No solo los problemas escolares caían sobre el pobre Dean, también los problemas de su desgraciado padre azotaban contra él. Hace una semana, el padre de Dean se vio forzado a ir a la guarida de un prestamista para así poder pagar sus deudas.
Con tan solo 9 años de edad, el trasero del pequeño Dean le había pagado el préstamo al usurero y pederasta de William. Ahora el pequeño de mejillas coloradas formaba parte de la depravada lista de niños abusados por el déspota de William.
Pero Dean se hubiese ahorrado ese deplorable momento sí tan solo no le hubiese tocado un ser tan mísero como su padre.
Como a las 10 de la noche aquel hombre que se hacia llamar padre fue a buscar a su hijo a la guarida del prestamista que es camuflada como club nocturno, George agarraba firmemente la mano de Dean arrastrándolo por el suelo hasta llegar a la salida. Al salir del establecimiento George dejo caer al adolorido Dean al suelo, tenía su camisa blanca arrugada y un poco sucia, en la parte de atras de su pantalón marrón claro se dibuja una pequeña mancha oscura debido a la sangre que expulsa su apuñalado recto.
-¡¡Levantate!! -Le exigía su padre dando empujones con su pie en las costillas del mas pequeño.
-No... puedo, -Decía entre agobiantes sollozos con su rostro pegado al pavimento, -¡Me duele mucho! -Desde que salió de esa atroz habitación las lágrimas de Dean no habían cesado.
Al pequeño Dean le era imposible ponerse de pie y caminar, cada vez que intentaba pararse del suelo sentía como un escozor arremetía contra su pequeño y delicado trasero. Su padre se desespero ya que los quejidos de su hijo empezaron a llamar la atención de los paisanos, no le quedo de otra así que tomo al pequeño Dean de su camisa y lo levanto del suelo, mientras caminaban, el pequeño de mejillas coloradas arrastraba sus manos y pies por el frío y sucio suelo.
...
Al llegar a su casa, George, lo dejo tirado en el suelo de la sala para luego volver a salir dejando a su pequeño hijo solo.
-¿¡Mami!? -Entre lágrimas secas, Dean llamaba a su madre pero no recibía respuesta, -¿Mami? -le seguía llamando mientras qué sus ojos se movían de un lado a otro mirando cada metro de su hogar.
Al parecer no había ninguna alma en esa casa. Dean como puedo trato de levantarse del suelo apoyando sus palmas en el suelo, con todas sus fuerza logro ponerse de pie sobre sus temblorosas piernas pero junto en el momento en qué iba a dar un paso hacia adelante cayó al suelo al sentir como el fuerte ardor volvía a castigar las paredes de su ano, cayó al suelo boca abajo con su barbilla y pecho llevándose la peor parte, sentía como si el hueso de su cadera se hubiese partido en dos.
Con sus antebrazos y codos, se fue arrastrando poco a poco hacia su habitación, al llegar a ella, Dean no puedo ni siquiera sentarse en su cama así que se acostó en posición fetal pegando sus rodillas de su boca mientras abrazaba a sus piernecitas, para su suerte el colchón estaba en el suelo así no tendría que levantarse.
El dolor en su ensangrentado y suave culito atormentaba su mente evitando que Morfeo se lo llevará en brazos, a su corta edad con una mentalidad tan inocente el pequeño Dean no sabía como definir lo que había pasado esta noche, nunca había visto a un hombre desnudo y mucho menos no entendía por que el pene de aquel hombre tenía ese tamaño, esa textura y esa forma, no entendía por que ese viejo hombre había metido ese extraño pene en su traserito, lo que mas le desconcertaba era por que le habían hecho esto a él, por que su padre le había llevado a ese horrible lugar. No encontraba respuesta alguna pero el horrible dolor que sentía le decía que lo que le habían hecho había sido algo muy malo.
Dean levanto su cabecita para observar a unos centímetros enfrente de él a su pequeño trapito de leonsitos, estiro su brazo para tomarlo y luego acurrucarlo contra su pecho. Le gélida noche aporreaba su cuerpecito y lo único que puedo hacer fue esconderse debajo de la fina manta roja que usaba como cobija, poco después sus párpados empezaron a hacerse pesados...
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Whiskey (Ambrollins)
FanfictionEl etanol no es la única sustancia que me hace olvidar la infame vida que me han escrito, de hecho tan bien necesito de tu oxitocina para fermentar mi amnesia y seguir resguardando nuestro amor en esas barricas de roble dónde se añeja nuestro sucule...