siento- le sonrió al reflejo de su hijo- Es que me emociona saber que vas a salir.

-Lo sé- se acomodó su saco gris- ¿como luzco?

- Te ves muy guapo- le aludió- ¿a que se debe?

-No lo sé, solo me quise ver bien el día de hoy.

-Te sienta muy bien el gris.- frotó sus hombros y quitó las pelusas que incomodaban la suave tela.

-¿Lo crees?- su madre asintió- Es el primer color que me atrevo a usar, que no sea negro.

-Me gustaría verte con el saco azul que te compre.

Yoongi se giro para mirarla de frente.

-No, madre, colores vivos no me gustan, lo sabes.

Ella inclinó su cabeza, vacilante, queriendo hacer que lo utilizará a punta de indirectas.

-El azul te quedaría precioso.

-Madre...-le dió la espalda y se dirigió a la cocina.

-¡Vamos, tesoro! ¡Te lo compre cuando cumplías 18 y ni siquiera lo has usado desde entonces!

Él suspiro con pesadez. Su madre era realmente exasperante cuando se lo proponía.

-Bien,-aceptó a regañadientes- pero si te digo que sí, no importa. De todas maneras no tengo ropa de color y no lo traes contigo...¿verdad?

Escuchó el sonido de una corredera abrirse y se giró con rapidez.

-Esto debe ser una broma-Susurró incrédulo.

Su madre sostenía en sus manos aquel saco que tanto le insistía en ponerse, con una sonrisa triunfante.

-¿Lo traes siempre en tu bolso?

-Si.

Ambos dejaron escapar una carcajada, que llenó el ambiente de absoluta paz y armonía.

-Anda, pontelo -Le sonrió, dando brinquitos como una niña pequeña.

Yoongi arrastro sus pies hasta ella y con pereza se quitó el saco gris que, no mucho le costo, pero que si uso hasta desgastarlo. Su madre le ayudó a ponérselo, desbordante de alegría.

-¡Te ves increíble!-le gritó emocionada, al borde de tontas lágrimas.

-Mamá, no exageres...no es para tanto.

Se miró una y otra vez en el espejo. Vale, no se ve tan mal después de todo.

-Lo siento, lo siento - se rió de ella misma - Te ves muy guapo, hijo. Te ves como...una estrella de televisión.

Él lo negó.

-No, madre, solo soy Min YoonGi.

Ella lo abrazó por detrás sin dejar de mirarle en el reflejo.

-Eres Min YoonGi, la estrella que opaca hasta la mismísima luna.

Él sonrió desganado.

-Te amo, hijo mío.

-Yo también, madre.

Pero esa sonrisa no le duró, la enfermedad que lo consume lo golpeó en el momento menos esperado, quebrantando su espíritu, destruyendo su salud mental, acabando con todo buen pensamiento. Y mientras la veía alejarse, el golpe le cayó cada vez más profundo, como una bofetada, la sonrisa se le borró y ya no pudo siquiera mirarse en el espejo.

Three Weeks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora