Una de muchas

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Escucho el ruido de las llaves de Sam y la puerta al abrirse, pero estoy tan cansada que no me muevo del sofá y vuelvo a quedarme dormida.

Un ruido de una olla hace que me despierte de golpe.

-Lo siento-escucho decir a Sam.

Me levanto y me dirijo a la cocina.

-¿Haciendo intentos de cocinar?

-Más bien, recogiendo ya-dice Alec.

-¿Habéis comido?

-Hace una hora-dice Sam.

-Podríais haberme despertado.

-Se te veía tan buena durmiendo, no queríamos sacar tu furia durmiente-dice Alec.

-Que poético te ha quedado.

-Te hemos dejado un poco de comida en la nevera.

Me como las sobras de macarrones y termino de recoger la cocina.

-No estaban tan malos como yo pensaba.

-Gracias-dicen Alec y Sam al unísono.

-¿Qué planes hay para hoy?-pregunta Alec.

-Pues verás…Ian me ha dicho de quedar hoy.

-Uh, eso suena a cita-dice Sam haciéndome cosquillas.

-Y no sé qué ponerme.

-No puede ser, señores y señoras, la señorita Smith no sabe que ponerse, ella que siempre sabe qué hacer para ir guapa sin maquillarme, ella que viste cómodo pero va preciosa…-dice Alec.

-Sí, muy gracioso, voy a llamar a Alice.

Me quedo pensando, no puedo llamarla hoy tenía una cita importante con Evan y no iba a estropeársela. Se me ocurre una idea.

Empiezo a vaciar mi bolso a una velocidad extraordinaria, hasta que encuentro la tarjeta y marco el número corriendo. Empieza a sonar y no dejo de cruzar los dedos. Que lo coja por favor- pienso.

Un tono, dos tonos, al tercer tono se descuelga.

-¿Quién?

-Sí, hola Ana, soy Sophie, no sé si te acordarás de mí, me salvaste la vida en aquel italiano.

-Claro que me acuerdo de ti. ¿Qué necesitas?

-La verdad es que me sabe mal llamarte solo para pedirte un favor.

-Querida, es mi trabajo, no te preocupes.

-Pues necesito que me arregles para un cita. Es hoy, sé que es precipitado, pero te lo agradecería mucho.

-Dime tu dirección y en cinco minutos estoy allí.

-Muchas gracias.

Empiezo a dar saltitos de alegría sin querer y Sam y Alec me miran con cara de asustados, me pongo sería de repente y ellos ríen.

-Sophie se ha enamorado-dicen los dos.

-Seguir soñando.

Tocan el timbre, era Ana, llevaba el pelo recogido en un moño, una falda plisada negra, una blusa azul marino metida por dentro y unos tacones con una flor negra en la punta de cada uno.

-Adelante.

-Estás estupenda Sophie, creo que no hacía falta ni que me llamases-dice con una sonrisa muy cariñosa.

Después de media hora sin poder mirarme al espejo, recibiendo millones de estirones en el pelo y aguantando que no lloren mis ojos a causa de la gran cantidad de rímel que  Ana me había echado, echo un vistazo al espejo que tenía en mi habitación y me quedo estupefacta. Comienzo a tocarme la cara, ¿era yo?, solo podía pensar eso.

No me busques, nadie me necesitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora