"No puedo traerte a un mundo que no conoces... El fuego no solo es luz, también puedes quemarte".
La perdición estaba mas cerca de lo que parecía, aun cuando todo parecía estar en su contra.
Guerra, dolor, muerte... En todo ese conflicto no había es...
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💮 012| Interrupción y Declaratoria 💮
— ¿Y cómo llegaras a tu casa?
La pregunta, simplemente, quedaba suspendida en el aire. No había una respuesta para explicar aquello. No había nada que alguien tan pequeño pudiera hacer por su cuenta.
—No lo sé —negué sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
El flequillo cubre mis ojos, pero soy consciente de la mirada curiosa que hay sobre mí.
¿Qué iba a ser de mí desde ahora? No podía vivir en el bosque para siempre.
—Entonces puedes quedarte a vivir conmigo, yo te cuidare.
Sus palabras estaban llenas de confianza y seguridad. Alce la vista para verle. Su despeinado cabello rosa y la sonrisa en su rostro parecían transmitir tranquilidad y refugio a mi inquieto corazón.
— ¿No seré una molestia? —bajo mis palmas arrugue la falda de mi raido vestido—. Tu dijiste que somos diferentes.
Las dudas eran mi único problema. Él era un niño igual que yo, pero él era un dragón y yo humana ¿qué es lo que él podría hacer?
—Eso ya no importa, yo te protegere. Tú... Ya no estas sola.
Quizás todo era un sueño del cual ella no quería despertar. A lo mejor, era mucho más conveniente seguir en la ignorancia que saber la verdad. Eso dolería menos.
Pero el ignorante podía dañar a personas aledañas a ella, y resultaba muy egoista.
—Sí. Sigo creyendo que se parecen.
La gruesa voz hizo estremecer el cuerpo de la peli-dorada. Sus achocolatados ojos miraban al suelo como si éste fuera su lugar de salvación. Cada centímetro de su cuerpo desprendía nerviosismo y miedo. No era nada gratificante ser examinada de pies a cabeza ante agudos ojos que parecían buscarle alguna imperfección.
—Pero al final no eres ella, ¿verdad?
¿De qué rayos hablaba ese tipo?
La verdad es que era aun más molesto no saber con quien la comparaba.
El mentón de la princesa fue levantado con brusquedad obligandola a fijar su vista sobre unos orbes entre verdosos y azulados.
Todo había pasado muy rápido.
La oscura celda había sido visitada. Aquella temible e imponente presencia, el hombre de cabellera azulada oscura y ojos agudos, le sonrió al verla de nuevo tras los barrotes de su celda, pero estaba claro que no le fue de mucha gracia su intento de escape.
