Suena el móvil de Alice.
-Es Evan.
-Cógelo.
-Hola Evan ¿qué tal?
Pausa.
-Vale, a las 5:30 estoy allí. Un beso.
-La princesita ya ha quedado con su príncipe azul.
Me pega un puñetazo en el hombro. Reímos.
-No sé qué ponerme, tenemos que ir a comprar ropa ahora mismo.
-Alice, tranquila, yo tengo mucha ropa sin estrenar, vamos a mi casa y te dejo lo que quieras.
-Déjame tus ojos.
-Sabes que si pudiera, te los regalaría.
Meto la llave y abro la puerta.
-¿Billy?
-En el salón.
-Vamos a coger ropa y nos vamos, hemos quedado con Evan.
-Pero tú…
Le doy un codazo a Alice.
Subimos. Abro mi armario.
-Sírvete.
-¿Por qué no le has dicho a Billy que tienes una cita con Ian?
-Porque no es una cita, solo voy a darle su maldita chaqueta.
-Me quedo con este.
Era un vestido blanco con flores rosas y margaritas.
Yo cojo mis pantalones de deporte cortos y una camiseta de tirantes. Me recojo el pelo en una coleta bien apretada y me calzo mis zapatillas para correr.
-¿Qué haces?
-Se llama vestirse, también definido como cubrir el cuerpo para no ir por la calle como tu madre te trajo al mundo.
-Que graciosa-dice sacándome la lengua.
-Lo sé, voy a dedicarme al mundo de la comedia.
-¿Enserio?
-Claro, y luego haré una película con Johnny Deep y mi mejor amiga será Jennifer Lawrence.
-Oye, pues a mí me encantaría. No, pero ahora enserio… ¿piensas irte así?
-Le doy la chaqueta y me voy a correr.
-Bueno…, al menos maquíllate.
-¿Conoces el procedimiento de irse a correr? Vestirse con ropa cómoda, sin tacones, sin potingues en la cara…
-Vale vale cabezona, me ha quedado claro.
Alice no podía obligarme a maquillarme siempre. Yo soy feliz tal y como soy, y a quién no le guste que no mire.
-Adiós Billy.
-Adiós chicas, no liguéis mucho.
Salimos y cerramos la puerta.
-¿Te acompaño a casa de Evan?
-No hace falta Sophie, nadie me va a raptar.
La miro con las cejas levantadas.
-Vale, solo fue una vez, pero te recuerdo que era mi novio.
-Te tuvo todo el día, a saber dónde, incomunicada…
-Pero aquí estoy, es pasado, lo pasado, pasado está.
-Lleva cuidado Alice, estás en terreno peligroso.
-Lo sé, Mike no se va enterar.
-Hasta que se lo diga Evan.
Nos despedimos con un fuerte abrazo y voy hacia la casa de Ian.
Llego y veo que están las cortinas del salón descorridas. Me asomo un poco, solo por curiosidad, y los veo.
Una chica un poco más alta que yo, abrazando a Ian, apoyando sus brazos alrededor de su cuello, no apartan la mirada uno del otro. Ian tiene sus manos puestas en su cintura y entierra la cara en su pelo. Ella tenía el pelo cobrizo con ondas perfectas y ojos azules, no dejaban de sonreír.
No podía moverme, me faltaba el aire.
Ian la coge y le besa en la frente, ella cierra los ojos y sonríe.
Me hierve la sangre, voy pisando fuerte y con rabia hacia la puerta. Fundo el timbre hasta que abren la puerta.
-Hola.
Tenía la piel un poco morena y unas cuántas pecas que adornaban sus mejillas, era guapísima, incluso más que Perrie.
Le entrego la chaqueta.
-Es de Ian.
-Gracias-dice con una amplia sonrisa.
No dejaba de fruncir el ceño.
-Adiós.
Aparece Ian por sus espaldas.
-Espera Sophie, ¿quieres pasar?
-Ya tienes con quién tomar el café y pasar la tarde.
Bajo los dos escalones y echo a correr.
Al girar la esquina me pongo los cascos y la música a todo volumen.
Creo que voy a explotar, pero las lágrimas no brotan de mis ojos.
Dejo de pensar y me centro en las canciones que recorren mis oídos, hasta que mis piernas no pueden correr más, se me nubla la vista y caigo al suelo.
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No me busques, nadie me necesita
Teen FictionSophie, una chica como otra cualquiera ha perdido la esperanza de ser feliz, y se limita a vivir el día a día. No habla con su familia y su último amor la destrozó. Ahora no quiere saber nada de chicos, pero Ian, un chico de 18 años con ganas de viv...