-Menos mal que no te has manchado el vestido, mi hermana me mataría.
-Y a ti solo te preocupa el vestido de tu hermana…
Llega el camarero. Nos sentamos en la mesa.
Empiezo a comer sin levantar la mirada del plato y varias veces mirando a la rubia. Ian no parecía notar nada.
-¿Está bueno?
-Si-digo sin dejar de comer, estaba riquísimo.
-Y te has maquillado y todo.
-Vaya, ya veo que eres un gran observador, mereces una medalla.
-Vamos, señorita Smith, disfruta de la comida y deja por una vez de ser tan insoportable.
-¿Yo insoportable? No haberme invitado si ya sabes como soy.
-Apenas se cómo eres.
-Sabes lo justo y necesario para no dejarme en paz.
Él sonríe.
-Me atraen las personas misteriosas.
-A usted le atrae todo.
-Sobre todo las viejecitas, no puedo resistirme a las que llevan andador -dice arqueando y levantando las cejas.
Río y le tiro la servilleta en la cara.
Coge un poco de pan y me lo tira, pero yo abro la boca y me lo como.
-La comida no se tira.
-Al menos veo que le han enseñado modales en la mesa.
-Porque no tenga tanto dinero como tú, no significa que no me sepa comportar. Disculpa un momento.
Me giro.
-Oye guapa, ¿quieres una foto?
-¿Eh?
-No, es que como no dejas de mirarme…
-Perdona, a mí no me hables así.
Me levanto de la mesa y ella también se levanta.
-Estás perdonada-digo sonriendo.
Me mira con odio. Me siento en la mesa y me quedo mirando a Ian.
-Woo, esa faceta tuya no la conocía. La has dejado peor que cuándo la dejé yo.
Ríe.
-¿La conoces?-digo acercando mi cara a la suya
-Sí. Fue mi primera novia en el instituto.
-¿Qué desean tomar de postre?
-El especial de la casa-contesta Ian.
-Ahora mismo se lo traigo.
El camarero se va.
-Cuenta, quiero saber cómo pasó.
Realmente quería saberlo, la muy zor….me había desafiado.
-Me la presentaron unos amigos y al poco tiempo empezamos a salir. Ella no dejaba de llamarme a todas horas y empezó a ser demasiado molesto. Le mandé un mensaje diciendo que la dejaba.
-Oh, cruel por tu parte-digo sonriendo con malicia.
Nos traen el postre. Veo por el rabillo del ojo que la rubia se levanta y va directa a nosotros.
-Hola Ian. ¿Cómo estás? Cuánto tiempo.
-Hola, bien, gracias.
La rubia le planta dos besos en las mejillas.
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No me busques, nadie me necesita
Teen FictionSophie, una chica como otra cualquiera ha perdido la esperanza de ser feliz, y se limita a vivir el día a día. No habla con su familia y su último amor la destrozó. Ahora no quiere saber nada de chicos, pero Ian, un chico de 18 años con ganas de viv...