7. Bloqueado De Los Cielos

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—Entonces... ¿esto en que nos convierte?
—No lo se...—Me dijo mientras miraba mi boca—Tienes algo de labial—Paso sus dedos por mis labios.
—No importa si es el tuyo.
—Bien chicas, si esto no es empolvarse la nariz entonces no se que sea.
—Winn... ¿Que? Tu no... No deberías estar aquí.
—No podía perderme este momento, son tan lindas juntas.

Salimos del local, este domingo quería solo dedicarme a dormir, en escasos momentos recordaba que Imra me vió no completamente pero si casi desnuda, me cubría y gritaba a las sábanas cada vez que lo recordaba; durante eso Maggie y yo hacíamos un pequeño maratón de películas

Dieron las cinco de la tarde y a mi amiga le dio hambre, así que me ofrecí a ir a la máquina dispensadora. Había una que cruzar antes unas cinco habitaciones.

Le llevaría algunas galletas, no tenía dinero para alguna otra cosa, marqué el número B-27 y deposite el dinero, pero para mi mala suerte la máquina inútil hizo que mi compra se atorara.

—¡Maldición!—Susurré.
—Intenta golpeándola—Escuché detras mío, golpeó la máquina y el empaquetado cayó.
—Muchas gracias Señorita Luthor.
—De nada Señorita Danvers—Antes de que se fuera la detuve.
  —Disculpe... ¿Me está siguiendo?—Me había entrado curiosidad ya que es raro ver a algún profesor rondando por los dormitorios.
—¡Señorita Danvers! ¿Por qué insinúa eso?—Sonrió sarcásticamente—Sería acoso y me despedirían por eso, ¿Por qué razón me haría perder mi trabajo?
—No lo se, Usted dígamelo—No respondió, solo sonrió y se fue, ¿Intentaba coquetearme? Si no fuera una persona tan misteriosa lo sabría. Para mi mala suerte el misterio es algo que no puedo dejar pasar.

Había caminado de regreso por aquel pasillo de alfombra azul de regreso a la habitación, al entrar, grata sorpresa la que me llevé, Imra estaba ahí, sentada en el sofá mientras que mi otra amiga se servía algo de cereal.

—¡Hola!—Dije con sorpresa.
—¡Kara! Hola—Se paro de el sofá y se acercó hacia mi. Dejo un tierno beso en mis labios y Maggie solo bufó con la vista en su cereal; lo hizo tan silenciosamente que Imra no escuchó—Quería preguntarte que si el martes salimos ya que bueno... nuestra diferencia de horario ese día no es mucha, puedes pasar por mi.
—¡Si! Me encantaría.
—Bien.
—Solo una pregunta, ¿Como sabes mi horario?—Justo cuando iba a decírmelo recordé a la única persona con la que lo compartía —¿Winn?
—Si.—Bajo solo un poco la vista y sus labios se curvearon hasta formar una bella sonrisa—Entonces te veo el martes—Iba saliendo muy lentamente.
—El martes...—Iba cerrando la puerta poco a poco mientras ella se iba.

Me di media vuelta y mi amiga me observaba con algo de cereal en su boca además con un plato en una de sus manos e iba en camino al sofá donde anteriormente Imra se encontraba.

—¿Que?—Pregunté por la mirada tan fija que tenía sobre mi.
—Estas muy ilusionada con esa chica ¿no crees?
—Se llama Imra y no, no estoy tan ilusionada.
—¡Danvers! Te conozco, y estás ilusionada hasta el fondo. Te recomiendo que te bajes de la nubes y la conozcas un poco mas, ¿Van un poco rápido no te parece?
—¿Ir rápido con qué? Aún no...—Me callé de inmediato.
—¡No es verdad! ¿No te ha preguntado aún si quieres salir con ella?
—No, aun no pero...
—No Kara, ella probablemente tenga otras intenciones, no quiero que te lastime.
—No lo va a hacer, confió en ella, además, si fuera a jugar conmigo no lo se... no se comportaría así ¿no crees?
—Ay Danvers... aún eres muy joven...
—Apenas y me llevas unos cuantos meses.
—Cada día cuenta. Bueno, cambiando de tema a uno más importante ¿Que me compraste de la máquina?
—Ahh... ¿la mitad de un empaque de galletas?
—Si, era de esperarse...

Nos sentamos en el sofá y seguimos observando la televisión, después de un tiempo Maggie había gritado por emoción, no sabía exactamente porque lo había hecho ya que estábamos viendo una película demasiado triste.

—¿Que pasa?—Pregunté.
—No recordaba esto... cuando fuiste a comerte mis galletas me entró una llamada, era desconocida así que no iba a responder pero después cambié de opinión y...
—Maggie, al punto.
—Llamaron de Dreamers, dijeron que la dueña de la tienda reenvió la llamada minutos después de qué saliéramos diciendo que podría darte el puesto sólo ciertos días de la semana y que si aceptas te presentes mañana.
—¿Por que no lo habías dicho antes?—Tomé una almohada y la avente directo a la cara de mi amiga.
—Lo siento, no lo recordaba—Tomo la misma y ahora era yo quien había sido golpeada por una almohada—¿Lo tomarás?
—Por supuesto que lo tomaré.
—Bien... mañana te esperan a las seis de la tarde.

¡Esto es genial! Hoy fue un buen día En ocaciones todo me sale mal, siento que todo esta en mi contra, que intento hacer todo lo mejor posible y termino siendo un completo desastre pero hay días como hoy que sin duda son bastante buenos, sin importar cualquier acción o decisión que tome salen bien.

Al despertar hice nuevamente aquella rutina de siempre, hoy trabajaríamos las partituras, eso es un avance desde mi punto de vista.

El profesor había entrado como es habitual solo que esta vez acompañado.
Algo en mi estómago se contrajo cuando vi sus ojos verdes y sus labios rojo carmín. No quitaba la mirada de mi ¿Por qué me hacía esto?
Le sonreí a mi amigo e intenté fingir que no me seguía mirando, corto el acoso con una pequeña sonrisa llena de victoria.
Ella para nada había triunfado en algo mas que hacerme molestar un poco.

Dijo algunas palabras, no le había prestado mucha atención, sus palabras entraban por un oído y me salían por el otro, no era porque no me interesará lo que dice, pero sentía que si llegaba a entrar una de sus palabras en mi cabeza jamás saldría de ahí, su tono de voz era muy peculiar, una voz sexy e imposible de igualar.
Se retiró y la clase continuó.

Esperaba ansiosa a que dieran las seis, aunque en mi cabeza no dejaba de hacerme otra pregunta de tantas que tenia en mi mente.
¿Por qué me aceptaron a mí? No iba a cuestionarles eso ya que probablemente crean que no lo agradezco pero si, y mucho.

Llegada la hora me explicaron en qué consistía lo que haría, una tarea muy sencilla, ordenar los discos, afinar instrumentos y otorgar ayuda a la clientela. La paga no podría decir que era mala.

Quería iniciar lo más pronto posible, que notaran mi compromiso así que otro chico me oriento. Una vez me dijo como era que tenía que hacerlo había sido mi turno de intentarlo.
Nada difícil en realidad. ¿Cierto?

—Tienes que girarlo para el otro lado.
—En verdad esto me está dando miedo.
—No solo puedo provocar miedo en las personas Señorita Danvers.
—No solo eso créame, no lo se tal vez también ¿incomodidad?—Soltó una pequeña risa, no lo decía como un chiste.
  —¿Así que me presencia le causa incomodidad?
  —Es solo que no llego a entender la "Suerte" que tengo al siempre encontrarla.
  —Yo creo que es completamente al revés, yo soy la que tiene esa "Suerte"
  —¿Que hace aquí?
—Quería saber que a quien había contratado era la persona correcta.
—¿Como dice? Usted... ¿Usted es dueña de esta tienda?
—Señorita mi apellido está escrito abajo de el enorme logotipo; me sorprende que no lo haya notado—¿Esto es en serio? Debe ser una broma ¿Donde están las cámaras?
—Disculpe, no buscó su apellido a cada lugar que voy.
—Bueno... si como dice, le provoco incomodidad debería comenzar a hacerlo ¿Te ayudo con eso?
—No creo que se vea muy bien que me de su ayuda, no queremos hacer creer que tiene un favoritismo hacia mi.
—Seguro. Nos vemos luego señorita Danvers
—Claro que nos veremos si continúa siguiéndome—Me puse de cuclillas para seguir afinando el instrumento y vi que sonreía, ¿Por qué pensaba que bromeaba? He de admitir que también sonreí ante mi comentario. Luego solo se alejó.

𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐝𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐦𝐮𝐬𝐢𝐜𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora