Mentiras

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Estuvimos toda la película callados, demasiado callados. Alice y Evan no notaban la tensión que había entre Ian y yo, y la verdad es que lo prefería. ¿Por qué me molestaba tanto el hecho de que Ian lo supiera? Tarde o temprano se iba a enterar.

Evan y Alice estaban cogidos de la mano y no dejaban de dar botes con cada susto.

Pero yo no me movía, estaba rígida.

-Voy al baño, ¿me dejas pasar?

Ian no se movía, tenía la mirada perdida, los ojos vidriosos y las piernas estiradas.

Paso por encima de él pero al estar a oscuras y me tropiezo. Ian me agarra del brazo y me quedo sentada en su regazo. Le miro a los ojos, pero él los cierra y baja la cabeza.

Me levanto de su regazo y bajo las escaleras dando botes como si fuera Tambor, el amigo de Bambi.

Entro al baño y le doy a la luz, pero no va, así que salgo para avisar a un empleado.

Al salir me choco con alguien.

-Lo siento.

-¿Ahora me pides disculpas?

-¿Perdona?

-Sabes perfectamente de que hablo.

Me quedo callada.

-Es que lo que más me jode es que tú ya lo sabes.

-No tengo porque contarte lo que haga o deje de hacer.

-¿No podías habérmelo dicho?

-Claro, ¿sabes qué, Ian? Hoy he conocido a tu padre en el hospital, pero no porque él estuviera visitando a un familiar, sino porque es cirujano, cuando tú me dijiste que era un gran empresario-digo irónicamente levantando la voz y con lágrimas en los ojos, esto de tener la regla no es bueno en estos momentos.

-Pero…

-Déjame terminar Ian. Me mentiste a la cara y una de las cosas que más odio es que me mientan. Te iba a dar una oportunidad para ser tu amiga, pero yo no doy segundas oportunidades.

-Sophie…-me dice cogiéndome del brazo cuándo voy a marcharme.

-¡Suéltame!-digo soltando mi brazo bruscamente, pero fallo.

Me agarra la cara y me besa, sabía a salado, noto su rabia e incluso me muerde el labio inferior.

Le empujo para apartarlo y le pego una bofetada. Me pongo de espaldas a Ian y toco mis mejillas, las tengo ardiendo, creo que estoy pillando un virus.

Entro al aseo, seguía sin ir la luz, por lo que saco el móvil y enciendo la linterna.

Echo agua en mi cara y empiezo a oír pasos.

-¡Ian, déjame en paz!

Enciende la luz.

-¿Por qué será que cada vez que voy a buscarte me confundes con Ian?

-Perdona Alice.

-¿Qué hacías con la luz apagada?

-No funcionaba.

-Claro, porque es este botón.

-Ah, bien…

-¿Dónde está Ian?

-¿Por qué voy a saberlo?

-No me mates ¿vale?, lo decía porque él también iba al aseo, pero no está.

-Chicas, Ian no está.

Alice se pone a correr y a gritar.

-¿Dónde puede estar?

No me busques, nadie me necesitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora