El taxi nos dejó en el resort contiguo. Pagué al taxista evitando que lo hiciese Ana, (nótese mi caballerosidad) y caminamos por un paseo lleno de palmeras hacia la zona de ocio de ese hotel. Se oía la música de las discotecas y bares a lo lejos, y el sonido de las olas a nuestra espalda. Mientras andábamos, Ana me miraba de refilón, de vez en cuando.
—Oye Mimi —su voz rompió el silencio. —Que no te he dicho nada antes, pero que vas muy guapa. Me encanta ese mono, es muy elegante.
Sonreí.
—¿En serio a Ana Banana le gusta algo de mí? —dije bromeando. —Gracias, Anita —Y le dí un suave golpecito en el brazo.
Seguimos caminando, ya muy cerca de nuestro destino para la noche. En nada llegamos a la zona de ocio nocturna. Había un montón de gente por todas partes, con las terrazas llenas de parejas y grupos tomando cócteles extravagantes con pajitas de colores.
—Vamos allí —señalé una terraza decorada como si en ves de estar en Punta Cana, estuviésemos en Hawaii. Quizás no era el sitio más auténtico, pero conocía a los que trabajaban ahí y la música sí que era típicamente dominicana.
Un chico alto, moreno, se nos acercó sonriente en cuanto nos sentamos.
—¿Cómo está la princesa de Madrid? —dijo a modo de saludo. Me levanté para darle dos besos.
—Pues muy bien, José Carlos ¿Cómo estás tú?
—Bien, ya te echábamos de menos por aquí. Llegaste el día 23, ¿no? ¡Y ni siquiera te pasaste a saludar!
—Ya, lo siento. Es que éstos días he estado yendo directamente a la disco, sin pasar antes por las terrazas —expliqué, sentándome de nuevo. —Pero hoy he traído una amiga, así que antes vamos a tomar algo.
José Carlos se fijó entonces en Ana.
—Pero qué guapas son siempre tus amigas —me guiñó un ojo, pensándose que Ana era uno de mis ligues. —Encantado, ¿Cómo te llamas, bella?
—Me llamo Ana, —dijo ella, levantándose para darle dos besos. —encantada.
—Cuidadito con Mimi, que tiene mucho peligro —dijo él, dejando dos cartas de plástico llenas de cócteles y bebidas.
Ana me miró levantando una ceja.
—¿Se ha pensado que soy tu novia?
Asentí, sin apartar los ojos de la carta.
—O algo por el estilo.
—Vaya —susurró ella. —Eso es porque debes ir siempre acompañada de chicas, ¿no?
Me eché a reír, apartando la vista de la carta para observarla a ella.
—¿Qué? ¿Qué más te da eso?
—Ah, no. A mi nada —dijo ella, centrándose en la carta de bebidas otra vez.
—¿Tienes envidia de las otras chicas? —dije con una sonrisa socarrona.
—¿Qué? ¡NO! —chilló ella.
—Más quisieras tú ser mi novia —es que me estaba aficionando a picar a Ana, la verdad. Adoraba esa dinámica que parecíamos haber creado entre nosotras.
—Ni hablar. Yo no soy lesbiana ni nada de eso. Además, yo tengo novio —declaró ella, cruzándose de brazos.
Ugh. Tenía novio. Bueno, viéndola, era de esperar. La veía la típica chica de relaciones largas y que prefiere quedarse viendo una peli con su novio antes que salir por ahí con sus amigas. No tenía nada malo, que conste. Pero eso no era mi estilo para nada. Incluso cuando había tenido pareja, siempre tenía que ser alguien que pudiese aguantar mi ritmo.
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Polos opuestos 🥑 || WARMI
FanfictionLa alocada y espontánea Mimi, aparentemente no tiene nada en común con la responsable y tranquila Ana. O por lo menos, eso parece cuando se conocen de vacaciones en Punta Cana. Así que en principio, lo que allí pase, allí se queda. Pero, ¿qué suced...