"No puedo traerte a un mundo que no conoces... El fuego no solo es luz, también puedes quemarte".
La perdición estaba mas cerca de lo que parecía, aun cuando todo parecía estar en su contra.
Guerra, dolor, muerte... En todo ese conflicto no había es...
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💮 013| Un Nuevo Escondite 💮
—E-espera... ¡¿Qué es lo que intentas hacer?!
Los gritos de una peli-dorada resonaban entre oscuras paredes. El lugar era muy similar a la mazmorra, pero claramente no habían celdas a la vista.
— ¿A donde me llevas?
Natsu tenia cargada a la peli-dorada en el hombro y caminaba como si la oscuridad no fuera un obstáculo para él. Lucy no veía nada a su alrededor, pero él era capaz de ver con claridad el camino por su aguda visión nocturna y su buen sentido del olfato.
—Eres muy chillona —se quejo el pelirosa frunciendo el ceño y pasando una mano por su adolorido oído—. ¿Todas las mujeres humanas son como tú? Tan... ¿preguntonas?
La actitud despreocupada de aquel dragón no dejaba de enojarla. Se supone que son agresivos y violentos, son el enemigo, pero él actuaba diferente a los demás. Eso la frustraba.
—Quieres dejarlo ya —apretó sus puños—. ¡No finjas ser tan amable! —el joven dejo de caminar—. Yo... Yo no voy a caer.
Sus compañeras de celda se lo habían explicado. Habían caído como en un hechizo hipnótico que las obligaban a dejar de pensar coherentemente y se sentían atraídas por las facciones de esos monstruos. Todo era una farsa, así que Lucy se negaba a caer.
— ¿Es así como nos ves? —murmuró Natsu con la mirada en el suelo.
No es así como los veía hace algunas semanas —se reprocho la princesa.
—Para empezar... Se supone que están extintos —respondió ella.
—Eso también va para los dragmer —el dragón simplemente ignoro a la peli-dorada y siguió caminando por el pasillo oscuro.
Hace unos 20 minutos...
Una temblorosa y fragil joven no dejaba de acurrucarse contra la pared mientras unas lagrimas empañaban su visión.
La sensación que invadía su cuerpo la repugnaba. Se sentía expuesta y sucia ante el simple hecho de haber sido tocada de una manera tan intima, sin su consentimiento, por aquel sujeto.
Comparando la situación, Lucy prefería mil veces los intentos de acoso por parte de Sir Loke que los toques de aquel dragón negro.
Permanecio inmóvil. Sus piernas no tenían fuerzas. Toda ella estaba en blanco como si su mente estuviera vacía y su capacidad de controlar su cuerpo hubiera desaparecido. Su razón se limitaba a temblar y soltar lagrimas.
Y como si eso no fuera poco, la puerta de la habitación volvió a abrirse. Lucy se estremeció ante el sonido de las profundas pisadas y se abofeteo mentalmente por no haber pensado en cubrir su cuerpo o buscar un escondite apropiado.
