25. Amo La Forma En La Que Mientes

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Abordé un taxi con dirección hacia dónde Lena residía, aun con la probabilidad de no poder encontrarla.

Miraba a través de la ventana, comenzaba a obscurecer y durante todo el recorrido no podía parar el temblor de mi pierna izquierda, estaba nerviosa, mis manos comenzaban a sudar y una gran preocupación golpeaba mi pecho.

Al llegar a mi destino, vi la imponente entrada a la casa, me acerque un poco dudosa, con pasos desesperados pero a la vez lentos. Poseía miedo de tocar esa puerta de madera, que ella apareciera y no poder soportar la mirada decepcionada que sus soberbios ojos seguramente tendrían, pero igualmente quería tenerla cerca de mí, verla, abrazarla y decirle con toda la sinceridad que adquiría que me disculpara.

Di tres golpes secos en la puerta, espere un poco y no hubo respuesta. Decidí probar nuevamente con esos mismos tres toques, igualmente sin ninguna señal de que esa puerta quisiera abrirse. No podía darme por vencida tan fácil y rápidamente; tomé la decisión de quedarme parada frente a aquella estrecha entrada hasta que me diera permiso de pasar, así me dieran las cinco de la mañana.

El viento comenzaba a sentirse bástate gélido; para mi pequeña suerte la entrada poseía con un pequeño tejado el cual me protegería de la llovizna que estaría por venir.

Pasó casi una hora y ya no lograba soportar el frío, mi delgada sudadera era lo único que cubría mi pecho, así que no tuve más remedio que sentarme en el cemento mojado y juntar mis piernas hacia mi para poder conservar el calor.

Miraba la pantalla de mi celular cada cinco minutos, con la esperanza de ver algún mensaje de ella pero con lo único que me encontraba eran las veinte llamadas perdidas registradas, me quedaba 5% de batería y comenzaba a invadirme el cansancio.

Poco a poco iba perdiendo mi rendimiento, estaba siendo vencida, la última vez que mi teléfono me permitió ver la hora eran las 11:40pm, perdí la noción del tiempo. Entonces, no pude contener por más tiempo la emoción que tenía encerrada en mi garganta, quería gritar pero la calle estaba en completo silencio y abandonada, solo nos encontrábamos yo y la noche, sentía las lágrimas tibias caer hasta mis labios, dejándome probar lo saladas que estaban, pero no me importaba en ese momento tener que quitarlas.

Una luz de esperanza me había iluminado, era la de una camioneta la cual se había aparcado justo frente a mí. Reconocí su silueta antes de que se acercara a más de treinta metros de mí

-Ven, ponte de pie-Me acercó su mano y me levantó-Diablos, estás helada-Me colocó sobre los hombros su gran abrigo.

Abrió la puerta y entramos a su casa. Por fin, después de esta tormentosa noche me sentí con suerte.

-Te traeré una cobija, espera aquí-Asentí, no decía ni una palabra, mis labios estaban entumecidos y temblando, se me dificultaba respirar ya que mis fosas se encontraban tapadas.
Ella llegó y me reconfortó sentir el calor de la manta que me dió

-¿Que hacías ahí afuera?-Preguntó sentándose frente a mi con una postura que reflejaba interés, pero había algo distinto, la notaba más distante.
-N-no respondías m-mis llamadas-Bajo la mirada y se aventó hacia el respaldo de la silla, parecía frustrada-Y-yo...
-No hace falta que digas algo.
-Pero quiero hacerlo. ¿Estás molesta?-Pregunté inocente.
-Si-Dijo distante.
-¿Y crees que una disculpa lo arregle?-Se levantó y quedó parada frente a mi, mientras que yo, estaba encogida y temblando en el sillón. Comenzaba a intimidarme.
-Kara... con una disculpa no voy a poder hacer nada, todo lo que había intentado mantener oculto todo este tiempo ha salido a la luz y ahora no sé qué voy a hacer o como solucionarlo, mis padres en cualquier momento van a llamar, o aún peor, pueden aparecer por esa puerta en cualquier segundo.
-¿Que estabas intentando mantener oculto?-Me había tomado un tiempo entender su respuesta-¿Tu sexualidad?-Y al hacer esa pregunta basto una mirada para responder mi duda-¿Por qué no me dijiste que tu última relación había sido con un hombre?
-No tenía porque darte explicaciones de con quien salía anteriormente.
-¿Y por qué? ¿A caso te avergüenzas de quien verdaderamente eres? ¿Te avergüenzas de mi?
-Cree lo que quieras-Se volteó dándome la espalda, estaba a punto de irse.
-Eres una cobarde Lena-Susurré pero eso no quería decir que no escuchara, se giró molesta y quedó frente a mi.
-¿Eso es lo que realmente piensas? ¿Que soy una cobarde? Tal vez si lo sea Kara.
-Yo no quise...
-No, no hace falta que te disculpes-Sonrió arrogante-Tal vez sea una cobarde para poder enfrentarme a mis padres, y también lo sea para no poder abrir mis emociones pero si tengo la postura para terminar esto.
-Lena...-Esas ultimas palabras parecían haberme atravesado.
-Tu no mereces estar con alguien como yo, al igual que yo me merezco a alguien que traicione mi confianza y a parte me mienta en la cara.
-Pero esto no se trata de merecer algo.
-Esto terminó Kara-Abrió la puerta de su casa y me miró, eso indicaba lo obvio.

𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐮𝐝𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐦𝐮𝐬𝐢𝐜𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora