Little Dean.

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En su ultima clase, el pequeño Dean no prestaba ni la más mínima atención a lo que su maestra decía acerca de las estrellas de la gloriosa bandera estadounidense. Dean era un niño inteligente que siempre se sentaba en los pupitres de adelante que es el territorio de los nerds pero al no tener ninguno tema de conversación que compartir con sus odiosos compañeros de peinados ridículos y gafas enormes lo menos preciaban obligándolo a irse hasta el final de la fila. El siempre ha sido un niño de pocas palabras incluso al grado de no mantener una buena conversación más de cuatro minutos, conversación que siempre resultaba aburrida, él siempre ha sido un estorbo para el resto de sus compañeros, a sus nueve años de edad era completamente diferente a sus compañeros de clase, a la hora del descanso cuando trataba de acercarse a un pequeño grupo él siempre habla acerca de caricaturas y del pequeño trapo que tenía dibujos de leonsitos que siempre usaba para dormir pero sus compañeros eran lo contrario, ellos siempre hablaban de sexo, fooball, maquillaje y de cuantas películas porno vieron a media noche, por eso siempre se ha sentido fuera de lugar y si no se iba por su cuenta sus compañeros lo echaban a empujones.

Con el pasar del tiempo, el pequeño Dean fue perdiendo el interés de lo que sus maestros enseñaba bajando asi su rendimiento académico.

El pequeñito de ojitos azules y mejillas coloradas se encontraba con ambos codos apoyados sobre su usudo y agrietado pupitre de madera usando sus brazos como almohadas para así recostar su frente, ya que el aburrimiento lo carcomía se dispuso a dibujar unos cuantos garabatos al final de su sucio cuaderno, la punta de gafrito de su mordido lápiz trazaba las siluetas de un ratón siendo perseguido por un gato que trataba de golpearlo con un bate.

De repente el célebre sonido de la campana de la salida provoco que todos los alumnos de aquel salón guardarán como locos todos sus libros y cuadernos dentro de sus bolsos y salieran casi a galope de la escuela y Dean como siempre era el último en salir, de esa forma no lo empujarían y lo tirarían al suelo para luego pasarle por encima y dejar las suelas de sus sucios zapatos marcadas en su cuerpo. Cuando el pequeñito de mejillas coloradas salio del centro educativo a unos cuantos metros delante de él se encontraban unos cuatros chicos de su salón que los demás alumnos llamaban... los marginados, ya que Dean no se llevaba bien con el resto de sus compañeros porque el football no le apasionaba y el porno le repugnaba, decidió probar suerte con ellos para ver si podía agregar algunos amigos a su vida.

En su adorable rostro la silueta de sus finos labios formaba una sonría que expresaba alegría.

-Oigan chicos... esperen!¡ - grito agitando su manita mientras corría hacia ellos.

El grupo de niños detuvo su paso y observaron de manera interrogante al pequeño rubio que corría hacia su dirección. Aquellos chicos que vestían ropa negra y largos cabellos del mismo color que cubrían sus rostros excepto uno de sus ojos pero eso era lo que a Dean menos le importaba.

-Puedo acompañarles?¿ -Su expresión de alegría cambio por una de temor cuando llego hasta ellos, su aspecto sombrío le asustaba un poco y no solo eso, le daba miedo que este grupo también lo rechazara.

Los cuatros niños se miraron unos a los otros intercambiando sonrisas.

-Claro!¡, nos dirigíamos al parque. Quieres venir con nosotros?¿ -Unos de los sombrío chicos le pregunto de manera amistosa.

-Siii!¡, tengo muchas ganas de subirme a los columpios!¡ -Dijo con toda la alegría del mundo dando pequeños saltitos al no ser rechazado por ellos.

En su trayecto, el pequeño de mejillas coloradas se encontraba justo en el centro de sus compañeros, con dos niños delante y detrás de él parecía como si lo estuvieran escoltando a algún sitio, Dean se confundió un poco al ver cómo los cincos no se detuvieron en el parque sino que siguieron de largo llevándolo a una zona que el no conocía.

Whiskey (Ambrollins)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora