III - 26

1K 122 7
                                    

De la comida no quedo nada, platos sin siquiera un granito de arroz le demostraron a Eunwha lo deliciosos que habían quedado cada uno de sus platillos.

Hae Na no se encontraba allí para retratar ese momento, pero no había necesidad de una cámara fotográfica para ello, esto era algo que nadie podría olvidar, un suceso intangible que quedaría marcado en la vida de cada uno. Y no se olvidaría ningún detalle, todo, hasta quién estornudó o quién fue el que lloró más, cuántas veces Hoseok fue al baño o cuántas Yoongi sonrió, todo se quedaría intacto en sus memorias, podría decirse, que para siempre.

Incluyendo aquel beso, es cierto que un suceso así debia ser inmortalizado en una foto, pero para ambos eso quedó inmortalizado en sus memorias. Lo bien que se sintió al besarlo le hizo sentir culpable, no debía...no, ya, es hora de detenerse, basta ya de quejarse, debía y quería más que cualquier otra cosa, hacerlo. No era tiempo de detenerse a pensar las cosas demasiado, al fin y al cabo es ello lo que termina por arruinarnos. Yoongi fue testigo de ello, evidenció en carne propia la ruina, tantos pensamientos revoloteando su cabeza, ya era hora de silenciarlos.

Con palabras, con golpes, o con intentos de suicidio... pero de alguna manera se callarían.

Con aquel beso sellaban un trato sin necesidad de hablar, quizá las tres semanas se multiplicarian por cualquier número mayor a ese a propósito. Irse ya no era una opción y dejó de mirarlo como un paciente— aunque a decir verdad, verle así nunca estuvo en sus planes— lo quiso tratar como un hermano, pero de eso pasó a ser su amigo, la amistad se fue forjando y a partir de la visita a la abuela, ésta, se quebró, no de mala forma, al contrario, le abrió paso a algo nuevo, algo puro que lleno su alma por completo.

Ya era hora de abrir los regalos, después de estar tanto tiempo charlando y comiendo, escogieron el balcón como lugar para revelarlos, con un clima tan cálido que igualaba el estado de Yoongi, quizá también estaba alegre, era la primera vez que coincidía el sol con alguna celebración. Normalmente se arruinaba por la lluvia, pero ahora no había poder que arruinará absolutamente nada. El nemesis había llegado lejos, y no había nada que fuere peor que la muerte.

Kim quiso ser la última, su regalo no era más importante que los demás, pero traía un significado tan grande que merecía quedarse en su memoria como el primero y el último.

Hoseok le regaló unos nuevos audífonos, no sabía con exactitud si los necesitaba, pero sí que conocía su amor por la música, con eso quiso arriesgarse y, enhorabuena, Yoongi los estaba necesitando desde ya hacia un tiempo.

Jungkook optó por darle una camisa con un mensaje motivador escrito por él al respaldo, diez renglones en los que plasmó esos años de amistad duradera. Palabras escritas a puño y letra con todo el corazón para su hyung.

Seguía Eunwha, su envoltura era la más colorida y el lazo con más nudos. Era un experta en ello y se podía quedar toda una tarde atando cuerdas solo porque sí. Al abrirlo Yoongi se encontró con una sorpresa, al igual que todos los presentes. Era un libro, una agenda, tantas hojas tenía que parecía una gran enciclopedia, pero no era un simple libro, las hojas se llenaban de recuerdos de su niño, pasaban de su infancia hacia su adolescencia, de su gran sonrisa con dientes de leche a su fina sonrisa, sin mostrarlos siquiera. Al ver todo eso se conmovió, no quería llorar de nuevo, pero eso era algo imposible.

La abrazo sin que se lo esperará y en un susurro le agradeció una y otra y otra vez. No merecía tenerlo a él como hijo, tanto soporto por su culpa que aquella mujer se merecía algo mucho mejor que un simple abrazo, pero para Eunwha era suficiente, verlo así de feliz era su mayor recompensa. Hoseok se levantó de un salto y saco su celular, inmortalizó aquel abrazo en su móvil para que ocupará esa última hoja que Eunwha dejó en blanco a propósito. En el marcó salió Kim junto a Jungkook, sonriendo detrás de ellos, era la foto perfecta y Hoseok no necesitaba salir si cada uno recordaba que estaba detrás del lente.

Seungyoon se acercó poco a poco, después del gran regalo de Eunwha creyó que el suyo era algo demasiado pequeño. Pero eso no importaba, suspiro con fuerza y sacó la caja, la sostuvo en ambas manos y le llamo para que volteara a mirarle.

Cuando lo hizo sus ojos se dirigieron hacia esas manos juntas, su boca se abrió ligeramente y le sonrió.

—¿Qué es?— preguntó frunciendo su ceño.

—Abrela...

Seungyoon susurró emocionada, mordiendo su labio inferior para no arruinarle su sorpresa. Se conocía, y por hacerlo sabía que si no se contenía, terminaría por decirle todo antes de tiempo.

Yoongi tomó la caja como si temiera que se fuese a romper y la abrió sin titubear.
El anillo mostró orgulloso su brillo, y sus teclas sonaron en sus oídos cuando las vio. Creo en su mente un sonido al recorrerlas una a una y con delicadeza se lo midió en su dedo anular.

—Es...es muy hermoso, Seungyoon...—sonrió sin dejar de admirarlo.

—¡Increíble!— exclamó Hoseok— ¿Dónde lo conseguiste?

Ella sonrió ruborizada.

—Esa es la mejor parte. Lo mande a hacer.— Yoongi levantó su vista sorprendido— Mezcle tu pasión con el metal de tu navaja. Quise fundir aquel metal con lo que amas, quise que cuando lo vieras, vieras solo las teclas por encima de aquel objeto con el que tanto te lastimaste.

—Es como una bella metáfora.— Eunwha agregó maravillada— Cariño, sobresaliste en medio del huracán.

—El anillo en sí es tu más grande problema, pero las teclas...—Seungyoon suspiro— las teclas te representan, Yoongi.

Sin palabras su regalo lo había dejado, perplejo ante el mensaje detrás de lo que pensó ser un bello accesorio. Cerró su mano y hecha puño la llevo hacia su pecho y guío la mano de Kim a dicho lugar también, allí dió un largo suspiro cerrando sus ojos.

—No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy contigo ahora. Sé que trataste con un cabeza dura, pero lograste abrir una ranura a ese fuerte caparazón. Lograste darme razones para luchar contra ella...y quizá vuelva, nadie lo sabe, pero les aseguro que tendré la suficiente valentía, para no dejarla entrar. Madre, Hoseok y Jungkook, tendrán al Yoongi de siempre...solo que un poco más animado.

Por escuchar eso mucho antes, le hubieran pagado para mentir, por lo menos para escucharle decir que todo estaba resultando bien, pero sería engañarse cruelmente, sería ilusionarse en vano.

El «volverás» susurrado por Kim el primer día fue el comienzo de la historia, y pensar que Yoongi se aferró a la idea de que no soportaría estar con ella, lo cierto era que tenía miedo a que no resultara, a que esta psicóloga utilizará el mismo ciclo que lo llevo a pensar así. Un último intento y este definiría su destino, solo dependía de la manera en que fuera tratado y de cuan grande estaba su disposición.

El «Acepto su propuesta» le puso un punto de partida a la misión, el molesto freno se quitó cuando estuvo dispuesto a recibir su peculiar ayuda, pero éste sólo esperaba un desliz para detenerle otra vez.

Pero aún con tanta fricción, Yoongi logró liberarse, con él el freno no tendría ningún éxito si dos empujaban en su contra, y si otros dos se sumaban, no había freno que aguantase.

Ahora bien, el anillo estaba siendo testigo de sus miradas...si, estaba creciendo algo más entre estos dos, quizá se apresuraba en pensar que era amor, pero era a lo que se asemejaba.

Sería fácil para la atrevida Yeonhe, aunque las cataratas no le dejaban ver, mencionaria en voz  alta y sin pudor lo primero que imaginara.

Se sentía el ambiente diferente, quizá porque sabían que las tres semanas habían sido suficientes.

Y no solo para salvar su vida, para darle un sentido y una razón detrás de ella.

Para darle espacio al amor, tal vez con el sería capaz de no volver a la ruina.








Gracias por leer y esperar :')
Quiero decirles que el próximo capítulo será el final de esta hermosa historia 💕 gracias por seguir conmigo el transcurso de ella.
 

Three Weeks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora